Actions

Work Header

One shots {todobaku}

Summary:

Mini historias de esta hermosa parejita en distintas situaciones y en diferentes "universos " desde en uno en el que son villanos hasta uno en el que son actores de películas para adultos, todos los escenarios que te puedas imaginar con esta parejita lo verás en esta historia.

⚠️advertencias ⚠️

_ Talvez contenga mala ortografía (si hay alguna te pido que me corrigas en los comentarios )

_Contenido no acto para todo público (Suicidi0 , Violaci0n , Relaciones Sexual3s ,Secuestr0 ,entre otras cosas)

_ Puede que en algunos personajes cambie un poquito la personalidad asi que si no te agrada esto puedes retirarte .

_ algunos capítulos contendrán contenido de otros ships (si no te agrada alguno de esos puedes saltarte el capítulo, al principio de cada capítulo que contenga otro ships pondré una nota con los ships que aparecen )

_Los personajes no me pertenecen, son del anime boku no hero creado por horikoshi (te invito a verlo si no te lo haz visto )

_cap muy cortos y/o caps muy largos

Chapter 1: Noche lluviosa

Summary:

Es mi primera vez publicando aquí así que ténganme paciencia y no me juzguen, porfa 😭, también tengo esta historia publicada en Wattpad, el link esta en mi perfil por si prefieres leerla desde allá

Chapter Text

Antes que nada debo aclarar que en este cap ya son mayores de edad, katsuki es el heroe numero #1 y están casados.

Era una noche lluviosa, y nuestra pareja favorita estaba recostada en el piso del apartamento del mayor, mirando hacia el gran ventanal. Solo los iluminaban la luz de la luna y los destellos de los altos edificios que alcanzaban a verse desde ahí. El rubio estaba sobre el pecho del bicolor, observando con atención cómo las gotas caían por el vidrio, dejando rastros irregulares. Shoto, por su parte, no podía dejar de mirar a su esposo con una sonrisa tranquila.

No necesitaba más. Tenía todo lo que siempre había querido: al héroe número uno como pareja. Guapo, fuerte, una personalidad explosiva pero leal hasta los huesos. Cocinaba como si fuera un chef profesional, lo cuidaba con una intensidad que solo podía venir del amor y, aunque era mal hablado, gruñón y a veces insoportable, también era dulce en los momentos justos. Y eso era lo que más amaba de él: su autenticidad.

Después de un rato, como era costumbre, Katsuki se quedó dormido. Siempre se dormía temprano, aunque no lo admitiera. Shoto lo notó por su respiración lenta y por cómo su cuerpo se relajaba por completo sobre él. Sonriendo con ternura, lo cargó en brazos —como si fuera su tesoro más preciado— y lo llevó a la habitación.

Lo acomodó entre las sábanas, tapándolo bien, y luego se metió a su lado. Apenas se acostó, Katsuki lo abrazó instintivamente, como si incluso dormido supiera que Shoto debía estar cerca. El bicolor soltó una risa bajita.

Mientras escuchaba la lluvia golpear suavemente las ventanas, su mente empezó a divagar. Imaginó el futuro. Un futuro no tan lejano.

Una gran casa blanca en la montaña, lejos del bullicio de la ciudad. Ventanales enormes con vistas a un bosque tranquilo. Una piscina donde Katsuki pudiera nadar en las mañanas y un pequeño estudio para él, donde pudiera pintar o leer en silencio. Se imaginó con un niño pequeño corriendo por los pasillos, riendo a carcajadas, con un mechón rubio alborotado y ojos intensos. Y un gatito dormido al sol en una de las sillas, porque Katsuki odiaba los perros. Y sí, tal vez tendrían otro hijo. Tal vez dos.

Y lo más importante: seguirían juntos.

Shoto se acercó más al cuerpo cálido de su esposo y le susurró cerca del oído:

—Vamos a tenerlo todo, Katsuki. Lo juro.

El rubio murmuró algo entre sueños, algo como "te amo, bastardo" y Shoto sonrió de nuevo, justo antes de cerrar los ojos.

Afuera, la lluvia seguía cayendo.

Pero adentro, ya estaban viviendo su pequeño pedazo de cielo.

 

👺hasta aquí el cap ,un poco (demasiado) corto porque no se me ocurrió nada más y ya si este cap no recibe apoyó lloró y ya no publico más XD

Chapter 2: ¿Puedo ser tu novio?

Chapter Text

"Bakugou, creo que me gustas. ¿Puedo ser tu novio?"

Esas fueron exactamente las palabras que le dijo Shoto a Katsuki el día que descubrió qué era lo que sentía por él.

Todo gracias a Izuku.

La declaración no fue para nada romántica. De hecho, como diría Katsuki después, fue patética. Pero en ese momento, fue todo lo que Shoto pudo decir.

Había estado confundido por semanas. Tal vez meses. Cada vez que Katsuki se reía, su pecho se apretaba. Cada vez que lo miraba en medio de un combate, con esa furia brillante y esa seguridad que parecía imposible de igualar, Shoto sentía algo que no podía nombrar. Cuando Katsuki se burlaba de él, cuando lo empujaba con el hombro en el pasillo o le gritaba por no saber encender correctamente una parrilla, Shoto no se molestaba. Se sentía... vivo.

Y no entendía por qué.

Hasta que una tarde, después de una misión juntos, Izuku lo invitó a tomar algo en el patio de la residencia.

—¿Estás bien? —le preguntó, como siempre, con esos ojos verdes llenos de preocupación.

Shoto dudó. Pero al final respondió:

—Sí... solo estoy confundido.

—¿Sobre qué?

—No lo sé. Me siento raro cuando estoy con Bakugou.

Izuku se quedó en silencio un momento. Luego sonrió, muy suave.

—¿"Raro" cómo?

Shoto pensó. Mucho. Luego dijo:

—Quiero estar cerca de él. Quiero escucharlo. Me molesta cuando no me habla. Y me gusta cuando sonríe... pero no cuando se burla de los demás, sino cuando se ríe de verdad.

Izuku bajó la mirada, y con una pequeña risa le dijo:

—Shoto, eso suena a que te gusta.

Y en ese instante, todo encajó.

Como si alguien le hubiera quitado una venda de los ojos. Como si todas las piezas del rompecabezas se alinearan. No era "raro". Era simple.

Le gustaba Katsuki.

Y por alguna razón, esa revelación no lo asustó. Lo hizo sentir ligero. Casi... feliz.

La tarde siguiente, lo buscó.

Katsuki estaba en la azotea, como casi siempre, con los audífonos puestos, mirando al horizonte con cara de pocos amigos. Shoto caminó hacia él sin pensar demasiado. Su corazón latía con fuerza.

Katsuki lo notó acercarse y levantó una ceja.

—¿Qué quieres, copo de nieve?

Shoto respiró hondo. Y dijo:

—Bakugou, creo que me gustas. ¿Puedo ser tu novio?

El silencio que siguió fue eterno. O al menos así le pareció.

Katsuki lo miró con los ojos bien abiertos. Parpadeó una vez. Luego otra. Y entonces se rió.

Una carcajada seca, incrédula, que le sacó un leve sonrojo.

—¿Qué clase de confesión patética es esa? —gruñó—. ¿"¿Creo que me gustas?" ¿"¿Puedo ser tu novio?" ¿Qué eres, un formulario de inscripción?

Shoto apretó los labios, sin saber si debía sentirse herido o no.

—Lo pensé mucho. Y no quería sonar cursi.

Katsuki lo miró un segundo más... y luego su sonrisa cambió. Fue pequeña. Honesta. Casi nerviosa.

—Idiota... claro que puedes ser mi novio.

Shoto parpadeó.

—¿En serio?

—Tch, ¿crees que escucharía esta patética confesión si no fuera en serio? —murmuró, dándole un empujón con el hombro.

Shoto sonrió, por primera vez en todo el día, con algo de vergüenza pero también con un calor en el pecho que no sabía que necesitaba.

—Entonces... ¿estamos saliendo?

—Desde hace diez segundos, sí —respondió Katsuki, encogiéndose de hombros.

—¿Debo hacer algo?

—Sí. Deja de preguntar tanto y bésame, idiota.

Y Shoto, torpe como siempre, le rozó la mejilla primero, como si aún tuviera dudas. Pero Katsuki giró el rostro justo a tiempo para atraparle los labios en un beso corto, directo, perfecto.

Nada de formularios. Nada de dudas.

Solo dos chicos, en la azotea, comenzando algo que ya llevaba tiempo en sus corazones.

Chapter 3: Ex héroe

Summary:

Antes que nada debo aclarar que en este cap ya son mayores de edad y katsuki es el heroe numero #1, shoto es un héroe retirado, deku esta muerto y katsuki y shoto tienen un hijo adoptado de 2 años.

Chapter Text

La vida del ex héroe #3 no era de las mejores. Aunque ya no patrullaba ni daba entrevistas, la gente seguía acosándolo. No podía ni ir a comprar leche sin que lo detuvieran para una selfie. Y bueno, no ayudaba que tuviera el cabello mitad blanco y mitad rojo, heterocromía, una cicatriz bastante reconocible... y que además fuera esposo del héroe #1 y el hijo del famosísimo Endeavor. Así que el plan de "pasar desapercibido" estaba destinado al fracaso.

Shoto había dejado el trabajo de héroe porque, sinceramente, no era lo suyo. No le gustaban las cámaras, el caos ni las explosiones... bueno, las explosiones sí, pero solo si venían de su esposo, Katsuki Bakugou. Ahora se dedicaba a algo mucho más importante y desafiante: ser papá de tiempo completo del pequeño Yuno, su hijo de dos años.

Yuno había llegado a sus vidas cuando tenía apenas 7 meses. Desde el primer momento en que lo vieron, supieron que ese bebé de enormes ojos y mejillas gorditas era suyo. Shoto lloró. Bakugou dijo que "tenía polvo en los ojos", pero nadie le creyó.

Ahora Yuno estaba en su etapa de caos absoluto. Era rápido, gritón y tenía la habilidad de desaparecer en silencio sospechoso (lo cual siempre acababa en alguna travesura). Su pasatiempo favorito era sacarle las botas a su papá Katsuki mientras este dormía en el sofá, o ponerle stickers en la cara a Shoto mientras intentaba leer en paz.

—¡SHOOOTOOO! —gritó Bakugou desde la cocina un sábado por la mañana— ¡¡¿Por qué demonios hay cereal en el microondas y mi teléfono en el refrigerador?!!

—Debe ser el nuevo sistema de organización de Yuno —respondió Shoto sin levantar la vista del libro infantil que intentaba leerle por quinta vez consecutiva.

Yuno, mientras tanto, masticaba feliz un waffle medio congelado mientras usaba una toalla como capa.

Ser papá no era fácil, pero para Shoto, ver a Bakugou cantándole (más bien gritándole) canciones de cuna mientras Yuno se reía, o preparar bento juntos con ingredientes aleatorios, valía más que cualquier trofeo de héroe.

Y claro, había días en los que Shoto quería esconderse en el clóset con una taza de té, y días en los que Bakugou terminaba con plastilina en el cabello... pero eso era parte de la aventura.

Una aventura que olía a pañales, sonaba a risas, y sabía a galletas quemadas.

Chapter 4: Porn

Summary:

⚠️advertencia: Antes que nada tengo que aclarar que todos los personajes son mayor de edad y que no hace mención de ningún menor, mi intención con este capítulo no es romanizar la p0rn0gr4fi4 o algo por el estilo, tomense este capítulo con un poco de humor pero sin olvidar lo serio del asunto, cualquier comentario romantizandolo o haciendo "chistes" al respecto será eliminado y yo me encargare de bloquearlos permanente⚠️

Chapter Text

La vida de un actor para adultos no es tan buena como muchos piensan, y más si eres un joven omega. Los alfas te tratan como si fueras una cosa, no te pagan lo suficiente, te sobreexplotan, y los adultos —especialmente las ancianas— te ven como "fácil". Para Katsuki esto no era la excepción.

Desde la muerte de su padre, su madre había cambiado drásticamente. Fría, ambiciosa, cruel. Cuando cumplió 18, comenzó a prostituirlo sin el menor remordimiento. "Es lo único que sabes hacer bien", le había dicho más de una vez con una copa de vino en la mano y una sonrisa torcida.

Ahora Katsuki tenía 21. Ya no vivía con su madre, pero eso no significaba libertad. Su "libertad" fue que ella lo vendiera a un grupo de alfas que lo usaban como actor porno. Nada de contratos legales, nada de cuidado. Solo órdenes, cámaras, y dolor. Lo obligaban a trabajar con el estómago vacío para que se mantuviera "obediente" y "atractivo". Lo peor de todo era que no estaba solo. Había otros omegas como él. Algunos más jóvenes. Algunos ya completamente apagados por dentro.

Katsuki había aprendido a moverse por el estudio como un fantasma. Callado, rápido, invisible. No porque quisiera, sino porque era lo más seguro. Ser visto muchas veces significaba ser elegido. Y ser elegido... nunca era algo bueno.

Ese día estaba en una esquina del set, envuelto en una bata vieja y demasiado delgada, esperando su "turno", cuando lo vio.

Un chico nuevo. Pelo bicolor, heterocromía. No lo había visto antes. Cargaba un par de focos y cables como si fuera un simple asistente, pero algo en su postura no cuadraba. Caminaba erguido. Seguro. Sin ese miedo silencioso que tenían todos los demás.

Y lo miró. No con lástima. No con superioridad. Lo miró como si fuera una persona. Algo que Katsuki ya no sentía que era.

Intentó ignorarlo.

Pero al día siguiente, lo encontró solo, sentado contra una pared, en una pausa rápida. El chico se acercó sin decir nada al principio, se agachó a su altura y le dejó algo envuelto en papel.

—¿Qué es esto? —gruñó Katsuki sin mirarlo directamente.

—Comida. No envenenada, por si te lo preguntas —respondió el otro con un tono seco, pero no hostil.

—¿Y por qué mierda me ayudarías?

—Porque no quiero seguir viendo esto —respondió el chico. Luego, como si pensara en voz alta—. Nadie debería vivir así.

Katsuki lo observó con los ojos entrecerrados.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Grabarlo y subirlo a internet? ¿Contarle al mundo lo que ya saben y no les importa?

Shoto no se inmutó.

—Tal vez. Pero no solo eso. Estamos organizando una red. Varios. Con nombres importantes. No te prometo un milagro, pero sí una puerta de salida.

Katsuki se rió sin humor.

—¿Y crees que me voy a subir a ese cuento de hadas, solo porque viniste a darme un maldito emparedado?

Shoto lo miró con calma.

—No. Creo que te vas a subir cuando estés listo para patearles los dientes a los que te hicieron esto.

Katsuki levantó una ceja.

—Eso suena más convincente.

Shoto sonrió apenas. Se levantó sin decir más, dejando la comida a su lado.

Pasaron dos días más. El ambiente seguía siendo igual de podrido, pero Katsuki no podía dejar de pensar en lo que había dicho ese chico bicolor. La posibilidad de una salida. De venganza. De libertad.

Esa noche, después de otro día de "trabajo", Katsuki se escabulló del cuarto donde lo encerraban. No era la primera vez que lo intentaba, pero esta vez no iba a escapar solo.

Encontró a Shoto esperándolo en la parte trasera del edificio, con otros dos chicos más. Uno de ellos conducía una camioneta. El otro cargaba cobijas, botellas de agua y algo que parecía... ¿ropa limpia?

Shoto lo miró, directo a los ojos.

—¿Listo?

Katsuki respiró hondo, tragándose el miedo, el odio, y toda la mierda que lo había consumido por años.

—Listo para prender fuego a esta mierda.

Y con eso, se subió a la camioneta.

Esa noche no solo escaparon. Rescataron a otros dos omegas. Y aunque sabían que la batalla apenas comenzaba, también sabían algo más:

Ya no estaban solos.

Y por primera vez en años... Katsuki durmió sin lágrimas.

Chapter 5: Soledad

Summary:

Antes que nada tengo que aclarar que En este capítulo los hermanos todoroki y reí lograron salir del ambiente tóxico porque enji murio pero demasiado tarde y por eso reí esta en el psiquiatrico, dabi no es un villano y todavía se llama "touya" , ahora todos viven traumados y felices y reí descubrió que era lesbiana.

Chapter Text

Hay una sola palabra para describir la vida de Shoto: "soledad".
Sí, es cierto que tiene a sus hermanos y a su madre, pero no tenía amigos, ni pareja. Se la pasaba solo la mayoría del tiempo, y si no estaba tomando el té con su madre, estaba con sus hermanos jugando en casa. Pero como se podrán imaginar, sus hermanos tenían su propia vida: tenían sus amigos, sus parejas, incluso su madre tenía una "amiga" de la cual sospechaban que eran más que eso.

A Shoto realmente no le importaba estar solo, pero a sus hermanos sí. Obvio que no querían que su hermanito pasara su vida entera sin alguien especial.

Una mañana, estaban todos en la cocina desayunando en un silencio incómodo, cuando de repente le llegó un mensaje a Shoto. Usualmente, los únicos que le hablaban eran sus hermanos o del hospital para hablar sobre su madre, pero era sábado: sus hermanos no trabajaban, no había clases, y era día de visita en el hospital, así que todos estaban allí.

Por eso, podían imaginar que no era ninguno de ellos.

Shoto no le dio mucha importancia, pero de "casualidad", Touya logró ver el mensaje en la pantalla mientras Shoto la desbloqueaba.

—Oye, enano, ¿quién es Momo? —preguntó con picardía y muy alto, intencionalmente para que todos lo escucharan.

El heterocromático frunció el ceño, encendió la pantalla del teléfono, y leyó el mensaje en voz alta para los chismosos de sus hermanos:

—"Buenos días, compañero/a de la clase 1A. Te invitamos cordialmente a asistir a la fiesta sorpresa de cumpleaños de nuestro querido profesor Aizawa Shota, en el salón de eventos de U.A., este sábado a las 7 p.m. Esperamos contar contigo. Atentamente: Momo Yaoyorozu."

—¡¿Momo?! ¿La niña rica esa que te hablaba en la escuela? —preguntó Natsuo, alzando una ceja.

—¡Esa misma! —rió Touya—. ¿Y te invitó solo a ti?

—No. Invitó a todo el salón. Solo me llegó el mensaje más tarde, supongo —respondió Shoto, algo incómodo.

—¿Y vas a ir? —preguntó Fuyumi con una sonrisita emocionada.

Shoto dudó unos segundos antes de encogerse de hombros.

—No sé... tal vez.

Sus hermanos se miraron entre ellos, sabiendo que si no lo presionaban un poco, jamás saldría.

—¡Vas a ir! No te estamos preguntando —dijo Touya, dándole una palmada en la espalda—. Quién sabe, tal vez por fin dejes de ser tan virgen emocional.

—Touya —bufó Fuyumi, reprendiéndolo.

Shoto solo suspiró, sin querer seguir la conversación. Pero en el fondo... tenía curiosidad.

Sábado por la noche, U.A.

La fiesta estaba animada. Momo había decorado todo con elegancia, había música, comida, y mucha gente riendo y compartiendo. Shoto llegó algo tímido, saludó brevemente a Aizawa, y se fue hacia una zona tranquila del salón, cerca de la mesa de bebidas.

—mitad y mitad—escuchó a su lado.

Reconoció la voz de inmediato. Era Bakugou Katsuki, con una copa en la mano, el ceño levemente fruncido, pero con los ojos brillando de una forma... diferente.

—Bakugou —respondió Shoto, tranquilo.

—No pensé que vendrías.

—No pensé que tú vendrías —respondió con una leve sonrisa.

Katsuki bufó, dando un trago a su copa.

—La nerd esa me arrastró. Dijo que "era importante que todos estuviéramos". Pff, como si Aizawa se emocionara por esto.

—a mi me obligaron a venir mie hermanos, dijeron que es una buena forma de aprender a socializar—dijo Shoto en su tono neutral.

Katsuki lo miró y bufo divertido.

—en tu casa están tan hartos de ti que te obligaron a salir- dijo katsuki en tono juguetón.

—supongo que si- dijo shoto un tanto confundido.

Hubo un silencio. Katsuki parecía a punto de decir algo agresivo, pero en lugar de eso, desvió la mirada.

—Idiota... —murmuró con las mejillas levemente rojas.

—¿Qué?

—Que eres un idiota —repitió, más fuerte, y luego suspiró—. Siempre diciendo cosas raras. No sabes cuándo parar.

—¿por qué dices eso de repente? ¿Dije algo que te incomodara?- exclama shoto un tanto preocupado

—¡Sí! ¡No! ¡No sé! —Bakugou giró el rostro hacia él—. Me desconciertas, maldita sea.

Shoto lo observó en silencio por unos segundos, y luego dio un paso más cerca tratando de averiguar que había hecho enojar al rubio.

—no entiendo muy bien lo que quieres decir, katsuki-

Katsuki no respondió en lugar de eso agarra a shoto agresivamente por la camisa y lo beso.

Fue un beso intenso, inesperado, que hizo que al principio el bicolor se quedara paralizado y confundido pero después de unos segundos, se dejó llevar y Lo tomó del rostro, lo acercó más, y lo besó como si lo hubiera estado esperando desde siempre.

Pero justo cuando se separaron, Katsuki lo empujó suavemente con ambas manos, con los ojos muy abiertos.

Katsuki parecía a punto de explotar —y no literalmente esta vez—. El rubor de su rostro era evidente, y sin decir nada más, dio media vuelta y salió corriendo del salón.

Shoto se quedó ahí, con el corazón latiendo rápido, la boca ardiendo... y una sonrisa muy leve en el rostro.

 

Esa noche, al volver a casa:

Shoto entró a casa en silencio. Se quitó los zapatos lentamente, intentando no hacer ruido, pero ya era tarde: sus hermanos lo estaban esperando en la sala.

—¡Shotooo! —llamó Fuyumi desde el sillón—. ¿Cómo te fue?

—¿Sí hubo pastel? —preguntó Natsuo, conteniendo una sonrisa.

—¿O te comiste otra cosa? —soltó Touya, sin filtros.

Shoto se quedó en la entrada, completamente rojo, evitando sus miradas.

—Solo... fue una fiesta normal. Todo bien —murmuró mientras intentaba escabullirse hacia su habitación.

—¿Y esa cara qué? ¿Te besaron o qué? —insistió Touya.

—¡No! —gritó Shoto, tal vez demasiado alto y rápido.

Todos se miraron entre sí y luego soltaron una carcajada.

—¡¿no me digas que si lo hicieron?!—exclamo Natsuo sorprendido,

—Shoto, tienes los labios hinchados —murmuró touya, divertido tratando de avergonzar a su hermanito.

El bicolor solo negó con la cabeza y subió corriendo las escaleras. Cerró la puerta de su cuarto con el rostro encendido.

Apoyó la espalda en la madera y suspiró.

Tocó sus labios, aún recordando cómo se sintieron los de Katsuki. Ese beso fue más que un impulso. Fue algo que no sabía que necesitaba... hasta que sucedió.

Y aunque no supiera qué pasaría después...

Ese día dejó de sentirse tan solo.

Chapter 6: Katsuki✨

Summary:

Esto no es tanto como una historia es más como para que sepan la forma tan intensa en la que shoto ama a katsuki según yo XD.

Chapter Text

No hay una cosa que Shoto ame más que a Katsuki.

Lo ha sabido desde hace tiempo, aunque tardó en aceptarlo. Tal vez porque Katsuki no es una persona fácil de amar... o eso dicen los demás. Para Shoto, sin embargo, todo en él es simplemente perfecto. Como si cada parte, cada gesto y cada palabra dura, hubiesen sido hechos para encajar con las grietas que él mismo no sabía que tenía.

Esos ojos rubíes que parecen brillar a la luz del sol... Shoto podría mirarlos por horas. A veces lo hace, cuando Katsuki se duerme sobre su hombro sin darse cuenta. Se queda observándolo, memorizando la forma en la que parpadea, lo largas que son sus pestañas, y ese rojo tan intenso que parece arder incluso cuando está en calma.

La sonrisa arrogante que siempre lleva—una mueca desafiante, orgullosa, casi retadora—es una de sus cosas favoritas. Porque Shoto sabe lo que hay detrás de esa sonrisa: un corazón leal, una pasión inquebrantable, y una necesidad casi infantil de proteger a quienes ama. Nadie más lo nota, pero él sí. Él lo ve todo.

Y ese ceño fruncido constante... ¿Cómo puede algo tan enfadado verse tan adorable? Shoto no lo entiende del todo, pero sí sabe que cada vez que Katsuki lo mira así, su corazón da un pequeño vuelco. Porque aunque gruñe y refunfuñe, siempre termina haciendo lo que Shoto le pide, a regañadientes, sí, pero lo hace.

Luego está la forma en que camina—tan suya, tan torpe y arrogante a la vez—como si el mundo le debiera algo. Shoto a veces camina detrás de él solo para reírse un poco en silencio. Y los pantalones, siempre colgando de manera ridícula, como si estuvieran a punto de caerse pero nunca lo hicieran. Se lo ha dicho mil veces, que se los suba, pero en el fondo le encanta que no lo haga.

Lo ama. Lo ama con una intensidad que lo asusta a veces. Katsuki lo grita todo el tiempo con su forma de ser, mientras que Shoto lo susurra en gestos pequeños: en el té que le prepara en las mañanas, en las notas que le deja escondidas en sus libros, en los besos que le da justo antes de quedarse dormido.

No hay una cosa que Shoto ame más que a Katsuki.
Y, con suerte, Katsuki lo sabe.

Chapter 7: Perfección

Summary:

Antes que nada debo aclarar que en este cap ya son mayores de edad y katsuki es el heroe numero #1 y ya eso era todo espero que lo disfruten~

Chapter Text

Si Katsuki Bakugou tuviera que describir su vida en una palabra, sería perfecta.

Lo era. Lo había sido durante años.

Había cumplido cada promesa que se hizo de niño. Se convirtió en el héroe número uno. Salvó miles de vidas, lideró cientos de operaciones, se ganó el respeto de sus colegas —e incluso de sus antiguos rivales— y construyó una vida sólida, impenetrable, a prueba de todo. Tenía una casa moderna en Tokio, una rutina establecida al segundo, y una fuerza física que apenas había conseguido con los años.

Pero con el tiempo, empezó a notar el vacío. Un espacio hueco en medio de tanta perfección.

No lo notó de golpe, sino en cosas pequeñas. Como al volver de una misión y ver que la casa estaba exactamente igual que como la había dejado. O al preparar la cena para uno y dejar la otra mitad del plato para el día siguiente, por costumbre. O cuando su celular no sonaba durante días si no era por trabajo.

Había cumplido todos sus sueños. Pero ninguno incluía con quién compartirlos.

Y eso, aunque le costara admitirlo, empezaba a doler.

Durante un tiempo intentó ignorarlo. Se enfocó más en el trabajo, en su entrenamiento, en mantenerse ocupado. Pero el silencio seguía ahí. Lo esperaba al final del día como una sombra detrás de la puerta. Entonces, poco a poco, se fue abriendo de nuevo.

Aceptó un par de invitaciones a cenar con Kirishima, quien siempre lo buscaba, paciente, como si supiera que eventualmente Katsuki iba a ceder. Volvió a hablar con Deku sin molestarse tanto. Visitó a Momo en su agencia y hasta respondió un mensaje de Sero con algo que casi parecía un chiste.

Y fue entonces cuando, como si el universo lo hubiese estado esperando, volvió a cruzarse con Todoroki.

Fue en una reunión de coordinación entre agencias. Shoto había cambiado. Ya no era ese chico frío y contenido con el que solía trabajar en la adolescencia. Seguía siendo tranquilo, pero ahora se notaba cómodo consigo mismo. Se reía a veces. Hacía comentarios inteligentes y secos que, para su sorpresa, a Katsuki le hacían reír.

No fue nada especial. Solo una charla corta, un cruce de palabras durante el almuerzo. Pero cuando Todoroki se despidió con un leve asentimiento, a Katsuki le quedó dando vueltas su voz. Esa manera pausada de hablar. La mirada honesta. El aire de alguien que no tenía prisa.

Y, para su molestia, se sorprendió pensando en él al día siguiente.

Cuando los asignaron juntos a una operación en el norte, no se quejó. Fue una misión sencilla al principio, patrullas de rutina y revisión de vigilancia, pero el clima era una mierda, y eso los obligaba a permanecer más tiempo en los refugios que en el campo. Había tiempo de sobra para hablar, o simplemente... estar.

Y eso fue lo que más le gustó.

Todoroki no llenaba el silencio con palabras innecesarias. Se quedaba a su lado, leyendo, o revisando los mapas, o tomando té, como si no necesitara nada más. Como si su presencia bastara. Katsuki se dio cuenta de que no le molestaba. Al contrario, se sentía... acompañado.

—¿No te molesta que no hable mucho? —le preguntó Shoto una noche, mientras compartían cena en el comedor estrecho de la estación.

Katsuki lo miró de reojo, con la boca medio llena de arroz.

—No me gusta la gente que habla por hablar.

Shoto sonrió, apenas. Pequeña, leve. Pero lo suficiente para que Katsuki sintiera un calor extraño en el pecho.

Después de esa misión, siguieron otras. Y, casi sin darse cuenta, Katsuki empezó a buscar excusas para trabajar con él. No lo decía en voz alta, claro. Simplemente "coincidían". Y cuando no estaban en el campo, intercambiaban mensajes cortos, eficientes... y cada vez más personales.

La transformación no fue repentina. Fue como el agua que hierve sin que lo notes.

Una noche, después de una patrulla particularmente larga, Katsuki se ofreció a acompañarlo hasta su departamento. Estaban empapados por la lluvia, riéndose de lo ridículo de su aspecto. Al llegar, Shoto le ofreció una toalla y una taza de té.

—No tienes que irte si no quieres —le dijo, sin mirarlo.

Katsuki no respondió de inmediato. Se quedó ahí, con la toalla en las manos, viendo el vapor salir de la taza.

Y por primera vez en años, no sintió prisa por estar solo.

Se quedó.

No pasó nada esa noche. Solo hablaron. De cosas pequeñas. De lo jodido que era el clima, de la última película que intentaron ver y no terminaron, de lo difícil que era encontrar paz en su mundo.

Pero al día siguiente, cuando se despertó con el cabello de Shoto desordenado en la otra almohada, supo que algo había cambiado.

No hablaban de lo que eran. No lo necesitaban. Las cosas simplemente fluyeron. Con naturalidad. Con calma.

Y la soledad, esa que parecía tatuada en sus huesos, empezó a desaparecer.

Ahora, las tardes no eran silenciosas. Había discusiones sobre qué cenar, peleas tontas por el control remoto, y dos pares de zapatos en la entrada. Había mensajes que lo hacían sonreír durante las reuniones, y besos distraídos antes de salir al trabajo.

Y aunque seguía siendo el héroe número uno, la parte favorita de su día no era salvar al mundo.

Era volver a casa.

Abrir la puerta.

Y encontrar a Todoroki esperándolo en la cocina, con dos tazas de té y esa sonrisa tranquila que le decía todo sin decir nada.

Chapter 8: Homofobic

Summary:

⚠️advertencia:mi intención con este capítulo no es romantizar La homofobia o cualquier tipo de discriminación, tomense este capítulo con un poco de humor pero sin olvidar lo serio del asunto, cualquier comentario romantizandolo sera eliminado y yo me encargare de bloquearlos permanente⚠️

Chapter Text

Shoto fue criado a la antigua.

En su casa no había dispositivos eléctricos más allá de una radio vieja que crujía con estática cada mañana, como si el tiempo se resistiera a entrar del todo. Las cortinas eran gruesas, las luces tenues, y los relojes tenían manecillas que marcaban el ritmo de una vida que parecía detenida en una época que él nunca vivió, pero de la que no podía escapar.

Sus padres cumplían con los roles de género como si hubieran sido esculpidos en piedra. Su madre se encargaba del hogar con una eficiencia silenciosa, una dulzura que parecía forzada por años de costumbre. Su padre, siempre recto, siempre severo, trabajaba fuera y traía dinero, pero jamás afecto. Las reglas no se discutían. Se obedecían.

Tuvieron a su primer hijo cuando su madre tenía apenas dieciocho años, y su padre veintiuno. A su hermana la tuvieron cuatro años después. Shoto fue el último, el más callado, el más observador. Desde niño entendió que no debía hacer preguntas. Que mirar en silencio era más seguro que hablar.

Cuando cumplió la mayoría de edad, como era de esperarse, él y sus hermanos comenzaron a trabajar.

Despertaban antes del amanecer, desayunaban en silencio, salían con el sol, y regresaban justo antes de que este cayera. Mientras tanto, su hermana se quedaba en casa. Cocinaba, limpiaba, lavaba la ropa, preparaba la cena, cuidaba a sus padres cuando enfermaban o se quejaban del dolor de espalda o del tiempo. Era su papel. Y todos actuaban como si fuera normal. Como si estuviera bien.

Pero Shoto empezó a preguntarse cosas. Al principio en su mente, donde nadie podía oírlo.

¿Por qué ella no puede trabajar si quiere? ¿Por qué nosotros no ayudamos en casa? ¿Por qué mi madre parece tan cansada todo el tiempo y aún así sonríe? ¿Por qué papá nunca se disculpa, incluso cuando está equivocado? ¿Por qué nadie habla de lo que realmente siente?

Empezó a escribir en un cuaderno que escondía bajo su cama. Palabras sueltas. Pensamientos. Dudas. Lo que quería hacer y no podía. Lo que soñaba. Lo que temía.

Un día, durante el almuerzo, su hermana dejó caer un vaso. El sonido del vidrio contra el suelo fue tan fuerte que todos se quedaron en silencio.

Shoto se levantó sin pensar. Se agachó para recoger los pedazos, como un acto instintivo, casi inocente.

—No te corresponde —le gruñó su padre, antes de cruzar la mesa con una rapidez inesperada.

La bofetada fue dura, violenta, tan repentina que Shoto se tambaleó hacia atrás. No alcanzó a reaccionar cuando escuchó el segundo golpe: su hermana, aún de pie, recibió el suyo sin moverse. Sin llorar. Solo cerró los ojos y bajó la cabeza.

—No crié inútiles —murmuró su padre, antes de volver a sentarse, como si nada hubiese pasado.

Esa noche, Shoto no podía dormir.

El ardor en su mejilla había desaparecido, pero no el que tenía en el pecho.

Días después, tomó una decisión.

Salió más temprano del trabajo. Dijo que tenía fiebre. No era mentira: algo dentro de él ardía, pero no era un virus.

Tomó el tren al pueblo más cercano. Caminó rápido, con las manos en los bolsillos y la cabeza baja. Se detuvo frente a una tienda de electrónica, y se quedó mirando la vitrina como si fuera un museo de otro mundo.

Entró con paso inseguro.

El vendedor lo saludó con una sonrisa amable. Le habló de planes, de marcas, de cámaras y pantallas. Shoto no entendía mucho, pero asintió cuando oyó algo de "pago en efectivo".

Compró un celular sencillo, pequeño, fácil de esconder. También una tarjeta SIM que registró bajo un nombre falso que inventó en ese momento.

Cuando salió, guardó el dispositivo en una bolsa de papel, lo envolvió en su abrigo y lo llevó contra el pecho, como si fuera un secreto vivo que podía delatarlo en cualquier momento.

Esa noche, no durmió.

Esperó a que todos estuvieran acostados. Se levantó sin hacer ruido, fue al granero donde nadie entraba desde hacía años, y encendió el teléfono por primera vez.

La pantalla brilló como una llama en la oscuridad.

Y ahí, en la palma de su mano, comenzó su revolución.

Descubrió gente que pensaba distinto. Que vivía distinto. Personas que amaban con libertad, que cocinaban juntos, que compartían responsabilidades. Que se permitían sentir, llorar, cuestionar, reír a carcajadas.

Y fue ahí donde conoció a Katsuki.

No fue inmediato. Solo se encontraron en un foro de conversación sobre música —uno de los pocos gustos que Shoto podía disfrutar en silencio cuando escapaba al pueblo y escuchaba canciones en su teléfono a escondidas. Katsuki tenía opiniones fuertes, palabras filosas, y un humor que al principio le pareció insoportable... hasta que le pareció encantador.

Hablar con él era como abrir las ventanas de una casa cerrada por años.

Lo hacía reír. Le preguntaba cosas. Lo escuchaba.

Y más que nada, no lo juzgaba.

 

Shoto hablaba cada noche con Katsuki desde el rincón más oscuro del granero. A veces le temblaban las manos al escribir. A veces solo leía los mensajes del otro sin responder. Y otras, se atrevía a contarle algo más: una canción que le había gustado, una duda que no podía sacarse de la cabeza, una escena que había presenciado durante la cena que lo había dejado con el estómago revuelto.

Katsuki no era suave. No usaba palabras dulces. Pero era honesto.

"Te mereces algo mejor."
"No tenés que seguir ahí."
"No estás roto."

Al principio, esas frases lo incomodaban. Le sonaban falsas. ¿Merecer algo mejor? ¿Él? Si su propio padre apenas lo miraba a los ojos, ¿cómo iba a creerse digno de otra vida?

Pero Katsuki no se iba.
Nunca lo dejaba en visto.
Nunca lo hacía sentir tonto.

Una noche, después de semanas hablando de música, compartiendo playlists y recomendándose artistas nuevos, Katsuki mandó un mensaje diferente:

"Voy a ir a un festival en la ciudad el mes que viene. Tocan unas bandas que te van a volar la cabeza. ¿Querés venir?"

Shoto se quedó mirando la pantalla como si le hubieran pedido saltar de un edificio.

"No puedo."
Eso fue lo único que escribió.

Pero no pasó un minuto cuando mandó otro mensaje.

"¿Dónde sería?"

Ahí empezó la planificación. Paso a paso, como si estuvieran construyendo un puente entre dos mundos. Katsuki se ofreció a enviarle un mapa, a decirle en qué estación bajarse, qué ponerse, cómo mezclarse con la gente para no llamar la atención.

—Te espero en la entrada del lado sur —le dijo en un audio. La voz de Katsuki era rasposa, firme, pero había algo suave en ella cuando lo decía: "Te espero."

Shoto no respondió enseguida.
Durante días, pensó en cancelar.

Cada vez que se le aceleraba el corazón al leerlo, cada vez que se reía solo por algo que Katsuki decía, una alarma interior le gritaba: Eso está mal. Eso no está bien. No sientas eso. No seas eso.

Había crecido en una casa donde el amor entre dos hombres no solo era ignorado, sino condenado. Su padre hablaba de "desviaciones" con asco. Decía que los hombres de verdad amaban mujeres, proveían, dirigían. Shoto había escuchado esas palabras tantas veces que se habían grabado como una canción horrible en su memoria.

Así que cuando empezó a notar que su pecho se aceleraba con solo ver que Katsuki estaba en línea, se asustó.
Se asustó más de lo que se había asustado nunca.

Intentó alejarse.
Intentó no responder.
Intentó convencerse de que solo era admiración.

Pero una noche, mientras escuchaban la misma canción al mismo tiempo, y Katsuki le dijo que se imaginaba bailándola con él, Shoto se rompió.

—No puede ser —susurró, solo, en el granero—. No puede ser esto. No puedo ser esto.

Y lloró. Lloró como no había llorado nunca.

No sabía si era rabia, tristeza, culpa o una mezcla de todo.

Pero esa misma noche, escribió en su cuaderno:

"Me gusta como me habla. Me gusta como me ve. Me gusta como me hace sentir."

A la mañana siguiente, se miró al espejo. Por primera vez, se reconoció como alguien que quería amar sin esconderse.

Fue entonces cuando decidió que sí iría al festival.

El día anterior al viaje, Shoto fue más cuidadoso que nunca. Dejó todo en su lugar. Preparó una mochila pequeña con lo justo. Guardó su teléfono entre los libros viejos. Se aseguraría de salir sin hacer ruido.

Pero el destino parecía haber decidido que su despedida no sería pacífica.

Durante la cena, su hermana dejó caer un vaso otra vez. Esta vez no hubo segundos de silencio. El padre se levantó furioso, como si esperara el error, y le gritó que era una inútil. Shoto se levantó de inmediato para recoger los pedazos. Su hermana intentó detenerlo.

—Déjalo —le susurró—. No te metas.

Pero él ya estaba de rodillas, recogiendo.

Y entonces, el golpe.

La bofetada fue más fuerte que la anterior. La recibió con la cabeza en alto.

Y cuando su hermana corrió a levantar el vaso, su padre también la golpeó a ella.

Shoto no gritó.

Solo lo miró.
Lo miró con un desprecio sereno, nuevo.
Y supo, sin dudas, que esa sería su última noche en esa casa.

 

El festival fue un caos de colores, luces, cuerpos en movimiento. Shoto llegó puntual, temblando, escondido en una capucha. Y entonces lo vio: Katsuki, con una camisa oscura, el cabello despeinado por el viento, apoyado en una baranda, esperando.

Esperándolo.

Cuando sus ojos se cruzaron, Shoto se detuvo. No por miedo, sino porque todo lo que sentía se condensó en un solo segundo: él estaba eligiendo algo por primera vez.

Caminó hacia él.
Katsuki lo recibió con una sonrisa torcida.

—Pensé que te ibas a echar para atrás.

—Yo también —susurró Shoto.

No se abrazaron. No se besaron. Solo caminaron juntos hacia la música.

Esa noche, rieron, gritaron, bailaron. Shoto nunca se había sentido tan libre. Tan liviano. Tan fuera de la jaula.

Durmió en el sofá del departamento de Katsuki esa noche.
Y la siguiente, y la siguiente.

Poco a poco, comenzó una vida que jamás pensó que tendría.

Pasaron semanas.
Luego meses.

Shoto consiguió un trabajo en una librería. Katsuki lo ayudaba con todo. A veces discutían, porque eran distintos, pero siempre terminaban riendo.
Shoto se dio cuenta de que no solo lo amaba...
Lo admiraba.

Una tarde, decidió volver a su pueblo.

Quería buscar a su hermana. Mostrarle que se puede vivir diferente.

Katsuki lo acompañó hasta la estación.
No dijo mucho, solo:

—Si pasa algo, llamame.

Shoto le sonrió, con la misma calma con la que un día recogió un vaso roto.

Pero cuando llegó a su calle, algo no encajaba.

El aire olía a humo.
Había cintas amarillas.
Gente murmurando.

Se acercó. Un oficial lo detuvo.

-no puede pasar por aquí señor es muy peligroso,manténgase detrás de la línea amarilla-

-es mi casa oficial ¿que está pasando?-dijo shoto horrorizado viendo la casa completamente destruida.

—Lo siento, señor hubo un incendio hace tres noches. Nadie sobrevivió.

El dolor no fue inmediato.

Fue frío. Silencioso.

Como su casa.

No lloró hasta que volvió al departamento.

Katsuki no dijo nada.

Solo lo abrazó.

Y Shoto, entre lágrimas, entendió algo que jamás había sentido antes:

Él no había perdido su hogar.
Su hogar lo estaba abrazando.

Porque por fin, él era libre.
Y por fin, sabía amar.

Chapter 9: ✨Dance✨

Chapter Text

Si había algo en lo que Todoroki Shoto era realmente malo —aparte de cocinar, claro está—, era bailando.

Y no es que no lo intentara. Había visto tutoriales, practicado frente al espejo, incluso había tomado la mano de Izuku alguna vez solo para coordinar los pasos sin tropezarse... pero siempre era lo mismo: movimientos rígidos, sin ritmo, como si su cuerpo fuera un robot que todavía estaba esperando una actualización.

Por eso, cuando vio a Katsuki bailar por primera vez, pensó con absoluta certeza: "Este hombre es un ángel caído del cielo."

Porque no era solo que Katsuki supiera moverse. No. Es que lo hacía con una seguridad tan descarada, tan natural, que parecía que el suelo se adaptaba a sus pasos en lugar de lo contrario. Tenía ritmo, gracia... y, para colmo, esa maldita sonrisa arrogante que ponía siempre como si supiera que era bueno en todo.

Y probablemente lo sabía.

Shoto lo descubrió la noche de su graduación. Todos estaban medio borrachos, medio eufóricos, medio llorando por el futuro y las despedidas. Él, como siempre, estaba sentado en una esquina con su vaso en la mano, viendo a los demás hacer el ridículo en la pista de baile mientras agradecía mentalmente no tener que pasar por eso.

Hasta que Mina, con su vestido brillante y su energía desbordante, se acercó a Katsuki —quien ya estaba visiblemente ebrio y más suelto de lo habitual— y le dijo, sin rodeos:

—¡Vamos, kats, ven a bailar conmigo! ¡No acepto un no!

Y Shoto pensó: "La va a insultar. Le va a decir que no."

Pero para su sorpresa, Katsuki solo la miró con los ojos entrecerrados, bufó y murmuró:

—Tsk... está bien, rosada. Pero no me pises.

Y entonces ocurrió.

Katsuki entró a la pista de baile con una naturalidad brutal. Los primeros compases de la canción sonaban y él ya se estaba moviendo con el ritmo, con una precisión que parecía ensayada. Nada de movimientos torpes o rígidos. No. Katsuki giraba, pisaba, se dejaba llevar por la música como si lo hiciera todos los días. Incluso hacía pasos que parecían improvisados, pero que se veían tan bien que todos empezaron a aplaudir.

Mina se reía, siguiéndole como podía, mientras él se lucía sin querer, sin preocuparse por nada.
Y Shoto...

Shoto se quedó boquiabierto.

—¿Qué...? —susurró, demasiado confundido para terminar la frase.

Izuku, sentado a su lado, soltó una pequeña risa, y dijo con una voz llena de orgullo y algo de nostalgia:

—¿No sabías que Kacchan fue a clases de danza cuando era niño? —Shoto lo miró, sorprendido—. Tenía demasiada energía, y su mamá lo metió a todo: natación, karate, y sí... baile también. Siempre se movía con fuerza, pero en el estudio aprendió a controlarlo. Se peleaba un montón con los otros niños, claro, pero siempre fue increíble.

Y Shoto lo entendió todo.

Entendió por qué Katsuki caminaba como si la calle le perteneciera.
Por qué parecía tener control absoluto de su cuerpo.
Por qué incluso cuando estaba furioso, sus movimientos eran precisos, medidos, casi coreografiados.

Y por qué, de repente, sentía que su pecho se le llenaba de mariposas.

Esa noche, cuando Katsuki volvió a la mesa sudado, agitado y aún sonriente, Shoto lo miró con ojos nuevos. Con hambre de saber más. Con un deseo extraño y cálido de volver a verlo así, sin restricciones.

—Eres bueno en todo —le dijo, sin pensar demasiado.

Katsuki lo miró de reojo, se pasó la lengua por los labios con esa arrogancia tan suya, y respondió sin dudar:

—Lo sé.

Shoto parpadeó. Esperaba una burla, un chiste, incluso un bufido... pero no eso. Y sin embargo, esa respuesta le arrancó una sonrisa.

Una genuina. Una suave.

Porque aunque fuera bueno en todo, Katsuki también era suyo.

Y aunque él no supiera bailar, sí era bueno en una cosa:
Amar a Katsuki con todo su corazón, incluso con los dos pies izquierdos.

Desde esa noche, cada vez que sonaba una canción, Shoto no pensaba en lo torpe que era.
Pensaba en las manos de Katsuki, en su risa, en cómo le decía "ven" sin palabras.
Y entonces se levantaba.
Aunque fuera solo para acercarse a él.

Chapter 10: Celos

Chapter Text

Katsuki y Shoto no solían pelearse en serio. Las discusiones eran tontas, a veces incluso tiernas: si Shoto tardaba demasiado en bañarse, si Katsuki usaba su camiseta favorita sin permiso, si uno de los dos dejaba abierta la ventana por la noche. Siempre acababan igual: un "lo siento" suave por parte de Shoto, y un beso rápido en la mejilla(aunque cargado de afecto) por parte de Katsuki.

Pero esa noche, nada de eso sirvió.

Todo empezó en la cena grupal. Habían salido todos los del curso a comer ramen. El ambiente era cálido, animado, lleno de risas y bromas. Shoto estaba sentado entre Katsuki y Deku, como de costumbre, sin pensar demasiado en eso.

Pero hubo algo que encendió la chispa.

Izuku, emocionado como siempre, había puesto su teléfono sobre la mesa y girado la pantalla hacia Shoto.

—Mira, Todoroki, esta canción me recuerda a ti —dijo con una sonrisa cálida—. Tiene un ritmo muy tranquilo, pero la letra es intensa. Como tú.

Shoto, ligeramente sonrojado, ladeó la cabeza curioso. Escuchó un fragmento mientras Izuku le explicaba los acordes, las emociones detrás, incluso le tomó suavemente el brazo para indicarle cómo se imaginaba que alguien como él bailaría esa melodía.

Katsuki los miraba en silencio, el vaso en la mano. Su ceja tembló. Su mandíbula se tensó. Nadie notó el cambio en el ambiente... excepto él.

Y Shoto... bueno, Shoto solo estaba confundido.

No entendía por qué Katsuki no hablaba. Por qué sus dedos apretaban tanto el vaso. Por qué no reía como hace un momento.

Cuando salieron del restaurante, Katsuki no dijo ni una palabra.

Caminaron en silencio. Shoto intentó tomarle la mano, pero Katsuki la esquivó.

—¿Qué pasa? —preguntó finalmente, sin comprender—. ¿Estás molesto?

Katsuki se detuvo en seco.

—¿Molesto? No —dijo con sarcasmo—. Solo quiero saber cuánto más vas a dejar que ese nerd te toque como si fuera tu maldita pareja.

Shoto parpadeó, sorprendido.

—¿De qué estás hablando?

—¡De Deku! —espetó Katsuki, con la voz cargada de rabia—. Lo de hoy fue demasiado. Te habla como si fueras su maldita pareja. ¡Y tú... tú solo lo dejas!

—¿Lo dejo qué...? —Shoto frunció el ceño, aún confuso—. Solo me mostró una canción.

—¡Te agarró el brazo! ¡Te dijo que eras como una canción romántica! ¿Y tú qué hiciste? Te sonrojaste. Sonreíste.

La acusación golpeó a Shoto en el pecho. Tragó saliva.

—No pensé que fuera para tanto...

—¡Claro que no lo pensaste! —gritó Katsuki, dando un paso al frente—. Porque tú eres demasiado bueno. Demasiado tranquilo. Y yo... yo soy un idiota que se muere de miedo de que un día te des cuenta de que alguien como Deku es más adecuado para ti.

Shoto lo miró. Por fin comprendió.

No era solo rabia. Era miedo. Miedo de perderlo. Miedo de no ser suficiente. Miedo de que su corazón lo traicionara.

Y eso le dolió más que cualquier grito.

—Katsuki... —susurró, dando un paso hacia él.

Pero Katsuki retrocedió, girando el rostro.

—Olvídalo. Estoy exagerando. No puedo controlar este puto carácter, ya lo sé. Siempre arruino todo...

Shoto no lo dejó seguir.

Le tomó la cara con ambas manos, con firmeza.

—Mírame.

Katsuki no quería. Pero lo hizo.

—Lo siento —dijo Shoto, con sinceridad—. No fue mi intención hacerte sentir así. Juro que ni siquiera pensé que Izuku se estaba pasando. No porque me gustara, sino porque yo... solo estaba hablando con un amigo. Pero ahora lo entiendo.

Su voz tembló.

—Entiendo que te dolió. Porque pensabas que ya no te iba a amar Y me duele saber que llegaste a dudarlo. Así que escúchame bien:

Te amo a ti.
A ti, Katsuki.
No hay canción, ni sonrisa que se compare con lo que siento cuando me miras.

Katsuki lo miró, como si cada palabra fuera un hilo que lo sostenía desde el borde del abismo.

Shoto le acarició la mejilla con el pulgar.

—No voy a dejar que dudes de eso nunca más. Te amo. Y eso no va a cambiar.

Katsuki cerró los ojos un segundo. Luego soltó un suspiro tembloroso y se dejó abrazar.

—Eres un imbécil —murmuró contra su cuello.

—Y tú un celoso adorable.

—No me digas adorable, maldito —susurró con la voz rota, aunque le temblaban los labios por sonreír.

Shoto rió, suave.

Esa noche no hubo beso en la mejilla.

Fue en los labios. Lento. Profundo. Cargado de todas las palabras no dichas.

Chapter 11: Celos

Chapter Text

Katsuki y Shoto no solían pelearse en serio. Las discusiones eran tontas, a veces incluso tiernas: si Shoto tardaba demasiado en bañarse, si Katsuki usaba su camiseta favorita sin permiso, si uno de los dos dejaba abierta la ventana por la noche. Siempre acababan igual: un "lo siento" suave por parte de Shoto, y un beso rápido en la mejilla(aunque cargado de afecto) por parte de Katsuki.

Pero esa noche, nada de eso sirvió.

Todo empezó en la cena grupal. Habían salido todos los del curso a comer ramen. El ambiente era cálido, animado, lleno de risas y bromas. Shoto estaba sentado entre Katsuki y Deku, como de costumbre, sin pensar demasiado en eso.

Pero hubo algo que encendió la chispa.

Izuku, emocionado como siempre, había puesto su teléfono sobre la mesa y girado la pantalla hacia Shoto.

—Mira, Todoroki, esta canción me recuerda a ti —dijo con una sonrisa cálida—. Tiene un ritmo muy tranquilo, pero la letra es intensa. Como tú.

Shoto, ligeramente sonrojado, ladeó la cabeza curioso. Escuchó un fragmento mientras Izuku le explicaba los acordes, las emociones detrás, incluso le tomó suavemente el brazo para indicarle cómo se imaginaba que alguien como él bailaría esa melodía.

Katsuki los miraba en silencio, el vaso en la mano. Su ceja tembló. Su mandíbula se tensó. Nadie notó el cambio en el ambiente... excepto él.

Y Shoto... bueno, Shoto solo estaba confundido.

No entendía por qué Katsuki no hablaba. Por qué sus dedos apretaban tanto el vaso. Por qué no reía como hace un momento.

Cuando salieron del restaurante, Katsuki no dijo ni una palabra.

Caminaron en silencio. Shoto intentó tomarle la mano, pero Katsuki la esquivó.

—¿Qué pasa? —preguntó finalmente, sin comprender—. ¿Estás molesto?

Katsuki se detuvo en seco.

—¿Molesto? No —dijo con sarcasmo—. Solo quiero saber cuánto más vas a dejar que ese nerd te toque como si fuera tu maldita pareja.

Shoto parpadeó, sorprendido.

—¿De qué estás hablando?

—¡De Deku! —espetó Katsuki, con la voz cargada de rabia—. Lo de hoy fue demasiado. Te habla como si fueras su maldita pareja. ¡Y tú... tú solo lo dejas!

—¿Lo dejo qué...? —Shoto frunció el ceño, aún confuso—. Solo me mostró una canción.

—¡Te agarró el brazo! ¡Te dijo que eras como una canción romántica! ¿Y tú qué hiciste? Te sonrojaste. Sonreíste.

La acusación golpeó a Shoto en el pecho. Tragó saliva.

—No pensé que fuera para tanto...

—¡Claro que no lo pensaste! —gritó Katsuki, dando un paso al frente—. Porque tú eres demasiado bueno. Demasiado tranquilo. Y yo... yo soy un idiota que se muere de miedo de que un día te des cuenta de que alguien como Deku es más adecuado para ti.

Shoto lo miró. Por fin comprendió.

No era solo rabia. Era miedo. Miedo de perderlo. Miedo de no ser suficiente. Miedo de que su corazón lo traicionara.

Y eso le dolió más que cualquier grito.

—Katsuki... —susurró, dando un paso hacia él.

Pero Katsuki retrocedió, girando el rostro.

—Olvídalo. Estoy exagerando. No puedo controlar este puto carácter, ya lo sé. Siempre arruino todo...

Shoto no lo dejó seguir.

Le tomó la cara con ambas manos, con firmeza.

—Mírame.

Katsuki no quería. Pero lo hizo.

—Lo siento —dijo Shoto, con sinceridad—. No fue mi intención hacerte sentir así. Juro que ni siquiera pensé que Izuku se estaba pasando. No porque me gustara, sino porque yo... solo estaba hablando con un amigo. Pero ahora lo entiendo.

Su voz tembló.

—Entiendo que te dolió. Porque pensabas que ya no te iba a amar Y me duele saber que llegaste a dudarlo. Así que escúchame bien:

Te amo a ti.
A ti, Katsuki.
No hay canción, ni sonrisa que se compare con lo que siento cuando me miras.

Katsuki lo miró, como si cada palabra fuera un hilo que lo sostenía desde el borde del abismo.

Shoto le acarició la mejilla con el pulgar.

—No voy a dejar que dudes de eso nunca más. Te amo. Y eso no va a cambiar.

Katsuki cerró los ojos un segundo. Luego soltó un suspiro tembloroso y se dejó abrazar.

—Eres un imbécil —murmuró contra su cuello.

—Y tú un celoso adorable.

—No me digas adorable, maldito —susurró con la voz rota, aunque le temblaban los labios por sonreír.

Shoto rió, suave.

Esa noche no hubo beso en la mejilla.

Fue en los labios. Lento. Profundo. Cargado de todas las palabras no dichas.

Chapter 12: Desearía que fueras gay

Chapter Text

Bakugou Katsuki, un adolescente de 17 años que se enamoró de la persona más heterosexual de la humanidad: Todoroki Shoto.

Uno de los tres mejores estudiantes de la clase 1-A. El más guapo también, maldita sea.

No lo malinterpreten, Katsuki sabía que no le convenía. Para nada. Le gustaban los retos, sí, pero enamorarse del chico que parecía no saber ni lo que era una cita, que respondía con un "entiendo" a las confesiones de amor (que le hacían otras chicas, por cierto), y que vivía con la emocionalidad de un tronco... eso ya era mucho.

Pero es que esos ojos bicolor lo tenían mal. Esa mirada fría y profunda que de vez en cuando, muy de vez en cuando, se ablandaba en medio de la risa de alguien más, como si por dentro hubiera algo que Katsuki todavía no entendía. Y su cabello... Dios. Como si lo hubieran diseñado para resaltar entre cualquier multitud. Mitad blanco, mitad rojo. Mitad hielo, mitad fuego.

Y encima era jodidamente inteligente. No del tipo que presume, no. Del tipo que escucha, que analiza, que dice una sola frase y te desmonta un argumento entero. Katsuki no lo soportaba. Pero también lo amaba por eso. Le gustaba la gente con la que podía tener una conversación coherente, con la que pudiera hablar de estrategia, de teorías quirúrgicas de combate, de música instrumental o incluso de filosofía (aunque luego lo negara con groserías, por supuesto). Y Todoroki era esa persona.

Claro, tenía un pequeño problema.

Todoroki era recto. No en el mal sentido. Solo... tradicional. Nunca lo había escuchado hablar de relaciones, de gustos, de amor en general. Siempre decía cosas como "no me interesa" o "no tengo tiempo para eso". Katsuki lo había vigilado—por investigación académica, por supuesto—y no había encontrado ni una pista de que le gustaran los chicos. Ni las chicas, a decir verdad. A nadie.

Y aun así, ahí estaba Katsuki. Comiéndose las uñas cuando lo veía sentarse a su lado en el almuerzo. Fingiendo no escuchar cada vez que Todoroki decía su nombre en voz alta, como si eso no lo estremeciera entero. Enloqueciendo cuando le decía "Bakugou" con ese tono monótono que, de alguna manera, se le clavaba directo en el pecho.

Lo peor fue el día en que se sentaron juntos durante una caminata escolar. Katsuki, sin quererlo, empezó a hablar de cosas que no solía decir en voz alta. De su madre. De lo frustrante que era tener siempre que demostrar que valía la pena. De cómo la rabia, a veces, era más fácil de manejar que el vacío.

Y Todoroki no dijo "qué extraño" o "no te entiendo".

Dijo:
—A veces también siento eso.

Simple. Real. Acompañado de un silencio que no pesaba. Que abrigaba.

Fue en ese momento, exacto, en el que Katsuki supo que estaba jodido.

Jodidamente enamorado.

Así que sí. Se enamoró del más heterosexual de la humanidad.

Pero lo que Katsuki no sabía, lo que nadie sabía, era que Todoroki también guardaba silencios que no entendía. Que sí había sentido cosas, pero las había escondido porque nadie le enseñó a nombrarlas. Que también se quedaba viendo a Katsuki en los entrenamientos más de lo necesario. Que sí notaba cuando sonreía. Que sentía mariposas (aunque él no sabía que eso era lo que eran) cada vez que Katsuki lo defendía, incluso cuando no hacía falta.

Que había una pregunta rondando su cabeza desde hacía tiempo.

¿Por qué Bakugou me importa tanto?

Y algún día, no muy lejano, la respondería en voz alta.

Chapter 13: ✨still with you✨

Chapter Text

¿Alguna vez has esperado algo por tanto tiempo pero simplemente no llega?

Eso le pasa a Katsuki Bakugou, un hombre de casi 34 años que lleva esperando —aunque nunca lo admitió en voz alta— a Shoto Todoroki desde que eran adolescentes.

La última vez que se vieron tenían 16 años. Fue en el aeropuerto, en una mañana apagada y triste, cuando Shoto le dijo "volveré" con una expresión que ya parecía una disculpa. Su padre, decidido a convertirlo en una leyenda internacional, lo había llevado a Nueva York, donde la fama y la imagen eran más importantes que cualquier deseo personal.

Durante un tiempo, se escribieron. Mensajes, correos, incluso alguna que otra llamada a escondidas en medio de sus misiones. Pero poco a poco el contacto se volvió más esporádico. Luego, nulo.

Y Katsuki lo dejó ir.

No porque dejara de amarlo.
Sino porque creyó que había dejado de importarle.

Pasaron los años.

Katsuki se convirtió en el héroe número dos de Japón. Vivía solo en un apartamento grande que no se sentía como un hogar. Su rutina era impecable, su reputación intachable, su agenda siempre llena... y su corazón vacío.

Hasta que una noche, al volver del trabajo, dejó la televisión encendida mientras se duchaba. Al salir, con una toalla en la cintura y otra en la cabeza, lo vio:

Todoroki Shoto. En Japón.
En la pantalla de noticias, caminando entre flashes y cámaras, saludando a la prensa.

No dijo nada. No sonrió. Pero su sola presencia bastó para hacer que algo en el pecho de Katsuki se agitara como no lo hacía desde que tenía dieciséis.

Shoto estaba de vuelta.

Durante semanas, Katsuki intentó encontrar alguna forma de contactarlo. Investigó discretamente, preguntó en círculos cercanos, pero Shoto parecía invisible, casi como si no quisiera que nadie supiera dónde estaba.

Y cuando ya pensaba que tal vez estaba destinado a seguir esperando, llegaron las flores.

Un ramo de lirios blancos, con un sobre pequeño y una nota.

Solo decía:

"S."

Y un número de teléfono escrito a mano.

Katsuki se quedó mirándolo durante minutos.

No decía nada más, pero lo supo.

Lo supo.

Marcó temblando. Algo en su pecho se apretaba con cada tono. Y cuando escuchó la voz al otro lado de la línea, no pudo evitarlo:

—¿Katsuki?

La voz era más profunda, más madura... pero inconfundible.

Katsuki cerró los ojos y apretó los labios, conteniendo las lágrimas que se negaba a soltar por orgullo.

Pero una escapó.

—¿Eres tú?

—Sí... soy yo —respondió Shoto—. Lo siento por desaparecer. Nunca dejé de pensarte.

No hablaron mucho más. No hacía falta.

Quedaron en verse en una cafetería del centro, lejos del ruido de los medios, lejos del pasado, en un lugar donde por fin pudieran verse de nuevo como dos personas y no como los héroes que el mundo había convertido en íconos.

Cuando Katsuki lo vio entrar, sintió que el mundo se detenía.

Shoto estaba más alto, con el cabello más largo y un abrigo oscuro que lo hacía ver elegante, pero vulnerable. Tenía esa misma mirada calma, esos ojos bicolor que aún podían romperle el alma con solo un parpadeo.

No se dijeron nada al principio.

Solo se miraron.

Y luego se abrazaron.

Un abrazo largo, torpe, lleno de cosas que nunca pudieron decir.

Katsuki escondió la cara en el cuello de Shoto y, por primera vez en años, lloró.
No por tristeza.
Sino porque había esperado tanto... y por fin estaba ahí.

—Pensé que ya no me recordabas —murmuró Katsuki contra su pecho.

Shoto lo sostuvo más fuerte.

—Te recordé cada día. Por eso volví.

Y ahí, en esa cafetería cualquiera, entre tazas de café ya frías y corazones finalmente encontrados, la espera terminó.

Había dolor, sí. Había heridas, años perdidos, palabras no dichas.
Pero también había algo más fuerte que todo eso:

El amor que nunca se fue.

Chapter 14: Comodidad

Summary:

⚠️ En este capítulo todos los personajes son mayores de edad, no existen los quirk, son maestros, Shoto y Katsuki tienen una relación secreta y viven juntos ⚠️

Chapter Text

Shoto tiene problemas para dormir y la única forma de conciliar el sueño es en los pechos de Katsuki. No lo juzguen, es solo que son perfectos: son redondos, suaves, esponjosos y, sobre todo, son las mejores almohadas que existen.

Shoto empezó a dormir en el pecho de Katsuki cuando se escapaba de casa a los 17 y se quedaba en casa del rubio por sus problemas familiares. Katsuki lo abrazaba fuertemente contra su pecho y se quedaban en silencio mientras acariciaba su cabeza hasta quedarse dormidos.

El tiempo pasó. Los años, los títulos, el apartamento, el trabajo. Pero esa costumbre jamás cambió. Ahora eran adultos, compartían cama y secretos, pero Shoto seguía buscando el mismo lugar cada vez que no podía dormir.

Esa noche, el silencio del departamento era espeso. El reloj marcaba las 2:12 a.m. y Shoto, recostado de lado, tenía la mirada perdida en el techo. Uno de sus ojos —el gris— parecía apagado; el otro, azul, brillaba con la tenue luz que se filtraba por la ventana. Apretaba las sábanas con una mano. Frustrado. Inquieto.

Del otro lado de la cama, Katsuki gruñó sin abrir los ojos.

—Otra vez, ¿mitad y mitad?

Shoto no dijo nada al principio. Solo se giró en silencio y lo miró. Katsuki abrió un ojo. Lo vio. Ese gesto le bastó.

Chasqueó la lengua, soltó un suspiro exagerado y levantó el brazo.

—Ven aquí, idiota.

Shoto no lo pensó dos veces. Se metió bajo su brazo, dejando caer el rostro directamente sobre el pecho desnudo de Katsuki. Cerró los ojos en cuanto sintió el calor, la firmeza suave, el olor a piel y a noche tranquila.

Katsuki lo rodeó con fuerza.

—¿Sabes contar ovejas, mitad y mitad?

—Sí, pero ninguna tiene un pecho como este —murmuró Shoto, con voz arrastrada por el cansancio.

—Estás enfermo —dijo Katsuki, con media sonrisa en los labios—. Enfermo y pegajoso.

Shoto se encogió un poco, adaptando su altura a la del rubio. Sus piernas sobresalían un poco del borde de la cama, pero no le importaba.

—Tú me malacostumbraste. A los 17 me arrullabas así, ¿recuerdas?

—Yo no arrullo a nadie. Solo me usaste como colchón humano.

—Y lo seguiré haciendo. Hasta que te mueras —susurró, escondiendo la sonrisa contra su piel.

Katsuki resopló, pero deslizó los dedos por su cabello con suavidad. La otra mano reposó en su espalda.

—No te pongas raro ahora. Es tarde. Duerme, idiota.

Shoto dejó salir un suspiro largo. Su cuerpo empezó a relajarse. Su respiración se volvió más profunda. El corazón de Katsuki golpeaba fuerte y constante bajo su oído.

—Gracias —dijo, con voz apenas audible.

Katsuki apoyó la barbilla sobre su cabeza.

—Solo porque tus ojos de gatito triste me dan lástima —murmuró—. Uno gris, uno azul, cara de insomnio... No tenía opción.

Shoto rió muy bajito. Luego se quedó quieto.

Y por fin, se durmió.

Chapter 15: Una tarde tranquila

Summary:

⚠️en este capítulo katsuki y shoto son mayores de edad, viven juntos, están casados, shoto tomó el apellido de katsuki, tienen dos gatos, en este mundo no existen los Quirk, shoto trabaja como contador y katsuki como chef⚠️

Chapter Text

Era una tarde tranquila en la casa Bakugou. Shoto y Katsuki tenían uno de esos días libres que extrañamente coincidían; es muy difícil que eso suceda, ya que el horario de un contador y de un chef no es muy similar, que digamos. Pero al ser así de raro, hacía que le tuvieran más aprecio a estos días.

Estaban sentados tranquilamente en el sofá viendo el programa favorito del rubio, el cual Shoto estaba obligado a ver, pero no le importaba mucho, porque cuando Katsuki estaba concentrado en algo que le gustaba tenía el reflejo de apoyar su cabeza en lo que tuviera al lado... en este caso, Shoto.

La calidez del contacto, el peso cómodo sobre su hombro, y el leve murmullo de la televisión creaban un ambiente que casi lo hacía olvidar lo caótico que podía ser todo lo demás. Shoto giró ligeramente el rostro, observando de reojo el cabello alborotado del rubio, que se movía apenas con cada respiración.

—Te estás durmiendo —susurró con una leve sonrisa, casi como si no quisiera romper la calma del momento.

—Cállate... solo cerré los ojos un momento —gruñó Katsuki, sin despegar la vista del televisor y sin moverse ni un centímetro de su lugar.

Shoto no respondió. Solo bajó el volumen del programa un par de puntos y volvió a acomodarse mejor para que Katsuki estuviera más cómodo. Nunca diría en voz alta lo mucho que disfrutaba estos momentos, ni lo rápido que su corazón se aceleraba con un gesto tan simple.

Con el paso de los minutos, los dos terminaron por rendirse al peso de la tranquilidad. Katsuki se quedó dormido primero, con la frente apoyada en el hombro de Shoto, su respiración lenta y cálida marcando el ritmo del silencio.

Shoto no tardó en seguirlo, el cuerpo relajado, una mano aún rozando la del rubio, mientras el mundo se desdibujaba a su alrededor.

Horas más tarde, la tenue luz del atardecer entraba por la ventana, tiñendo la sala de un tono anaranjado suave. Shoto fue el primero en abrir los ojos. Parpadeó un par de veces, confundido por unos segundos, hasta que sintió el calor familiar a su lado. Katsuki seguía dormido, con el ceño ligeramente fruncido incluso en sueños.

Shoto sonrió apenas, con esa ternura silenciosa que rara vez mostraba. No quiso moverse, pero escuchó unas patitas suaves acercarse desde el pasillo. Primero apareció Soba, con su andar elegante, y justo detrás, Explosión, con la cola en alto y un maullido suave a punto de salir de su boca.

Shoto alzó una mano despacio y les hizo una señal con los dedos —un gesto pequeño, casi cómplice— como pidiéndoles silencio. Señaló con la cabeza al rubio dormido a su lado, y ambos gatos se detuvieron, mirándolo con esos ojos felinos llenos de entendimiento.

Soba se acomodó en el respaldo del sofá, cerca de la cabeza de Shoto, mientras Explosión se acurrucó en el suelo, al lado de los pies de Katsuki. Todo volvió al mismo silencio cómodo de antes.

Shoto bajó la mirada hacia su esposo, dejando que una suave paz lo envolviera. No necesitaban más que eso: una tarde sin ruido, dos gatos en casa y el peso cálido de alguien amado durmiendo contra su hombro.

Y sin decir palabra, volvió a cerrar los ojos

Chapter 16: Miedo

Summary:

⚠️este capítulo Katsuki y Shoto tienen 17 años. Shoto se escapó de su casa, y ahora se está quedando con su novio Katsuki por un tiempo. Shoto le tiene miedo a los truenos. ⚠️

Chapter Text

Era un viernes por la noche. Katsuki y Shoto estaban en la habitación del rubio, acostados uno sobre el otro y viendo una película tranquilamente, mientras los padres de Katsuki estaban en la cocina preparando la cena. De repente, un trueno cayó con fuerza, haciendo que los adolescentes se sobresaltaran. Katsuki fue el primero en reaccionar y le acarició el pelo al bicolor, preguntándole si estaba bien.

—¿Estás bien, mitad-mitad? —preguntó en voz baja, pasándole los dedos con suavidad entre los mechones blancos y rojos.

Shoto no respondió enseguida. Su cuerpo se había tensado y sus ojos se mantenían abiertos de par en par, fijos en la pantalla, aunque estaba claro que ya no estaba prestando atención a la película. Otro trueno retumbó en el cielo, más fuerte que el anterior, y Shoto se encogió visiblemente, aferrándose sin pensarlo a la camiseta de Katsuki.

—Hey, tranquilo... —susurró el rubio, bajando un poco el volumen de la tele mientras se incorporaba apenas—. Es solo una tormenta, no va a pasar nada.

—Lo sé... —murmuró Shoto en voz baja, sin mirarlo—. Es solo que... no me gustan. Nunca me han gustado.

Katsuki guardó silencio unos segundos. Entendía perfectamente. Shoto no necesitaba contarle todo para que él supiera por qué le temía a cosas como esa. Crecer en una casa donde los gritos eran más frecuentes que las risas, donde los portazos dolían más que los golpes, dejaba marcas que ni el tiempo ni la lógica podían borrar del todo.

—Ven aquí, tonto —dijo con suavidad, jalándolo despacio hasta que Shoto quedó acurrucado contra su pecho—. No tienes que aguantarlo solo. Estoy contigo, ¿sí? No te va a pasar nada mientras estés aquí.

Shoto cerró los ojos, respirando hondo. Se aferró un poco más a Katsuki, como si temiera que lo soltara en cualquier momento.

—Gracias... —susurró apenas.

—No me des las gracias por cuidarte —le respondió Katsuki con una sonrisa casi imperceptible, besándole la coronilla—. No pienso hacer otra cosa que eso.

La tormenta seguía rugiendo afuera, pero dentro de esa habitación todo parecía más cálido, más calmo. La tele seguía encendida, mostrando imágenes que ninguno de los dos estaba viendo, pero eso ya no importaba.

En medio del silencio, roto solo por el estruendo lejano del cielo, Katsuki apretó un poco más el abrazo y le murmuró al oído:

—Te prometo que esta vez no estás solo. Nunca más.

ambos se sumergieron en un sueño profundo disfrutando la compañía del otro.

Chapter 17: Romance Adolescente

Summary:

⚠️Antes que nada, quiero aclarar que en este capítulo Shoto y Katsuki son mejores amigos desde la infancia, junto con Izuku. Ambos están enamorados el uno del otro, aunque creen que es un secreto. Sin embargo, los únicos que no se dan cuenta de sus sentimientos son ellos mismos.

Además, en este capítulo Shoto tiene una familia estable: Enji nunca abusó de sus hijos, y él y Rei realmente se aman. Además shoto es hijo único. Tampoco existen los quirks en este universo, así que Enji es el dueño de una empresa multimillonaria, y por eso la familia Todoroki es rica.⚠️

Chapter Text

Katsuki, Shoto e Izuku han sido mejores amigos prácticamente desde que nacieron. Sus madres eran amigas desde la secundaria y, al quedar embarazadas casi al mismo tiempo, decidieron que sus hijos crecerían juntos y serían como hermanos. Sin embargo, ninguna de ellas imaginó que los lazos entre ellos llegarían a ser tan fuertes. Los tres hacen literalmente todo juntos desde que tienen memoria, y esa cercanía no ha cambiado con los años.

Actualmente, Shoto y Katsuki tienen 17 años, mientras que Izuku, el menor del grupo, tiene 16. Pero esa pequeña diferencia de edad nunca fue un obstáculo en su amistad. Comparten muchos intereses, pasatiempos y formas de ver el mundo, aunque hay una diferencia bastante notable entre ellos: su situación económica.

Katsuki es hijo de dos diseñadores de moda reconocidos internacionalmente; viven una casa modesta pero espaciosa en una buena ciudad, Shoto, por su parte, proviene de una familia muy rica, ya que su padre es dueño de una empresa multimillonaria. Su hogar es amplio, impecable y silencioso. Izuku vive en un pequeño pero cálido apartamento junto a su madre, Inko, quien lo ha criado sola con todo el amor del mundo, a pesar de una lesión en la pierna que le impidió volver a trabajar.

Aunque sus vidas eran distintas en muchos sentidos, nunca hubo barreras entre ellos. En todo caso, sus diferencias solo hicieron su amistad más sólida, más equilibrada. Eran el tipo de grupo donde no hacía falta decir nada para entenderse.

Pero había algo que todos sabían pero que nadie se atrevía a decir.

Shoto y Katsuki estaban enamorados el uno del otro.

Claro que ellos juraban que nadie lo había notado. Pero el problema era que los únicos que no se daban cuenta... eran ellos mismos.

Las cosas empezaron a tomar un rumbo diferente ese verano, cuando Rei propuso pasar unas semanas en la casa de campo de los Todoroki. Era algo que ya habían hecho años atrás, pero esta vez, las madres —Rei, Mitsuki e Inko— estaban convencidas de que podía ser el momento perfecto para que por fin ocurriera lo inevitable.

Y no eran las únicas que pensaban así.

—Esto es agotador —murmuró Izuku una tarde, después de ver cómo Katsuki insultaba a Shoto por olvidarse de usar protector solar... mientras le aplicaba él mismo una buena capa con más delicadeza de la que nadie esperaba—. ¿Cuántas señales más necesitan?

—Yo ya me rendí —dijo Mitsuki, bebiendo su limonada—. Es como ver una novela romántica de los 80s.

—Pero... es lindo —comentó Inko, sonriendo—. Se cuidan tanto y ni siquiera se dan cuenta.

Masaru, que estaba en la cocina cortando pan, se quedó callado un momento. Luego dijo en voz baja:

—A veces... cuando quieres mucho a alguien, te da miedo que las cosas cambien. Tal vez solo necesitan un empujoncito. Pero suave, ¿no? Como cuando uno toca la puerta y espera... sin presionar.

Mitsuki lo miró y sonrió suavemente.

—Tú siempre tan dulce, Masaru.

Él se sonrojó, agachando la cabeza.

—Solo... quiero que estén bien.

En ese momento, Enji entró a la sala con una taza de café. Frunció el ceño al notar las miradas cómplices.

—¿Otra vez molestando a esos dos ?

—No los estamos molestando-dijo Rei con calma—. Es solo... una conversación entre personas preocupadas.

Enji bufó.

—Son adolescentes —dice con su tono severo pero sereno—. Si están enamorados, lo descubrirán solos. Déjenlos en paz y ocúpense de cosas más importantes.

Dicho eso, se dio media vuelta y se fue, dejando tras de sí un silencio.

—¿Creen que deberíamos dejar de intervenir? —susurró Inko.

—No —dijo Mitsuki—. Creo que tenemos que ser más discretos.

Y así comenzaron a darle un "empujoncito" para que se dieran cuenta de sus sentimientos.
Ponerlos de pareja en toda las actividades, caminatas donde Izuku se "perdía" para dejarlos solos, juegos de mesa donde los dos siempre terminaban en el mismo equipo...
Cada día, pequeñas situaciones diseñadas con cariño, sin presionar demasiado. Solo para darles espacio. Para que pudieran verse como ya los veían todos.

Y algo comenzó a cambiar.
Las miradas entre ellos eran más largas, las discusiones menos frecuentes, y cada gesto parecía tener un nuevo significado.
Una noche, después de la cena, Izuku salió a la terraza y encontró a Shoto solo, mirando las estrellas.

—¿Puedo sentarme?

Shoto asintió sin apartar la vista del cielo. Pasaron unos minutos en silencio.

—Sabes que puedes decirme cualquier cosa —murmuró Izuku—. si quieres hablar de algo puedes decirlo con confianza.

Shoto bajó la mirada.

—Estoy enamorado de Katsuki.

La confesión salió sin rodeos, con una calma extraña. Como si al fin pudiera respirar.

—Desde hace mucho, creo. Pero tenía miedo. Porque... si lo arruino, lo pierdo. Y no quiero perderlo.

Izuku lo miró con ternura.

—Lo que sientes no te va a hacer perderlo. Lo que lo haría... sería negarlo para siempre.

Shoto no respondió. Solo sonrió, muy levemente. Como si por fin aceptara algo que ya llevaba tiempo cargando.

Más tarde esa misma noche, mientras Izuku lavaba su taza, Katsuki entró en la cocina con las manos en los bolsillos.

—Oye, nerd.

—¿Sí?

Katsuki respiró hondo, sin mirarlo.

—No se lo digas a nadie. Pero... creo que estoy enamorado de Shoto.

Izuku dejó de fregar la taza y lo miró con los ojos bien abiertos.

Katsuki seguía sin mirarlo, pero su voz temblaba ligeramente.

—No sé desde cuándo. No sé si debería decirle. Pero tenía que decírselo a alguien. Y tú... tú no eres tan idiota como pareces.

Izuku no sabía si reír o llorar. Se sentía tan feliz que el corazón le latía fuerte en el pecho.

—Gracias por confiar en mí —logró decir—. Tu secreto está seguro.

Katsuki asintió y salió de la cocina sin decir nada más.

Izuku se quedó allí, con las manos húmedas y la sonrisa más grande que había tenido en todo el verano. No podía contarles lo que acababa de escuchar a ninguno de los dos... pero eso no importaba.

Porque por fin lo sabían.
Por fin se lo habían dicho a sí mismos.

Y eso... eso era un verdadero comienzo.

Chapter 18: Secreto de amor ( todobaku yuri versión)

Summary:

en este capítulo todos los hombres de bnha son mujeres, están en un colegio de monjas,no existen los quirks y katsuki y shoto son novias en secreto ⚠️

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Katsuki y Shoto llevaban dos años saliendo en secreto. Dos años de miradas cómplices, de manos que se soltaban antes de que alguien pudiera notarlo, de mensajes borrados al instante. En su colegio, extremadamente religioso, ser dos chicas enamoradas no era algo que pudiera decirse en voz alta.

Al principio creyeron que podían soportarlo. Pero el cansancio llegó.

—Oye… —dijo Shoto, sentada junto a Katsuki en las gradas, balanceando ligeramente los pies—. ¿No estás cansada de todo esto?

Katsuki chasqueó la lengua confundida. — ¿De que exactamente?

—de escondernos—respondió Shoto—.

Katsuki apretó los dientes. —Sabes por qué no podemos decirlo.—Este lugar es una mierda —murmuró—. No quiero que te hagan daño.

—Lo sé —Shoto la miró de reojo—. No estoy diciendo que se lo digamos a todo el mundo.

—Entonces, ¿qué quieres? —preguntó Katsuki a la defensiva.

-Quiero decírselo a las chicas- respondio shoto ansiosa.

Katsuki se tensó. —¿Las chicas? ¿Estás loca? Mina habla hasta dormida, Sero no filtra nada, Kirishima se emociona por todo y Deku… Deku se pone nerviosa hasta con un saludo.

-lo sé pero confío en que no dirán nada, por favor katsuki ¿Si?-respondio shoto tratando de convencer a la rubia.

Katsuki respiró hondo, apretó los puños… y gruñó. —Tch. Está bien pero si una sola de ellas abre la boca, juro que exploto todo.

-Gracia, kats- dijo shoto con una sonrisa genuina.

Ese mismo día, se sentaron con Mina, Sero, Kirishima y Deku bajo un árbol del patio. Mina hablaba sin parar hasta que notó el ambiente extraño.

—Ok, paren todo —dijo—. ¿Por qué parecen a punto de confesar un crimen?

—No es un crimen —dijo Shoto rápidamente.

—Depende —añadió Katsuki—. Para este colegio, casi.

Deku se enderezó nerviosa. —Ahora sí me asusté…

Kirishima sonrió, intentando relajar el ambiente. —Sea lo que sea, somos fuertes, lo aguantaremos.

Katsuki inhaló profundo. —Shoto y yo estamos juntas. Desde hace dos años.

El silencio fue total.

Mina parpadeó. —…Ah.

—¿“Ah”? —repitió Katsuki—. ¿Eso es todo lo que vas a decir?

—Lo sabíamos —dijo Sero tranquilamente.

—¿Cómo que lo sabían? —preguntó Shoto, sorprendida.

—pues se les notaba —respondió Kirishima—. Mucho.

Deku asintió rápido. —Pero no dijimos nada porque… no queríamos presionarlas.

—Además —añadió Mina—, se ven felices juntas. Solo que siempre están a la defensiva.

Katsuki desvió la mirada. —Este lugar no es seguro.

—Lo sabemos —dijo Sero con seriedad—. Por eso vamos a cuidarlas.

—No necesitamos niñeras —gruñó Katsuki.

—No —respondió Mina sonriendo—, pero sí amigas.

Shoto sintió un nudo en la garganta. —Tenía miedo de que nos miraran distinto.

Deku negó con la cabeza. — Nunca las trataríamos distinto por algo así, siguen siendo nuestras mejores amigas.

Kirishima levantó el puño. —¡Exacto!

Katsuki suspiró, finalmente relajándose un poco. —Tch… supongo que no fue tan mala idea decirselos.

Mina se levantó y abrió los brazos. —Vengan acá, idiotas sentimentales.

Shoto abrazó primero. Katsuki dudó… pero no se quedó atrás.

—Gracias —dijo Shoto—. De verdad.

—No tienen que esconderse con nosotras —dijo Sero—. Nunca.

Tal vez el colegio no estaba listo.
Tal vez el mundo tampoco.

Pero ahora tenían un pequeño refugio.
Un lugar donde podían ser ellas mismas.

Y por primera vez en mucho tiempo, eso era suficiente. 

Notes:

Perdonen la demora, tenía bloqueó de escritor como siempre pero al fin pude escribir algo decente; Quería escribir algo wlw hace mucho tiempo porque casi no hay todobaku wlw, díganme si les gusta esta versión para hacer más capítulos de este estilo.