Chapter 1: Capítulo Uno
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Él no sabía cómo colocar ramos, hacer que las flores se vieran bien unas con otras, pero tampoco importaba demasiado cuando ya los ramos estaban hechos. Yeosang se pasaba los días entre su trabajo a media jornada, las clases en la universidad y sobrevivir al día siguiente para repetir la misma rutina. Tampoco lo odiaba, se conformaba y le gustaba la seguridad que le brindaba saber qué hacer cada día. Esa mañana la tienda estaba bastante tranquila, siendo un día frío de Noviembre poca gente se aventuraba a buscar flores más allá del calor de su acogedora casa.
Mientras limpiaba el suelo por segunda vez, el cual ya estaba impoluto, sonó el timbre anunciando la llegada de un cliente. Yeosang se arregla los mechones negros del flequillo que le habían caído en los ojos y se arregla el delantal, listo para atender. La señora Cha, que ya es clienta habitual, se acerca al mostrador con una dulce sonrisa. La sonrisa de Yeosang también se acentúa al verla.
—Bienvenida señora Cha ¿Hoy serán azules las flores? — dice Yeosang alegremente.
—Sí cariño, hoy tocan las azules — se ríe ella.
Entre conversaciones fluidas sobre el día de ambos y el tiempo, Yeosang le arregla el ramo y le coloca la cinta de la tienda. Al despedirse la señora le promete traerle galletas al día siguiente.
Su trabajo en la floristería le gusta bastante, es tranquilo y puede dejar vagar su mente hacia otras cosas, o tareas de la universidad, mientras hace cualquier cosa que requiera la tienda ese día. El trabajo le vino como caído del cielo en un momento donde lo estaba pasando mal económicamente. Decidió abandonar su antiguo trabajo y dedicar su tiempo a estudiar un grado en química en una de las universidades que lo aceptaron. Sus inseguridades jugaron en su contra por su edad, el pensamiento de verse entre estudiantes jóvenes lo llenaba de ansiedad y una cierta decepción consigo mismo por no haber aprovechado su momento cuando lo tuvo. Ahora ya era tarde y su plan era hacer algo con su vida antes de cumplir los 30.
Cuando llega la hora del cierre empieza a preparar las cosas para el día siguiente. Las flores de la entrada recogerlas, el cartel pequeño de fuera guardarlo y hacer la caja. Como ya ha limpiado dos veces no tiene porqué volver a hacerlo. Se despide de su jornada con el click de la cerradura y se marcha, colocando bien el abrigo para que el frío lo deje un rato tranquilo, por lo menos en el corto trayecto hasta su piso.
Lo encontró, como las pocas cosas buenas que tiene en su vida, de pura suerte. Alguien en su clase de Ampliación de Química Física buscaba quitarse de encima un pequeño estudio a bajo precio, a lo cuál de forma desesperada Yeosang lo cogió. Luego se dió cuenta del porqué de su bajo precio: sus vecinos, la mayoría jóvenes universitarios (más jóvenes que él a su pesar) hacían fiestas y ruidos casi todos los días, al final recurrió a la biblioteca más cercana para poder estudiar y hacer algunas tareas. Cuando quería, o debía dormir, se tomaba algunas gominolas de un herbolario para poder conciliar aunque fueran 5 horas de sueño. Aún así Yeosang seguía manteniendo la sonrisa y una positividad envidiable, a pesar de lo precario de su economía y descanso diario. También estaba el aliciente de ver de vez en cuando a su único buen amigo de hacía años, Hongjoong. Solían quedar para tomar café o estudiar las veces que su amigo no estaba en el trabajo de la radio. Tenía su propio canal y le iba bien, experimentando con mezclas para los oyentes más nocturnos.
Al llegar al pequeño estudio, deja la bolsa con sus cosas en una silla cerca de la entrada, llena de ropa de los días anteriores. Hacer la colada lo termina cansando más, porque tiene que ir a la lavandería a dos calles de su pequeña habitación. Lo cuál solo de pensarlo ya está cansado. Se ducha y se prepara una taza de fideos con los restos de pollo del día anterior mientras revisa su teléfono.
Joong: Avísame cuando vuelvas, te pondré algo relajante esta noche 👍
A Yeosang le enternece que su amigo se preocupe por sus ciclos de sueño y no tarda en enviarle una respuesta rápida.
Yeosang: ¡En casa!
Termina de comer y friega los platos mientras enciende la radio. Su amigo se escucha de fondo hablar sobre un grupo indie nuevo que quiere recomendar. Su teléfono suena en ese momento y sabe que es la respuesta de Hongjoong.
Joong: Perfecto, la siguiente es para ti. Vete a la cama ya, luego no hay quien te mire con esas ojeras.
Yeosang se ríe, sabe que Hongjoong lo quiere mucho y no sabe bien cómo ayudarlo a dormir mejor. Lo bonito es que siempre lo intenta, así es el amigo tan especial que tiene.
La canción empieza de fondo, melodías suaves con cuerdas hermosas y voces con ecos llenan sus oídos y sentidos. Se tumba en la cama y se deja llevar por la hermosa música solo para él, sus vecinos pueden irse de su mente hoy. Decide ponerse los cascos para una experiencia más inmersiva, y se deja llevar por el canto y la bella melodía que lo guía hasta un estado de relajación para poder soñar.
El día pintaba bien, no paraba de llover y su paraguas tiene una varilla rota. Menos mal que vive cerca de la universidad. Después de tener una de las, pocas, buenas noches con 5 horas de sueño, termina de arreglarse y sale con su estupendo paraguas por su estupenda puerta, después de empujarla dos veces para que cierre.
El viento no sopla menos que ayer, pero con lluvia es más difícil caminar dignamente por la calle con su paraguas. Un poco, más bien bastante, mojado, entra en la universidad con tiempo de sobra para buscar su primera clase y sacar sus apuntes para repasar la lección de hoy.
En su lado izquierdo se mueve una sombra que sobresalta a Yeosang y le produce una pequeña parada cardiaca. Seungmin se sienta a su lado, con cara de hastío ante la reacción de Yeosang.
—¿Vas a asustarte cada vez que me tenga que acercar a ti?
Yeosang hizo una mueca de vergüenza y se terminó de acomodar en su asiento.
—Si no me avisas de que estás ahí, es normal… —la cabeza gacha para disimular su timidez.
—Yeo, no tengo por qué mandarte una carta de aviso cada vez que vaya a hablarte.
Seungmin había sido su compañero en algunas clases durante estos largos y duros tres años. Siempre era amable con él pero brutalmente directo. A Yeosang esto no le importaba porque sentía que podía confíar en él de una manera un tanto extraña, pero era agradable. Claramente el que comenzó todo esto fué Seungmin. Un día cuando Yeosang tenía prisa por ir a clase y no pudo desayunar, sin haber cobrado aún para comprarse un mísero pan, su estómago no paraba de hacer ruidos indeseados en mitad de la clase. Seungmin, cansado de escucharlo, le dejó un pequeño bollo relleno de crema al lado del libro de texto. La rojez en la cara de Yeosang alcanzó niveles que nunca admitiría, pero tenía tanta hambre que lo aceptó con un tímido “gracias”. Así se forjó una pequeña amistad, un compañerismo entre los dos que hacía que se buscaran en clases y se sentaran juntos, aunque la mayoría de veces era en silencio.
La clase que le tocaba hoy era aburrida pero necesaria, aunque todas lo son, se recuerda. Mientras recoge sus cosas piensa en la siguiente. Seungmin tiene que ir al otro lado del campus así que se despiden con una sonrisa hasta su próxima clase juntos, no sin antes su compañero dejarle en el bolso un pequeño bollo.
El día de estudios pasa sin muchos contratiempos, aburrido pero tranquilo, con el repiqueteo de la lluvia de fondo. Yeosang se recuerda que tiene que comprar un nuevo paraguas porque las lluvias no van a cesar rápido.
Al salir la lluvia se ha convertido en un pequeño chispeo, lo cual le alegra ya que la neumonía no visitará su cuerpo hoy.
Cuando llega a la tienda ya está abierta, siendo lo normal cuando le toca ir por las tardes. Su jefe Seonghwa siempre le deja las cosas hechas para que solo tenga que llegar y ponerse el delantal. Mientras se quita la chaqueta húmeda y se peina un poco con los dedos los mechones sueltos encuentra una nota en el mostrador.
“He tenido que salir un momento, no te preocupes porque la tienda haya estado sola, solo han pasado 3 minutos con lo puntual que eres. Volveré a la noche. S.
P.d: no friegues el suelo más hasta la noche que casi me caigo.”
Con un suspiro de exasperación deja la nota debajo de la caja registradora y se dispone a abrir las persianas. Enciende una vela para dar un ambiente bonito y acogedor, y revisa las macetas. La tienda es pequeña y cálida, hecha de madera y llena de flores y plantas. Tiene un aspecto rústico y de casita de campo que le encanta a Yeosang. Mientras no hay clientes revisa sus deberes e intenta hacer algunos ejercicios.
Cuando suena la campanita de la puerta levanta la cabeza tan rápido que se desubica por un momento. Con su particular sonrisa dulce, la señora Cha entra como si fuera su segunda casa.
—Bienvenida señora Cha, no pensé que viniera hoy por aquí -a Yeosang realmente le extraña que venga con el tiempo que hace.
—Es que quería traerte las galletas —explica ella mientras saca la pequeña caja -toma, son de chocolate como a ti te gustan, tienes que comer más.
Yeosang se ríe y acepta la caja entre sus manos agradeciéndole a la señora. Huelen muy bien y ya tiene ganas de comerse una.
—Comete una mi niño, te ves hambriento —vuelve a reírse. Sí que se ríe esta mujer.
Después de despachar sus flores y hablar un poco más, ella se despide hasta la semana que viene. Es jueves y los viernes la señora Cha se va con sus amigas de excursión de viernes a domingo. En un momento libre elige coger una de las galletas y la prueba, sabe deliciosa y se recuerda volver a agradecerle a la mujer por el detalle. Entran un par de personas más y compran distintos tipos de flores y ramos. Normalmente la tienda se suele mantener tranquila y no tiene mucha gente. A veces se pregunta cómo Seonghwa mantiene a Yeosang trabajando ahí con la poca gente que viene. Pero decide dejar eso a un lado y agradecer el sueldo que tiene por ahora.
Un rato después se entretiene limpiando las ventanas, varias veces. El aburrimiento a veces le puede y le gusta limpiar, menos ordenar su estudio, puede limpiar sin problema otros lugares. Ve su reflejo en un pequeño espejo en la pared, tiene el pelo seco ya y la piel bastante pálida, debería de coger un poco de sol, se dice. Entonces descubre con horror una mancha de chocolate en el labio superior, algo pequeña, pero se ve. Lleva todo este tiempo atendiendo a esos tres clientes con ese bigote de azúcar oscuro. Corre al diminuto baño para lavarse la boca y se replantea el volver a comer chocolate por el resto de su vida. ¿Exagerado? Sí. ¿Dramático? Siempre.
Vuelve a sonar la campana.
—¡Bienvenido! enseguida salgo. —grita Yeosang desde el baño.
Se asoma una cabeza negra desde el marco y Yeosang da un salto hacia atrás clavándose uno de los bordes de la puerta. Seguramente mañana tendrá una bonita marca para recordar. Seonghwa lo mira desde la puerta con un aire de satisfacción mal disimulada.
—¿Estás bien Sangie? —Su ridícula sonrisa solo le da ganas a Yeosang de renunciar y meterle el delantal en la boca.
-Tan bien como si me hubieran disparado.
Seonghwa se ríe ante el comentario.
—Dudo mucho que si te hubieran disparado reaccionaras así — deja de reírse y vuelve al mostrador, donde hay tres macetas de las “especiales” encima.
—Voy a colocar esto, si quieres ve terminando para cerrar, ah y… ¿por qué hay manchas de chocolate por todo el mostrador?
Yeosang se encoge y mira hacia otro lado mientras contesta en voz baja.
—Me las regaló la señora Cha.
—Esa mujer un día te va a llevar a su casa y nunca vas a salir de ahí. Secuestrado te vas a quedar.
Seonghwa empieza a remodelar su espacio para ese tipo de macetas y ramos, y vuelve a concentrarse en lo que está haciendo. Yeosang siempre se pregunta por qué esas macetas con esos nombres solo puede venderlas él y colocarlas él. Cada vez que pregunta le contesta que son delicadas, y se queda más tranquilo manejandolas él mismo. Suelen ser cinco macetas de las cuales ahora mismo solo quedan las que Seonghwa acaba de traer, con sus respectivos nombres: Lorena, para una maceta de mimbre con flores amarillas y naranjas; Carolina, para una maceta de cerámica roja con flores blancas y rojas y la última; Y María, una maceta negra con pequeñas florecillas blancas y esbeltos tallos con más flores diminutas y azules.
Seonghwa siempre se esfuerza por remover la tierra y añadir más cuando las coloca, Yeosang nunca lo ve bien pero no entiende por qué hacerlo tan tarde.
Se despiden al cerrar, Seonghwa le coloca la mano en la cabeza como a un niño, gesto que empezó a hacer desde que cogió el trabajo, y se va en su coche negro y elegante. Yeosang tiene muchas preguntas, su jefe tiene que tener otro trabajo para pagar un coche así. Piensa en preguntarselo uno de estos días, pero por ahora le gana el cansancio y se marcha a casa, enviando un mensaje a Hongjoong preguntando si hay canción esta noche.
Chapter 2: Capítulo Dos
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El viernes solo tiene una clase a la que asistir. Debate delante de su espejo, sin camisa, si debería próximamente cortarse el pelo. Aunque no lo tiene muy largo, el flequillo le tapa los ojos cuando se echa hacia delante. Su teléfono suena por quinta vez y termina cogiéndolo para mirar los mensajes. Cuatro de Hongjoong, uno de Seungmin. ¿En qué momento le dió su número? Ni se acuerda.
Joong: ¿Qué tal estuvo la canción de anoche?
Joong: Es nueva, quiero empezar a componer algunas así.
Yeosang se alegra inmediatamente, sabe lo mucho que disfruta Hongjoong de hacer música y la canción era muy buena.
Joong: Hoy tengo un rato libre, ¿nos vemos después?
Joong: Espera, trabajas hoy. Bueno tú avísame🙃
Lo deja un momento para contestarle más tarde y mira el mensaje de Seungmin.
El que me asusta: Hoy no puedo ir a clase, tengo trabajo. Mándame los apuntes después. Gracias abuelo.
Yeosang piensa en bloquear su número y que suspenda la clase. Pero es demasiado bueno para eso y, bueno, Seungmin le trae dulces.
Termina vistiéndose y lavándose los dientes para ir a desayunar fuera. Acaba de recibir su nómina y se siente feliz, y hambriento.
Se viste con prisa y alegría, su ropa de confianza, un poco ancha, cómoda y su suéter de pelusa oversize le hacen sentir cómodo. Vaqueros y suéter lila, una buena combinación.
Está ilusionado porque ha podido dormir dos noches sin interrupciones, parece que los cascos junto con la música de Hongjoong son buena idea. HONGJOONG. Se había olvidado de contestarle. Saca su teléfono del bolsillo del pantalón y se dirige a la puerta.
Yeosang: La canción me gustó mucho, me ayudó a dormir como un bebé. Hoy tengo trabajo pero podemos vernos antes, estaré en la cafetería a la 13:00.
La respuesta llegó enseguida.
Joong: Te veo allí.
Yeosang se ríe para sí mismo pensando que Hongjoong probablemente le quiere hablar sobre la canción que quiere hacer. Sale de su estudio cerrando con fuerza esa bendita puerta. Se topa con sus vecinos, o algunos de ellos en el pasillo, y los saluda educadamente, pensando que con los cascos no siente tanto su ruido fiestero.
El frío se le mete en los huesos en cuanto sale, pero por suerte hoy no llueve. Punto para su salud. Después de desayunar un rico bocadillo de sus favoritos, se dirige a la universidad.
La clase se extiende un poco más de lo que esperaba, le envía los apuntes a Seungmin y se dirige a la cafetería para encontrarse con su amigo. Por el camino le llega un mensaje de Seonghwa diciéndole que hoy no podrá ir, así que tiene que abrir él la tienda. Igualmente eso no será hasta las 16:00. Tiene tiempo.
Al entrar en la cafetería saluda a la camarera y pide su café con un bollo, dirigiéndose con su tesoro de cafeína hacia la mesa más alejada de la gente. Saca su portátil y sus cascos, mientras toma su café y revisa el correo. Poco después entra Hongjoong, poniéndose de puntillas para buscar a Yeosang. Cuando lo encuentra hace una media sonrisa y se dirige hacia él sin apartar la vista, como un ave rapaz hambrienta en las tierras lejanas de América del norte.
—¿No tienes frío? yo estoy congelado —mientras, se frota las manos.
Yeosang se sorprende, ya que Hongjoong tiene un abrigo bastante grueso puesto.
—No sé qué responderte a ti sobre eso. De todas formas, ¿te has teñido el pelo?
El pelo de su amigo es de un azul intenso, en una especie de mullet que le quedaba increíblemente bien. Yeosang siempre sentía envidia de lo bien que le quedaba todo a este chico . Aunque a él solían decirle lo hermoso que es, nunca termina creyendo que sea como lo dicen. Siempre a visto a Hongjoong mucho más hermoso que cualquiera a quien haya conocido.
—Tienes suerte de que te tenga algo de cariño, si no me iría ahora mismo —Hongjoong lo dice con aspecto ofendido.
—¿Yo qué dije ahora? —pregunta muy confundido.
—Te dije hace más de una semana que me había teñido el pelo.
Entonces es cuando Yeosang finge que la pared a su lado es tremendamente interesante.
—Me dices muchas cosas, a veces no las recuerdo todas.
Hongjoong lo mira mal.
—Me voy a pedir algo de beber.
Yeosang suspira aliviado, sabe que su amigo siempre le pasa por alto estas cosas. Yeosang siempre ha sido un chico muy despistado, y casi ni recuerda la fecha de cumpleaños de la gente.
Cuando vuelve hablan sobre la nueva canción que está componiendo Hongjoong, Inspirada en la que puso en la radio la otra noche. Le enseña algunos arreglos a Yeosang. Se sorprende de nuevo por lo bien que suena.
“El talento de este chico no es normal”
—Aún no sé qué nombre ponerle, pero creo que será lo último que haga. Quiero centrarme en terminar. —hace un gesto de restarle importancia y continúa con su diatriba sobre la canción.
Yeosang lo anima y le cuenta sobre su día y la tienda, las clases y la casa. Caminan juntos por la calle y Hongjoong le dice de acompañarlo a abrir la tienda. Yeosang le agradece, le encanta pasar tiempo con Hongjoong y se divierte mucho. Al llegar y abrir la tienda, Hongjoong se queda un rato más con él mientras Yeosang se pone a limpiar y sacar brillo a las macetas. Después de un rato de conversaciones superficiales y ridículas, Hongjoong se va para preparar las cosas en su turno de radio esta noche. A Yeosang se le pasa el pensamiento de pedirle a su amigo que le ponga otra canción esta noche, pero le da tanta vergüenza que termina guardándolo para sí.
Después de la marcha de Hongjoong, Yeosang se centra en sus notas de hoy y las pasa a limpio. De vez en cuando se remanga los puños, la chaqueta es muy grande para él, pero es lo que le gusta. Suena la campana, dando el aviso de la llegada de su primer cliente de la tarde. Un señor con boina de lana a cuadros y una chaqueta abrigada.
Yeosang guarda sus cosas y le dirige una sonrisa al señor, que ya se está fijando en él.
—Buenas tardes señor, bienvenido. —se recoge un pequeño mechón detrás de la oreja.
El hombre lo mira y camina despacio hacia el mostrador.
—Buenas tardes muchacho, buscaba un ramo bonito para mi mujer —el señor le dirige una sonrisa a Yeosang.
—Tenemos varios de colores muy bonitos -se acerca a uno de los expositores y señala un ramo con flores rosas y blancas —estas de aquí son las favoritas de la gente para regalar.
Los ojos del señor se dirigen hacia las flores y se decide por ellas. Después de pagar Yeosang se apresura a abrirle la puerta al hombre que le cuesta andar.
—Gracias muchacho, eres muy amable —Yeosang le hace una reverencia y le desea buen día.
Vuelve a sus tareas, sacando sus cosas de debajo del mostrador. En el proceso se le caen los lápices y algunos papeles, se agacha cuando vuelve a sonar la campana.
—Mierda, tiene que ser ahora —se lamenta, intentando recogerlo todo rápido.
Al levantarse, ve un hombre bastante alto, de verdad, muy alto, mirando las macetas y las flores en el expositor. Yeosang pierde el aliento durante lo que parecen minutos.
El hombre, no mucho mayor que Yeosang, vestía de traje negro, con chaleco y guantes, gabardina y corbata. El pelo peinado hacia atrás, un mechón le caía en la frente y Yeosang sintió el impulso de colocarlo. Los ojos del hombre se posaron en Yeosang, abriéndose ligeramente. Yeosang no sabía qué aspecto debía tener en ese momento, pero poco le importaba mirando la cara de ese hermoso hombre. Ojos almendrados, negros como el carbón, mirada intensa y rasgos suaves. Unos labios tan bonitos que le producían picazón en las manos.
Yeosang siente que sus cuerdas vocales se fueron de paseo, sus músculos de vacaciones a las Maldivas , y él y su estúpido cerebro se han quedado mirando a un hombre por, no se sabe cuanto tiempo, posiblemente pareciendo raro e imbécil. Genial.
Una de las comisuras de la boca del hombre se levantó con diversión mirando a Yeosang.
—Buenas tardes. —su voz, su voz era lo más sensual que Yeosang había escuchado.
Intentando recomponerse y ser aunque sea un diez por ciento de persona normal, recordó sus modales y le dedicó una sonrisa tambaleante al hombre de traje frente a él.
—Buenas tardes, ¿buscabas flores? —Yeosang maldice toda su existencia en ese preciso momento, al darse cuenta de que trabaja en una floristería y le acaba de preguntar algo tan absurdo. Desea que de repente el suelo se abra y lo trague hasta llegar a la otra punta del mundo. —Lo siento, quería decir, ¿qué flores buscas? ¿Te puedo ayudar? Tenemos unas preciosas aquí mismo.
Caminando hacia el expositor donde se encuentra el hombre se distrae al tenerlo tan cerca y tropieza con sus propios pies, no se cae pero ante el amago, el hombre estira sus largos, muy largos, brazos para atrapar a Yeosang. Con su toque suave y delicado en sus muñecas, y la mirada fija en Yeosang, este piensa que ya puede morir tranquilo. “Muy bien Yeosang, cada día mejoras”. Intentado quedarse con la poca dignidad que le queda, se retira de esas gentiles manos y se pone recto.
—Lo-lo siento mucho —cuando pensaba que la vergüenza no podía ir a peor, el hombre rió y le pasó un dedo vacilante por sus mechones sueltos.
—No te preocupes, lo importante es que no te hagas daño —esa voz iba a volver loco a Yeosang. —Sí, me gustarían unas flores. Son para mi madre, le gustan las violetas.
Yeosang intentando recomponerse y esperando a que su piel deje de arder, se da la vuelta y se dirige hacia unas flores de ese color. Las coge sin decir nada y las lleva al mostrador, intentando poner distancia entre ese dios griego y él, solo por su cordura momentánea.
—¿No me vas a preguntar si quiero esas? —le dijo el hombre, a lo que Yeosang abre los ojos lo máximo que puede, apresurandose a decir:
—¡Lo siento! claro, sí, eso, ¿Las quieres? —que la tierra se abra ya, por favor.
El hombre se ríe suavemente.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta con curiosidad, entrecerrando los ojos.
Yeosang no cree que haya escuchado bien.
—Yeosang. Yo, sí, Yeosang. —mantiene la cabeza gacha esperando que el fuego que consume su piel termine su trabajo de una vez.
El hombre se mantiene callado un momento, pone la mano con delicadeza cerca del ramo que Yeosang manipula y contesta con voz suave.
—Yo soy Yunho, es un gusto conocerte.
A estas alturas Yeosang respira por inercia, y tal vez ni eso. Se mueve nervioso y le dedica una sonrisa tímida a Yunho. El cuál corresponde con su cabeza ladeada y su media sonrisa tan bonita. Yeosang asiente con la cabeza mientras sonríe como un adolescente hormonal. De verdad que ahora mismo se odia, odia a este hombre, las flores, sus papeles y el aire que no está entrando en sus pulmones.
Logra, con mucho esfuerzo, terminar de arreglar el ramo para Yunho. Se lo ofrece con delicadeza y espera que lo coja y se vaya. Sin embargo Yunho sigue mirándolo con una sonrisa casi desapercibida en los labios.
—Ya está pagado, si quieres puedes revisarlo, un pedido a nombre de Jeong Yunho.
Yeosang lo mira un segundo y asiente, revisa la lista de pedidos y recibe la confirmación.
—Está aquí.Muchas gracias por venir —espera que esta sea la despedida y pueda desmayarse agusto en cuanto esté solo. Piensa contarle todo esto a Hongjoong.
—Gracias a ti. —se da la vuelta para irse, pero se gira y le dedica otra sonrisa a Yeosang -Por cierto, saluda a Seonghwa de mi parte.
Con esto, su tormento termina y el hombre se va. Yeosang suelta aire y se apoya en el mostrador. Replanteandose toda su existencia, coge su móvil y le envía varios mensajes a Hongjoong, esperando aliviar así su creciente ansiedad.
Yeosang: NO TE LO VAZ A CREER.
Yeosang: ES QUE NO VAS A HODER.
Yeosang: CUANDDDO, HONGJOONG, ¿CUANDO NOS VEMOS?
Yeosang: ¿ME ESTÁS ESCUKANDO?
Sigue mirando la pantalla durante los cuatro minutos siguientes. Hasta que su alivio llega en modo de mensaje.
Joong: Primero, te leo, no te escucho wtf
Joong: ¿Qué mierda te pasa? ¿Te tocó un cupón de comida gratis o te regalaron un paraguas nuevo?
Yeosang ignora los comentarios absurdos de Hongjoong e intenta calmar sus pensamientos para poder expresarse de una forma algo entendible. No lo consigue.
Yeosang: Te llamaré en cuanto llegue a casa.💥
Notes:
Mi motivación con esto no cae, socorro.
Espero que lo hayas disfrutado <3
Chapter 3: Capítulo Tres
Notes:
EL NUEVO VIDEO DE YUNHO, NO LO SUPERO
Disfruta leyendo
:') <3
(See the end of the chapter for more notes.)
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Capítulo Tres
Hongjoong contestó al segundo toque. Nada más llegar a casa estaba desesperado por contarle a Hongjoong todo lo que había pasado.
—¿Qué se supon…? —Yeosang no lo deja terminar antes de enfrascarse en una diatriba de cómo pasó su vida ante sus ojos.
—ESCUCHAME, no sabes, lo que acabo de ver. Llegó un señor a la tienda, ¡era altísimo JOONG! —escucha cómo Hongjoong toma aire antes de contestar.
—¿Señor?¿ Yeosang? ¿Cómo que señor? Explicame ahora mismo porqué me estás hablando con esa alegría de un señor. —gruñe su amigo.
Yeosang se pinza el entrecejo para concentrarse mejor.
—Tiene que tener poco más de mi edad, pero era guapísimo. Tenías que haberlo visto, y yo solo hice el idiota —habla, lamentándose.
—Bueno, eso no es nada nuevo, Sangie. ¿Te dijo algo? ¿No le pediste el número, verdad?
—NOOO —grita Yeosang— me da mucha vergüenza, ¿cómo voy a pedirle el número a un desconocido?
Hongjoong suspira. Parece exhausto ante la alegría explosiva de Yeosang.
—Perfecto, así es como tiene que ser. No le pidas el número a desconocidos por muy guapos que sean.
Yeosang piensa en Yunho. En sus suaves manos mientras lo sujetaba, en su intensa mirada cuando él armaba el ramo, sus amables palabras y lo hermoso que le pareció.
—Quiero su número. —Un arrebato de impulsividad lo recorre por dentro. Que luego sea capaz de hacerlo es otra cosa.
Hongjoong suspira tan fuerte que Yeosang piensa que se hizo daño en la nariz.
—¿Acaso me escuchas cuando hablo? —puede notar a esta distancia el ceño fruncido de su amigo. Indignado, frustrado, confuso y exasperado. Y con razón, pero eso no se lo dirá.
—Tranquilo, tendré cuidado. Pero me gustaría volver a verlo Joong —gime Yeosang cuál cachorro abandonado.
Hongjoong tarda en contestar, pero termina cediendo ante la voz desesperada de su amigo y suaviza el tono.
—Conócelo primero si vuelve a ir, intenta hablar con él de algo. Ya luego veremos.
Yeosang se siente feliz, no sabe porqué necesita que Hongjoong lo apoye pero le hace sentir bien. Siempre lo ha tenido como alguien en quien confiaría su vida. Así que no le parece exagerado ni mal pedir, ni tener tan en cuenta la opinión de su mejor amigo. Después de hablar un rato más se despiden, sin antes Hongjoong decirle que le pondrá una canción esta noche.
Yeosang se relaja en el pequeño sofá y termina su cena, fideos otra vez, para lavarse los dientes e irse a la cama. Una de las partes más relajantes de su día está consistiendo en acostarse para escuchar la nueva canción que Hongjoong elija para él esa noche. Sus sueños esta vez están llenos de trajes, guantes y ojos negros que no paran de mirarlo, susurrando palabras suaves.
Una semana después sigue su rutina fielmente, en su vida monótona y aburrida casi no suele ocurrir nada más allá de sus momentos felices con Hongjoong, o de vez en cuando con Seungmin. Esos pequeños ratos felices le llenan el pecho, las canciones de Hongjoong le relajan. Sus vecinos siguen con ruidos y fiestas pero Yeosang lo intenta de verdad. Uno de los días no pudo dormir del todo porque la música estaba demasiado alta. Su habitación retumbaba al ritmo de un sonido desconocido para él. Ni los cascos le funcionaron, y ese día no consiguió quedarse con nada de clase, y se equivocó con varios ramos de flores.
Aún así, él seguía teniendo la esperanza de volver a ver a Yunho aparecer por la puerta. Pero cada día se llevaba la decepción de no verlo entrar. Seonghwa venía un poco menos, pero conseguían momentos para hablar del día de trabajo de Yeosang. Seonghwa solía reírse de él por sus despistes y pocas habilidades sociales. Era gracioso y frustrante ver a Seonghwa feliz de las desgracias de Yeosang. Igualmente su jefe le caía bien. ¿Cómo? No lo entiende.
Seonghwa es la típica persona que puede hablar hasta con una piedra y sacar conversación. Entiende las emociones de la gente y sabe llevar el trabajo sin ningún altercado. Yeosang a veces siente envidia.
El viernes por la noche su jefe lo sorprendió con dulces, hechos por la amable señora de la panadería cerca de ellos. Casi tiene un orgasmo ahí mismo, pero se contuvo. Esos dulces deberían ser un delito.
Esa tarde después de volver a hincharse a azúcar glaseado, se puso a hacer inventario él solo. Como de costumbre Seonghwa había ido a hacer “algo importante”. Decidió tomarse su tiempo con el inventario ya que no tenía prisa por ir a casa, Hongjoong estaba ocupado con su proyecto y no podía atenderlo. Así que en la tienda estaba bien, sin vecinos, con un trozo de dulce que guardó como si fuera a hibernar, y el sonido de la música que Hongjoong le había recomendado saliendo del altavoz de su móvil. Se estaba quedando sin batería. Todo bien.
Mientras hacía el recuento de los tipos de flores que quedaban en la trastienda y los envoltorios de ramos, sonó la campana, anunciando la llegada de alguien. Yeosang dejó sus papeles en una mesita auxiliar y se dispuso a salir. Se acomodó su camisa de manga larga, con algunas arrugas, y salió a recibir al cliente.
Yunho estaba de pie delante del mostrador, mirándolo con una sonrisa. Esa sonrisa de medio lado con la que Yeosang había soñado volver a ver. Todavía se queda sin palabras por la cara que tiene delante de él. Hermoso. Solo puede pensar eso.
Yeosang carraspea para enviar muy lejos esos pensamientos poco profesionales, y se dirige al mostrador. Con una amplia sonrisa para Yunho.
—Bienvenido, disculpa la espera —sigue intentando eliminar arrugas que no se van a ir por mucho que él las acaricie.
—Te veo ocupado —Yeosang decide en ese momento que la voz de Yunho es ahora su favorita en el mundo.
Baja la cabeza y sonríe, ¿por qué tiene que ser tan tímido?
—Solo es el inventario, tengo tiempo —desvía la mirada de esos ojos de abismo. ¿Cobarde? Puede.
Yunho sonríe y coloca los codos en el mostrador, acercándose más a Yeosang, quien se aparta hacia atrás instintivamente. Ya dijimos lo de la cobardía.
—Entonces puedo pedirte unas flores. —”lo que tú quieras, claro” Pensarlo se le da bien a Yeosang.
Yunho se endereza y camina al expositor de la ventana. Ahí están las flores más exóticas y las macetas especiales de Seonghwa. Ahora ya están las cinco. El hombre examina las flores y macetas durante un rato que Yeosang aprovecha para seguir mirándolo, sin ser descubierto. Lo que le sale terriblemente mal, porque mientras baja su mirada por la espalda de Yunho, este se gira hacia él.
Dando un respingo y con los ojos casi salidos, Yeosang solo puede mirar fijamente a un punto cerca de la cabeza del hombre. Escucha la risa baja de Yunho y cómo tose un poco.
—Estás flores son muy bonitas, ¿puedes hacer ramos con ellas? —La pregunta de Yunho saca a Yeosang de su pánico estático y consigue moverse. Mira las flores que dice él, son poco comunes y se venden poco por su alto precio. Seonghwa le ha dicho que los ramos con ellas salen muy caros y por eso no los suelen pedir. Igualmente Yeosang se gira a Yunho y le contesta.
—Son un poco caros, pero puedo hacerte uno —desvía la mirada otra vez, algún día encontrará el valor que piensa que tiene. Cree él. —Dime cuales te gustaron.
Yeosang se acerca al hombre para ver las flores más de cerca, según él es para eso. Yunho por su parte se gira tranquilamente a las flores, le señala unas rojas con grandes pétalos y puntitos negros.
—¿Solo esas? —pregunta Yeosang, por si ganar tiempo para verlo un poco más es posible. Espera que el de arriba se apiade de él y a Yunho se le rompa el motor del coche. O una rueda para no ser tan malos. “Sí, una rueda está bien”.
—Por ahora son las que más me gustan —mira a Yeosang— ¿Y a ti? ¿Cuáles te gustan?
Lo tiene tan cerca que puede oler su delicioso perfume, suave y dulce. Le encanta. Quiere olerlo más, podría preguntarle cuál es. Después de fantasear lo suficiente con el olor del hombre que tiene delante, se acuerda que le acaba de hacer una pregunta. Yeosang no sabe qué flores le gustan más, le gustan todas las flores. Pero las que más le llaman la atención están agotadas.
—Oh, ah sí, las que me gustan deberían llegar la semana que viene. —se decide a mirarlo, hace mal porque enseguida apartó la mirada otra vez. Yunho ni se inmuta de su timidez, pareciera que le agrada.
—¿Cuáles son? —está decidido a saber las flores favoritas de Yeosang, aunque a él no le importa, ya que así tiene más tiempo con él.
Yunho termina girando totalmente hacia él, Yeosang se pone nervioso. No suele tener a chicos así tan cerca normalmente. Yeosang lo mira por fin a los ojos un momento. Yunho tiene una mirada muy penetrante, pero de alguna forma es hipnotizante. Yeosang siente que podría mirar esos ojos por horas sin cansarse. Algo en este hombre llama profundamente su atención.
—Las margaritas —admite en voz baja— Sé que son bastante comunes, pero a mí me gustan.
Yunho le regala una sonrisa suave y pequeña, con una mirada dulce que hace olvidar a Yeosang los dulces de antes.
—Me gusta lo común. —dice Yunho sin apartar la mirada de él. Una punzada en el pecho advierte a Yeosang. O está sufriendo un ataque al corazón o su dramatismo va a acabar con él.
Yunho termina el contacto visual y libera a Yeosang de ese conjuro mágico llamado ojos de Yunho. Vuelve a saber cómo respirar. Tiene el pulso acelerado y le sudan las manos. El hombre camina hacia la entrada, dedicando un gesto a Yeosang dando por terminado su encuentro. Así, Yunho vuelve a irse de la tienda. Y Yeosang vuelve a quedarse con las ganas de seguir hablando (o eso piensa él que hizo) con el hombre alto.
Después de un rato de procesar que Yunho vino, habló con él y estuvo preguntando cosas sobre Yeosang, se da cuenta de que nunca compró las flores. Algo que le parece raro, pero ha vivido tantas cosas extrañas que no le da muchas vueltas.
Termina el inventario y se pone a limpiar el suelo. Por órdenes de Seonghwa solo puede hacerlo una vez al día. No entiende por qué, dejar el suelo limpio le da a Yeosang satisfacción, pero parece que Seonghwa no piensa igual respecto a la limpieza del suelo. La primera vez que estuvo en la tienda su jefe le dijo que todo tenía que estar muy limpio. Al parecer Seonghwa es muy exquisito para la limpieza, pero Yeosang no puede fregar el suelo tres veces por algún motivo.
Cierra la tienda y se cuelga la bolsa del hombro. El camino a casa siempre es tranquilo y le da a Yeosang esos momentos de paz que suele buscar en casa. Los cuales se le niegan en ese lugar. Ya es mediados de Noviembre y empieza a hacer cada vez más frío. Se mete las manos en los bolsillos de su suéter con capucha, y espera que caminando logre entrar un poco en calor.
Esa noche no tendrá canción, Hongjoong no está en la radio esta vez y tiene que esperar hasta el día siguiente. Se había acostumbrado tanto a las canciones, que ahora se siente vacío al saber que no tendrá una especialmente para él. Piensa en ponerse algo en el móvil, alguna canción que su amigo le haya puesto otras veces. No sería lo mismo, pero estaría bien. Mientras lo piensa pasa por delante de una tienda 24 horas. Se detiene para comprarse algo para cenar, solo le queda un poco de pan y los fideos de ayer a medio comer. Dentro de la tienda se siente un calor que él agradece profundamente.
En la televisión de la tienda se escuchan las noticias de última hora. Al parecer hubo un ataque hacia un coche de uno de los altos cargos, de una compañía de relojes muy famosa. Dicen que el coche quedó siniestro y los sospechosos huyeron. Se barajan ajustes de cuentas o atentado hacia la familia del hombre. A Yeosang esto le deja la piel de gallina, le da miedo pensar que hay gente así en el mundo. ¿Alguien que puede matarte si quiere y sin pagar por ello?No quiere pensarlo.
Coge su botella de leche para el desayuno, más fideos instantáneos y un poco de arroz. Paga y se adentra en la fría calle. Mientras, sigue pensando en una sonrisa amable y un olor dulce, un hombre de traje que al parecer le gustan las flores y las cosas comunes. Yeosang está intrigado por este cliente. También quiere saber por qué vino y no compró flores.
La mañana siguiente se le presenta con un sol brillante en el cielo. Hace frío, pero ver el sol le dan ganas de vivir. Decide que hace un día demasiado bueno como para estar en casa, y se va a desayunar fuera. Su suéter de confianza lo espera en su silla de más confianza. El color lila le encanta y le sienta muy bien. Intenta peinar un poco su pelo rebelde, que ya no sabe cómo domar, y se marcha con su característico portazo. Saluda de camino a sus extenuantes vecinos, piensa que tiene que encontrar algo mejor que eso. Podría pedirle a Seonghwa un aumento. Si no lo despide vamos bien.
Su móvil suena en el bolsillo del pantalón, seguramente es Hongjoong para preguntarle qué tal anoche. El pobre hombre conoce muy bien sus hábitos de sueño.
Joong: ¿Pudiste dormir?
Yeosang: Se dice buenos días, son las 8:00 de la mañana.
Hongjoong no suele tener un horario fijo para dormir, aunque descansa, suele dormir poco por decisión propia. A Yeosang también le gustaría que fuera por decisión propia.
Joong: Buenas noches para mí, solo quería saber si dormiste para irme yo a la cama.
Joong: Por cierto, se dice gracias amigo, por preocuparte por mí.
Yeosang se ríe por el dramatismo de su amigo, y le responde que no pudo dormir del todo por los vecinos. Aunque esta vez no hicieron tanto ruido, no le quería confesar a Hongjoong que se estaba habituando a dormir con su música. Si le dijera algo así, estaba seguro de que el chico haría lo posible por ponerle siempre una canción. Tenía que protegerlo por él.
Va a la cafetería cerca de la universidad, hoy está concurrida, así que toma su café y se va fuera a unas escaleras. No le gusta estar rodeado de mucha gente, es algo que siempre le agobia. Disfruta más de pequeñas cantidades de personas y de sociabilidad. Su próxima clase no empieza hasta dentro de media hora, tiene tiempo de sobra para tomarse su café tranquilo, y disfrutar de la suave brisa y el sol de hoy.
Su móvil vuelve a sonar. Lo que le parece extraño ya que solo le hablan Hongjoong y Seungmin. Sus padres suelen llamar en vez de enviar mensajes, y tampoco es que llamen a menudo. Desbloquea el móvil y ve un mensaje de su jefe.
Seonghwa: Yeosang, necesito que hoy vengas antes. Tengo algo importante y se quedaría la tienda cerrada mucho tiempo. Hoy viene un cliente especial, tiene un pedido a su nombre. En la trastienda está todo puesto para que lo saques.
Yeosang se pregunta qué es ese algo tan importante, pero tampoco le importa tanto. Seonghwa muchas veces parece estar muy ocupado. Vuelve a mandar otro mensaje que hace reír a Yeosang.
Seonghwa: Sé que fregaste dos veces ayer. Te vigilo. Portate bien.
Ahora en vez de entrar a las 16:00 entra a las 14:00. Tendrá que salir corriendo de su última clase para llegar a tiempo. Sin querer se le pasa el pensamiento de Yunho por la cabeza. Se mira la ropa. Debería cambiarse por si lo vuelve a ver.
Notes:
Sigo sin superar el MV
Chapter 4: Capítulo Cuatro
Notes:
Nunca se me ocurrió que me gustase tanto escribir lo que se me pasa por la cabeza
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Capítulo Cuatro
Hoy Yeosang está contento. Se siente bien a pesar de que tiene un examen a primera hora. Estuvo estudiando por la noche con sus mejores amigos, los cascos. Se esfuerza bastante en sacar buenas notas, no será el mejor, pero lo hace bien. Le gusta centrarse en sus libros y averiguar cosas nuevas. Aunque luego olvide algunas, el momento para él es relajante.
Sí, relajante, este chico es extraño a su bonita manera.
Después de desayunar un café casero, de su casa, y una tostada, se mira en el espejo. Dispuesto a peinarse, mirando fijamente su pelo, rebelde, negro, con las puntas hacia todos lados menos a donde deberían ir. Parece un perro mojado después de pelearse con cinco mangueras. Cuando se da por vencido y deja en paz el pelo, que no va a cambiar con una mirada, lo peina con suavidad. Por suerte su hermosa cabellera es ligera y se desenreda rápido. Se deja el flequillo abierto y que le caiga a los lados. Decide que está listo para irse y mira de nuevo la única ventana de su espacioso estudio. Sí, está nublado. Hace frío. Bien.
Caminar con el fresco del invierno cuando el cielo está gris, es una de las sensaciones favoritas de Yeosang, mientras escucha música y se siente ligero, con pasos rápidos y decididos a aprobar uno de sus últimos exámenes.
Cuando termina, se siente bastante satisfecho con el resultado. No cree que haya sacado la nota máxima pero sí estará bien. Con eso por ahora es suficiente para sentir que su esfuerzo valió la pena.
Al salir se encuentra con un cabizbajo Seungmin. Piensa si debería molestarlo preguntando si está bien. Pero al final va hacia él.
—Hey —Seungmin lo mira sorprendido, lo que es bastante raro en él— ¿qué tal te fué? Creo que sacaré una nota decente.
Seungmin mira al suelo y camina junto a Yeosang.
—Creo que a mí no me salió tan bien, espero que mi padre no esté en casa —suena triste y preocupado. Yeosang sabe lo estrictos que son sus padres. Incluso a su edad siguen presionandolo con los estudios y exigiendo objetivos como si algo malo fuese a pasar si Seungmin no los cumple. A Yeosang se le ocurre algo y le sonríe a un Seungmin depresivo.
—¿Y si vamos a tomar algo? Cobré hace poco, tengo más de lo que pensaba así que te puedo invitar —ya está emocionado y sonríe a la nada— podemos ir a esa cafetería que tanto te gusta en el centro.
Ante eso Seungmin levanta la cabeza y mira su amigo, algo se ilumina en sus ojos de cachorro y asiente, con una sonrisa que no llega del todo a su mirada.
—¿Por qué no?
Así Yeosang pasa su día con Seungmin, quien se va animando poco a poco mientras se mete con Yeosang por ser tan ingenuo con todo, se burla de él porque le entendieron una bebida que no quería y aún así se la quedó por timidez. Para sorpresa de Yeosang, recibe la bebida que quería un momento después, con un Seungmin muy concentrado en su vaso.
Hablan mucho de todo y nada a la vez, de las clases y cómo los profesores a veces son muy exigentes, de la casa de Yeosang cuando era niño, de los cohetes que Seungmin hacía en la suya con 10 años. Terminan riéndose de Yeosang porque se equivocó al intentar chupar la pajita, en su intento la había llevado hasta la barbilla, abriendo la boca como un besugo en busca de aire. Yeosang termina contento de cumplir su misión de distraer al otro, es bonito hacer feliz aunque sea solo un poco a la gente que aprecias.
Seonghwa se sigue ausentando bastante con sus “cosas importantes”. Yeosang empieza a sospechar que podría estar viéndose con alguien. Si no fuera porque la timidez es poderosa en él, le preguntaría.
Los domingos por la mañana suelen ser bastante tranquilos en la tienda. Viene muy poca gente y Yeosang tiene tiempo de relajarse y fantasear sobre cosas imposibles, como una habitación separada de la cocina, un sueldo mejor, una puerta que cierre silenciosamente. Han pasado dos días desde la última vez que vió a Yunho, quiere hablar más con él pero no sabe cómo. Quiere pedirle el número, se imagina haciéndolo, pero le cuesta no sonrojarse al hacerlo. ¿Sería capaz de pedírselo? ¿Podría hacerlo sin parecer patético? ¿Y si Yunho le dice que no? ¿Si está casado?¿Con pareja?¿Es un ser sobrenatural de otro planeta? Yeosang nunca le ha pedido el número a alguien. Ni siquiera lo hizo con Hongjoong, simplemente llegó un punto donde querían ir a probar un helado, y lo más normal es avisar por mensaje. Así que no tiene ni idea de cómo hacerlo, ni de dónde sacar la valentía necesaria. El sonido de la campana lo saca de sus pensamientos.
Un hombre entra con curiosidad mirando a todas partes. Yeosang saca su mejor sonrisa y se recoge un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Bienvenido, ¿puedo ayudarle? —Yeosang sale del mostrador para acercarse al señor, quien mira las flores con atención. Mira a Yeosang y lo saluda.
—Sí, quería una de las macetas, María —el hombre le señala la maceta elegida.
Yeosang se queda un momento sin saber muy bien qué hacer. Seonghwa es el que vende esas macetas en especial, nunca se las habían pedido a él, ya que su jefe le dijo en su momento que solo las manejaba él. El cliente se mece un poco impaciente al ver la duda reflejada en la cara de Yeosang. Junta sus manos frente al delantal y le dirige una sonrisa al confundido cliente.
—Lo siento, pero es mi jefe quien las vende y ahora mismo no está —después va a tener que hacerle más preguntas a Seonghwa.
—¿Sabes cuándo vuelve? —parece un poco nervioso.
Yeosang lo piensa un momento, tal vez podría llamar a Seonghwa si es algo importante. No cree que diga que no a una venta.
—Puedo contactar con él si lo prefiere —esto parece calmar un poco al hombre y le asiente con energía. Confundido todavía, Yeosang saca su móvil del mostrador y marca el número de su jefe. Lo coge al tercer toque.
—¿Pasó algo? —suena preocupado, aunque Yeosang nunca lo llama, supone que es normal.
—Nada grave, solo.. —duda un poco de cómo comentar lo que piensa delante del hombre— tengo a un cliente aquí que quiere la maceta María. Pero no estás.
—Sé que no estoy -se ríe su amable jefe. Yeosang siente como sus mofletes se vuelven rojos de ira e indignación. —dime cómo se llama.
Mira al señor para preguntar, pero este ahora está mirando más macetas. Se acerca un poco al hombre para poder hablar y que lo escuche, habla demasiado bajo.
—Disculpe, ¿cuál es su nombre? —le sonríe con nerviosismo, está deseando que se termine este intercambio y pueda volver a relajarse. Esas macetas lo ponen nervioso. Hablar con gente lo pone nervioso.
El hombre se gira hacia él y se queda callado durante unos segundos.
“¿No se sabe su nombre?”
—Taeyong, creo que Seonghwa lo sabe.
—Sí, sí, ya sé quién es —Yeosang se sorprende un poco por la repentina voz de Seonghwa en su oído, se había olvidado por un momento de que lo tenía todavía al teléfono— Dile que ahora mismo esa no se puede vender, ni ninguna. Yo iré más tarde. —y cuelga, dejando a Yeosang con el teléfono en la oreja y una clara confusión en su cara.
—Ah.. lo siento, mi jefe dice que esas no están en venta ahora mismo —no sabe porqué pero este hombre lo pone nervioso, más de lo normal quiere decir.
La expresión del hombre cambia enseguida, y un tono rojo empieza a teñir sus mejillas. A Yeosang esto no le gusta nada.
—¿¡Cómo!? ¡Vine hasta aquí solo para eso! —grita al pobre Yeosang, que se agarró el delantal sin saber qué hacer— ¿Dónde está Seonghwa?
Yeosang no sabe ni qué hacer ni cómo contestar, está quieto, asustado por la reacción desproporcionada del hombre. Al quedarse callado tanto rato sin moverse, el hombre se desespera y coge una de las macetas que estaban al otro lado, las especiales están en una vitrina bajo llave, y la estampa contra el suelo. Yeosang salta del susto y se agarra más fuerte el delantal. Empieza a dar pasitos hacia atrás mientras intenta decir algo para calmar la ira del hombre.
—Po- por- por fa- vor, cal-cálmese —consigue decir, llegando al mostrador.
Taeyong lo mira con rabia mientras grita un “CÁLLATE” al asustado Yeosang. Agarra otra planta y la tira hacia el mostrador, respirando con dificultad y agitado, se da la vuelta y se marcha por fin. Yeosang se queda pegado al mostrador con un poco de tierra en uno de sus zapatos. Una lágrima fugitiva corre por su mejilla mientras intenta procesar lo que acaba de suceder. Se escurre por el mostrador y se hace bolita sentado en el suelo, con los brazos rodeando sus temblorosas rodillas. Yeosang nunca ha sido un chico de conflictos, y lo pasa especialmente mal cuando tiene alguno. No digamos algo así.
Le toma un rato poder respirar con normalidad y calmar sus nervios. Después de limpiarse las mejillas se levanta, observa el desastre de tierra, plantas, arcilla y flores esparcido por el suelo y va a buscar la escoba. Mientras limpia las imágenes de lo ocurrido reviven en su cabeza atormentándolo . Los gritos del hombre resuenan en su oídos y decide pedirle a Hongjoong dos canciones. No sabe si contarle lo ocurrido, su amigo siempre se preocupa mucho por él y no quiere que se alarme tanto que decida quedarse con él en la tienda. Puede desahogarse con Seonghwa, aunque tampoco sabe si es buena idea. Se supone que se conocen, le da miedo que ese hombre pueda volver en algún momento y sepa que Yeosang se ha quejado de él. Así que decide no decir nada a nadie y seguir recogiendo.
Recoger y limpiar siempre le ayuda a evadirse y pensar, sobretodo en su pasado y sus anteriores experiencias.
La infancia de Yeosang no fué difícil, ni especialmente dura. Sus padres lo querían como padres normales, pero casi no hacían actividades con él. Era más bien un niño tímido y solitario, dejado de lado por no destacar en nada. Lo único que le decían era la cara tan bonita que tenía, pero echada a perder por esa mancha tan fea cerca de su ojo izquierdo. Su marca de nacimiento, de un tono rosado y con forma de nube, a nadie le gustaba. Su madre cada vez que podía intentaba tapar con maquillaje la zona, decía que le quitaba belleza y que desviaba las miradas. Yeosang no lo entendía bien de niño, pero con el tiempo él mismo intentaba taparse con el pelo. Se dejaba el flequillo caer o simplemente se ponía maquillaje para atenuar el color. Hongjoong nunca le mencionaba su marca de nacimiento, ni siquiera un día que fueron a la playa y se veía claramente. Él sabía que su amigo la había visto, pero nunca obtuvo un comentario sobre su curiosa marca. Yeosang no sabía si lo agradecía o si le hubiera gustado que dijera algo.
De todas formas se había acostumbrado a ella, pero no a enseñarla al mundo. Con la llegada de la adolescencia se volvió más difícil para él socializar y hacer cosas que los demás niños hacían. A veces se preguntaba cómo hubiera sido su vida si solo fuera un poco más suelto. En el instituto lo instaban a vestirse de chica por su aspecto e intentaban jugar con él poniendo retos absurdos. Yeosang terminaba exhausto de decir que no, al final terminó muchas veces escondido en un cuarto de útiles de limpieza. Se pasaba los ratos leyendo o pensando sobre muchas cosas, él quería hacer muchas cosas. Quería bailar, quería cantar, pero nunca tuvo la fuerza de ir a una academía de baile ni clases extraescolares, ni pensaba que tuviera una voz bonita para poder cantar. Quería hacer algo grande, pero nunca supo él qué. También quería ser psicólogo, pero no se entendía a sí mismo, menos iba a entender a los demás. Quería tener hijos, pero le dijeron que los homosexuales no pueden tener hijos. Quería ser normal, pero ¿qué es normal? Nadie se lo explicó nunca.
Era un alumno con notas promedio, con nada que contar, ni nada que lograr. A veces le daba tristeza aquella época. No fué hasta mucho después, cuando se mudó de su pequeña ciudad, que consiguió saber algo que quería. Le gustaba estar solo, le gustaba leer, le gustaba cantar en la bañera, le gustaba mirar la lluvia cuando caía, le gustaba estudiar, limpiar, la ropa grande y gordita, le gustaba sentirse abrazado y querido. Quería ser su mejor compañía.
Poco después de mudarse, y conseguir un trabajo de reponedor, conoció a su primer novio. Al principio todo fué muy despacio, Yeosang no sabía leer, ni sabe aún, las señales de interés en otra persona. Le costó poder entablar una conversación más allá de “hola”, “¿cómo estás?” y “adiós”. Fué gracias al otro chico que consiguieron ir un poco más allá. Él le seguía hablando cada vez que se veían en el trabajo, preguntando y siguiéndolo a todos lados, siempre con una sonrisa. Yeosang disfrutaba mucho de la atención. Da-on, el chico, siempre le decía que Yeosang era callado pero amable, tímido pero risueño, introvertido pero simpático. Le gustaba cómo lo definía y hablaba de él, lo hacía sentir visto, interesante y querido. Se hicieron pareja poco después. Su primer beso fué bonito y bajo la luna, de cuento de hadas. Da-on era bueno con él, le llamaba cuando no se veían, le llevaba dulces, de fresa, los favoritos de Yeosang, y le mandaba fotos de los gatos que se encontraba por el camino, a los que le ponía un nombre.
La relación duró siete meses, pero fueron unos meses maravillosos para Yeosang. Tuvo su primer beso, su primera experiencia sexual, la cuál fué muy cómica. Da-on tenía más experiencia que él, y Yeosang no sabía por dónde empezar. Así que cuando se besaron hasta agotar sus pobres labios y acariciarse por todas partes, su novio comenzó a juguetear con los botones del pantalón de Yeosang. Se asustó tanto que le dió un cabezazo a Da-on. Dos días después Da-on seguía teniendo una marca roja en la frente y Yeosang ya podía caminar mejor.
Siempre lo recuerda con cariño. Su relación terminó por diferentes opciones de vida: Da-on quería estudiar en el extranjero y Yeosang quería seguir en Corea. Con cariño y tristeza decidieron tomar caminos distintos y despedirse con un último abrazo en el mismo lugar donde se besaron por primera vez.
Después de eso Yeosang volvió a mudarse a una ciudad más grande y por fin tomó fuerzas para ingresar en la universidad. Química no era lo que tenía en mente la primera vez, pero le llamaba la atención y no quería perder más tiempo pensando en otras opciones.
Hasta ahora no se arrepiente de estudiar Química, le gusta y se siente bien. Lo único con lo que sigue soñando conseguir algún día es pertenecer a un grupo de amigos, cómo si fueran familia. Tiene a Hongjoong, y lo adora, pero también quiere tener más amigos, hablar todos, debatir de muchos temas, contar sus experiencias, jugar a cosas absurdas, hablar por el chat grupal cada vez que le pasa algo solo para recibir burlas cariñosas y consejos amorosos. Quizás algún día conozca a más amigos junto a Hongjoong.
Después de recoger y limpiar todo el desastre que había dejado el hombre, se sentó un rato mirando el cielo nublado. Cuando está encapotado le da tranquilidad, le gusta, le hace sentir cómodo. Pierde el tiempo simplemente mirando al cielo, los edificios y los pocos pájaros que se aventuran a volar por encima.
Seonghwa aparece por la puerta, mirándolo con una ceja levantada.
—¿Estás bien? —Parece bastante confuso y un poco preocupado. Tiene el pelo húmedo y algunos mechones pegados a la frente. Parece que estuvo serenando fuera.
Yeosang suspira como si hubiera sobrevivido a una guerra y mira a Seonghwa con alivio. Su jefe no es especialmente apegado a él, pero le ha cogido cariño con el tiempo.
—Sí, solo algo cansado —espera que Seonghwa se lo crea. Aunque frunce el ceño mirando de arriba a abajo a Yeosang, no dice nada. Coloca la bolsa que trae en el mostrador y saca una pequeña caja de la panadería.
Enseguida Yeosang se gira y huele ese delicioso aroma a chocolate y fresas. Dulces. Son los dulces del otro día. Seonghwa se ríe ante la expresión hambrienta del chico y le acerca la caja.
—Toma, aunque deberías comer en el mostrador. Vas a ensuciar tu preciado suelo.
Ante esto, la expresión de Yeosang flaquea, recordando el desastre que hubo en el suelo. Seonghwa no parece darse cuenta del pequeño cambio, y se acerca con un taburete en la mano y un bollo en la otra.
—Gracias —es lo único que puede susurrar Yeosang cuando Seonghwa se sienta a su lado comiéndose su dulce y mirando el cielo, igual que Yeosang hacía cinco minutos.
—Puedes contarme cómo te ha ido el día —Seonghwa lo dice bajo, pero Yeosang le escucha perfectamente— Te voy a escuchar, me gustan tus historias disparatadas, ¿sabes?
Yeosang sonríe. Su jefe a veces es confuso, pero le da confianza. Sigue sin querer contarle lo que pasó, pero se siente mejor después de tenerlo a su lado, y un pastel en la mano.
—Podría contarte la historia de un niño que le crecieron alas de repente — Seonghwa abre mucho los ojos, fingiendo sorpresa— ¡También tenía cuernos! —Ahora abre la boca y frunce las cejas. Yeosang suelta una risa al ver su cara y se tapa la boca con la mano.
—Entonces, ¿era un toro volador humanoide? —lo dice como si pudiera ser totalmente real. Yeosang asiente efusivamente mientras sonríe como un tonto.
—Pero no se deja ver, le da vergüenza.
Seonghwa hace un puchero— Pues habrá que ayudarlo, ¿lo conoces? —Entonces mira a Yeosang con ojos esperanzados.
Yeosang vuelve a reírse y niega con la cabeza-— ¡Te dije que es tímido! Y.. ¿cómo esperas que conozca a un toro volador humanoide?
Seonghwa encoge los hombros y vuelve a hacer un puchero.
—Yo te traje dulces, y tú no eres capaz de presentarme a un ser así de increíble. Seguro que tienes uno en casa escondido.
Yeosang se ríe con ganas mientras Seonghwa sigue quejándose de lo poco considerado que está siendo Yeosang al reírse de él, sólo quiere cumplir un sueño.
Notes:
Gracias al que lea esto :')
Chapter 5: Capítulo cinco
Chapter Text
Capítulo Cinco
Unos días después se encontraba estudiando en la tienda, Seonghwa le pidió de favor que estuviera todo el día de partido, ya que le hacía falta. Lo que terminó animando a Yeosang fué el dinero extra que iba a recibir. Le quedan algunos exámenes finales por hacer, así que intenta estudiar en cada rato que puede. La campana suena por primera vez en el día, y Yeosang se imagina quién es.
—Señora Cha, buenos días —la mujer se frota las manos para intentar calentarlas y le regala una sonrisa cansada a Yeosang.
—Buenos días mi niño, vengo caminando de casa de mi amiga de toda la vida —suspira dramáticamente para enfatizar su cansancio— vive tan lejos, ahora recuerdo por qué voy poco.
Yeosang suelta una risita ante eso, y se agacha en el mostrador para sacar una jarra de agua y un vaso. Le pone un poco y se lo acerca a la señora Cha.
—Tome, un poco de agua la ayudará —la mujer acepta el vaso con una sonrisa cariñosa y bebe. Yeosang espera a que termine para dejarlo a un lado del mostrador, cuando esté solo lo lavará.
—¿Vino por flores hoy?
La mujer dirige entonces su mirada a ellas. Las protagonistas de la tienda le devuelven la mirada sin inmutarse. Ella parece pensarlo seriamente mientras pasea la vista por el expositor más lleno.
—Pensaba llevarme alguna, pero todavía las que compré el otro día están bien. —vuelve a centrar su atención a Yeosang, que está apoyado en el mostrador— ¿te comiste las galletas?
Yeosang abre los ojos de emoción al recordar las deliciosas galletas de chocolate. No son tan buenas como las que trae Seonghwa pero igualmente le gustan.
—¡Sí! estaban muy buenas, ¿las hizo usted?
Mientras ella le cuenta la receta de sus exquisitas galletas, Yeosang intenta guardarla en su memoria por si algún día tiene horno. Y los ingredientes.
Pasan un rato hablando de cosas triviales y de los estudios de Yeosang, la señora Cha le desea buena suerte en sus próximos exámenes y se marcha, sin comprar ninguna flor. Pero a Yeosang le gustan las visitas de la mujer, es muy simpática y le cae bien.
Decide tomarse un pequeño descanso de los estudios y le manda un mensaje a Hongjoong, esperando que esté despierto o que no tenga el móvil con sonido por haberse olvidado de quitarlo. No sería la primera vez que le pasa, y Yeosang aprendió a esperar a que sea él quien le habla para estar seguro de no molestar al mayor. Pero ahora siente la necesidad de hablar con su amigo y saber cómo está. Desbloquea su teléfono y va a su primera conversación.
Yeosang: Joong, ¿estás ocupado?
No es muy bueno en el arte de la paciencia.
Yeosang: Me aburrooooooo
Yeosang: 😶🌫️
Después de un par de segundos, donde Yeosang a estado mirando la pantalla, Hongjoong responde.
Joong: ???
Joong: ¿ese icono qué significa?
Joong: no tienes clientes, ¿verdad?
Yeosang le sonríe a la pantalla, consiguió su objetivo, la atención de Hongjoong.
Yeosang: No, y quiero descansar de estudiar. ¿Cómo va tu nueva canción?
Hongjoong se pone a escribir. Mientras, Yeosang recuerda lo emocionado y feliz que se veía con su nuevo proyecto, la última vez que lo vió le faltaba muy poco para terminarla. Aunque aún no se la ha enseñado ni le ha hablado más de ella, sabe que está con una nueva canción entre manos. Ya se conocen demasiado.
Joong: Te contaré mejor sobre ella cuando nos veamos, ¿tal vez puedes mañana? Tengo el día libre
Joong: Quería hablarte de la canción pero no he tenido tiempo, ahora estaba empezando otra nueva, creo que podría gustarte.
Se contiene para no escribirle que cualquier cosa que haga a él le encantará. Porque siempre ha sido así. Hongjoong a experimentado con pintura, con ropa y música, y todo se le ha dado bien. Tiene un estilo muy característico y a Yeosang siempre le llama la atención la soltura que tiene al hacer las cosas que le gustan, la naturalidad con la que le sale diseñar ropa o montar una canción, como si solo le estuvieran pidiendo que respirara. Se siente muy orgulloso de su amigo y espera estar demostrándolo.
Yeosang: Mañana me viene bien, tengo la tarde libre. Seonghwa estará aquí como compensación por tenerme todo el día.
Joong: ¿Pero no te iba a dar un extra?
Yeosang: Sí, eso también.
Suena la campana de la tienda y Yeosang automáticamente deja el móvil y pone su mejor sonrisa. Pero se queda congelado en el sitio cuando ve al hombre de sus pensamientos, su tormento personal. Aún no ha descubierto qué le gusta tanto de este hombre, todo, pero no sabe bien el qué. Yunho está especialmente guapo hoy, en vez de ir con el traje con el que lo ha visto normalmente, lleva un suéter negro bastante holgado, vaqueros oscuros y unos tenis. Tan normal, y tan hermoso. Su cara es lo que más altera a Yeosang. Su pelo, siempre peinado hacia atrás, ahora está sobre sus ojos. Esto tiene que ser lo más cercano a tomar drogas, porque si no no lo entenderá nunca. Solo vuelve de su estupor cuando Yunho desvía la mirada hacia cualquier flor en su lado derecho. Es entonces cuando Yeosang vislumbra sus orejas teñidas de un rojo suave.
Yeosang siente la vergüenza posarse como una pesada losa en su pecho al darse cuenta que lo ha hecho sentir incómodo con su mirada fija y hambrienta. Así que recoge el último poco de saber estar que le queda, y vuelve a mirar a Yunho con una amable sonrisa, o eso espera, en su roja cara.
—Hola, perdona, es que no te esperaba —Yeosang se pone rígido, ¿y si piensa que lo esperaba?— Quiero decir, que no sabía que venías… bueno claro, ¿cómo lo voy a saber? —empieza a reírse por los nervios y se tapa la boca mientras mira a otro lado.
Yunho parece relajarse un poco más y divertirse por las reacciones de Yeosang cada vez más alterado. Se acerca al mostrador. “De cerca es más guapo todavía” no puede evitar pensar Yeosang, y muestra los dientes en una bonita sonrisa.
—Quería venir, me gusta esta floristería —clava esa hermosa mirada en Yeosang, que siente como se le calientan los huesos— Y el otro día no compré nada.
Yeosang se siente valiente, ya es la tercera vez que lo ve y hablan de algo más que lo típico entre cliente y dependiente. Así que toma aire y se decide.
—¿De qué trabajas? —en el momento le parece una buena pregunta para empezar, pero de repente se siente idiota porque tal vez le ofende esa pregunta personal. Yunho lo piensa sin despegar la mirada de Yeosang. Éste, por su parte, reza a todo lo que pueda para que Yunho no se haya ofendido y le brinde más minutos de su hermosa presencia y gratificante olor. Sigue oliendo como la última vez.
—Digamos que dirijo algunos negocios —Tiene que ser bastante importante, y rico, piensa Yeosang— Llevo la logística de otros negocios también. Es un poco complicado. Podría simplificarlo en que me paso el día firmando contratos.
Yeosang asiente como si comprendiera algo de lo que dice. Solo puede imaginar una persona sentada en una oficina grande y tirando billetes por todas partes.
—Suena aburrido —se atreve a decir, aunque no sabe cómo suena eso. De todas formas, Yunho se ríe ante su comentario.
—Sí, muchas veces es aburrido.
Yeosang no sabe qué más decir, se ha quedado sin ideas y para colmo el tener a este hombre delante no le hace fluir nada, nada que no sea babas. Por suerte para él, Yunho parece notar su incomodidad y camina hacia el expositor más grande. Yeosang lo sigue con la mirada, deseando poder acercarse un poco más.
Como caído del cielo, Yunho se fija en unas flores que están ocultas por otras en un canasto. Confundido mira a Yeosang.
—¿Cuáles son estas? —señala las misteriosas flores. Yeosang se mueve de su zona segura y va junto a Yunho. Al ponerse a su lado, le llega poco más arriba de la barbilla, intenta mirar las flores que dice, pero no las ve. Yunho pone sus grandes manos en los hombros Yeosang para acercarlo al punto donde se ven las flores. A Yeosang de repente debe haberlo mirado la mismísima Medusa, porque se siente tan pesado como una piedra de dos toneladas. Siente el calor de las manos de Yunho sobre sus hombros, sus dedos, su tacto es tan suave pero firme. Yeosang siente que flaquea y su mente se dispara en miles de escenarios donde esas manos lo acarician todo el día. La sensación se va expandiendo hacia su pecho y sus entrañas. No puede ser que un simple toque de un desconocido, por muy bueno que esté, le haga esto al débil cuerpo de Yeosang.
—Esas que están ahí —la voz de Yunho suena tan cerca de su oreja, que su aliento la toca y le manda un escalofrío por todo el cuerpo. Yeosang da un pequeño brinco y se encoje un poco. Yunho lo suelta de repente mirándolo con ojos de disculpa.
—Lo siento, no pretendía hacerte senti-
—NO —eso le salió del alma a Yeosang— Quiero decir, tranquilo, es que no me esperaba que estuvieras tan cerca.
Yunho abre la boca para decir algo, pero lo piensa mejor y sonríe. Vuelve a mirar las flores— Me refería a esas azules.
Yeosang se pone de puntillas. Deseando en su interior que Yunho vuelva a posar sus manos en los hombros de Yeosang, pero no lo hace. Las flores que ve son unas que no suelen venderse a pesar de lo bonitas que son.
—Se llaman Nunca me olvides. Sonbonitas, lástima que no suelan cogerlas —Yeosang las mira con tristeza, Seonghwa las pide poco porque suelen echarse a perder.
—¿Por qué? —su curiosidad le parece tierna.
Saca un tallo con un par de flores, un azul un poco tirando al gris, pero que se ve vivo, con sus centros algunos amarillos y otros blancos, pétalos pequeños y tallo grande. Yeosang acaricia sus delicados pétalos con cariño y se la enseña a Yunho.
—Dicen que una pareja iba paseando por un río mientras ella recogía flores para él. Sin esperarlo ninguno el hombre cayó al río. Desesperada por ayudarlo intentó sacarlo de mil formas, pero el hombre no pudo salir. Antes de yacer ahogado lanzó una de estas flores a su amada intentando decirle “No me olvides”. Simbolizan el amor eterno, la fidelidad y el recuerdo de un amor sincero.
Yeosang siente el silencio de Yunho, y se gira para mirarlo. El hombre está totalmente perdido en la cara de Yeosang, ve sus ojos bajar a sus labios y volver a sus ojos, entonces traga. Yeosang no sabe qué decir, así que vuelve a colocar la flor. Antes de que el tallo toque la canasta, la mano de Yunho rodea la muñeca de Yeosang, deteniendo el gesto.
—Dame un ramo de esas —su voz suena un poco más baja de lo normal y evita mirar a Yeosang. Lo suelta y Yeosang sigue sintiendo el calor en la muñeca mucho después de haberse ido el contacto. Sin darse cuenta rodea su propia muñeca con la otra mano, esperando así notar todavía el calor de la mano de Yunho. Este le sonríe y sigue mirando las flores.
Yeosang coge un poco más de las pequeñas flores y se va al mostrador a preparar el ramo para él. Nota por el rabillo del ojo cómo Yunho se mueve por toda la pequeña tienda, mirando y tocando las flores, agachándose para ver las que están en el suelo, mirando el techo lleno de macetas colgantes con sus hojas cayendo como brazos laxos en el aire.
—Tienes un trozo de cerámica aquí —Yeosang lo ve sacar un trozo de maceta de entre dos canastas de las grandes, en el suelo. Se queda inmóvil recordando de dónde salió eso. —¿Yeosang?
En otro momento se hubiera maravillado y saltado de alegría porque ese hombre recordara su nombre. Pero su mente estaba demasiado ocupada recordando momentos desagradables en esa tienda. Intenta reprimir una mueca de desagrado, nota cómo su cuerpo reacciona ante el miedo pasado que le produjo todo eso. Se le entumecen los brazos y las piernas recordando los gritos del hombre, los estallidos de las macetas, y cómo tiró en su dirección una de ellas que casi le da. Una mano interrumpe sus pensamientos abarcando casi por completo las suyas. El calor lo va calmando y puede mirar hacia arriba. Yunho parecía realmente preocupado y le acaricia la muñeca con el pulgar. Yeosang suelta un suspiro nervioso y deja el ramo encima de la superficie.
—Lo siento, es que.. —no sabe si debería contarle algo así a un cliente, por mucha confianza que le de. Sin embargo algo en Yunho le hace ser valiente y querer desahogarse con alguien que no tenga que ver con su entorno— El otro día vino un hombre, exigiendo una maceta que no estaba disponible. Al decirle que no.. se puso un poco violento.
El dedo de Yunho para, y su mano aprieta un poco la de Yeosang. Su mirada se vuelve un poco oscura y cuando habla hay un dejo de peligro en su voz, pero Yeosang piensa que seguramente se está imaginando todo eso. Solo quiere sentirse protegido.
—¿Te hizo daño? —su voz sonaba totalmente distinta de las pocas veces en las que han hablado.
Yeosang niega, y le cuenta el final de la historia. También le habla de Seonghwa y cómo no quiso preocuparlo y el miedo que tenía de que ese hombre volviera. Yunho lo escucha atentamente, sin apartar la vista de la cara de Yeosang, fijándose en cada expresión o mueca que haga.
Yunho por fin retira su mano despacio y mira hacia la ventana. Yeosang cree ver algo en sus ojos pero no sabe el qué. Se arrepiente un poco de volver el ambiente tan incómodo de repente y siente la necesidad de decir algo o pedir disculpas, pero Yunho se adelanta.
—¿Cómo se llama el hombre? —Yunho saca su móvil para revisar algo que Yeosang no puede ver.
—Ah… Ehm… ¿Taeyong? —todavía recuerda su nombre pero no quiere sonar raro— Creo que era así. Pero no lo recuerdo bien, ¿por qué lo preguntas?
Yunho guarda el móvil y mira a Yeosang con esa mirada suave y esa sonrisa tan bonita.
—Pensé que tal vez lo conocía, conozco a mucha gente en mi trabajo —desliza una tarjeta en el mostrador hacia Yeosang, rozando sus dedos en el proceso— Ahí está mi número, si ocurre cualquier cosa llámame, vendré enseguida. ¿Está bien?
Yeosang no sabe qué responder a eso, él quería su teléfono, y ahí lo tiene. Decide que debe empezar a rezar más a menudo. Sus músculos se mueven antes que sus pensamientos y agarra la tarjeta como si fuera su tesoro, su agua en el desierto, su pequeño boleto para un festín. Asiente a Yunho y espera que sea suficiente porque no sabe qué más decir.
Yunho retira la mano y agarra el ramo de florecillas azules, está casi terminado. Con horror Yeosang se da cuenta del tiempo que lleva para terminar ese ramo y le hace una reverencia de disculpa a Yunho.
—Lo siento, me distraje, te lo termino ya.
Pero Yunho se queda mirando la cinta azul oscuro con los ribetes plateados a medio lazo, con un nudo y los cordones sueltos. El papel del ramo está un poco abierto, así que las pequeñas flores asoman por ese lado. Yunho parece concentrado mirando su ramo, se lo queda en las manos y mira risueño a Yeosang.
—Ni te preocupes, me gusta así. Tengo que irme, pero volveré otro día. Y gracias por contarme sobre lo que pasó.
Yeosang solo asiente, mira la espalda de Yunho alejarse en su suéter negro.
Llega bastante tarde a casa y con mucho frío, hace más viento que cuando salió por la mañana y el aire frío lo tiene metido hasta los huesos. Piensa en hacerse un poco de arroz para cenar, tal vez con algo de carne, pero tendría que salir a buscarla. Así que decide que el pollo que le queda está bien por hoy.
No es que sea un gran aficionado a la cocina, ni que se le de especialmente bien, pero puede sobrevivir. Lo que le faltan son las ganas de ponerse a cocinar por la noche. Al irse Yunho, no pierde tiempo en enviar un nuevo mensaje a Hongjoong, contándole todo lo que pasó con el hombre. En cuanto su amigo se enteró de que había conseguido el número le hizo mil preguntas, receloso de cómo lo había hecho. Ya que Yeosang no le había contado nada respecto al tipo del otro día, su excusa es que Yunho quería hacer un pedido especial, y preguntarle personalmente a Yeosang sobre algunas combinaciones posibles de flores. Se sentía un poco mal por mentirle a Hongjoong, pero no estaba listo para contárselo con lo que implica, es demasiada carga emocional para él. Tal vez una mentira piadosa pueda ser perdonada sin más. Aún así le pesa un poco, pero decírselo a Hongjoong solo le provocaría preocupación y Yeosang cree que es solo un episodio aislado.
Después de recoger un poco su amplio salón con cama, está listo para darse una ducha y cenar. El agua tibia le hace sentir más relajado y logra evaporar algunas de sus preocupaciones. Cuando sale de la ducha y se ve en el espejo de su baño, piensa en lo flácido que se ve, le gustaría poder agrandar sus músculos un poco, verse mejor para sí mismo, pero no tiene cómo pagar un gimnasio y a veces tampoco dispone de tiempo para hacer ejercicio. Un día buscará una solución a eso. No es que no le guste su cuerpo, le parece bien. No es bajito, pero tampoco es muy alto, es algo delgado pero sin dureza en sus brazos ni abdomen. Con un suspiro se rasca la coronilla y sale del baño, en busca de una camisa. La cena es bastante rápida de hacer y le queda bien. Sencilla pero eficaz. Mientras ve un programa de televisión de comedia que no le hace mucha gracia.
Tumbado en su cama después de todo el día en la tienda, no se siente tan cansado como pensaba. Siente el papel de la tarjeta de Yunho en su mano, que volvió a cogerla al irse a dormir. Quiere hablarle, quiere saber más de él, pero no está seguro de si debería. En realidad Yunho le dió su número por si ocurría algo, no para que hablasen, ¿verdad? No deja de pensar en las ganas de enviarle un mensaje, pero la timidez le puede, no tiene excusa. Alza la tarjeta para mirarla, los números siguen escritos ahí, llamando a hacer algo. Al final coge su móvil, olvidado en la mesilla y guarda el número. La pequeña tarjeta la esconde en una gaveta de la mesa de noche, y se coloca los cascos. Los ruidos sordos de sus vecinos se van desvaneciendo cuando la música empieza a sonar.
Su alarma de las ocho lo despierta, se le ha caído un auricular y tiene las sábanas por todas partes menos donde deben estar. Así tenía frío en el sueño. Se levanta con la pereza grabada en la cara, pero recuerda que hoy va a ver a Hongjoong, así que eso lo anima un poco. Siempre es un aliciente ver a su mejor amigo. Hoy el cielo está un poco más despejado, aunque se espera que llueva por la tarde. Después de estirarse un poco, se lava la cara para despejarse y se arregla. No tiene mucha cosa para desayunar en casa, espera que la cafetería no esté muy llena. Solo queda una semana y media para terminar los dichosos exámenes, solo dos semanas y podrá tener más tiempo libre. Tal vez logre empezar a hacer algo de ejercicio o estar más horas en la tienda si a Seonghwa le hace falta. Se peina como puede para mantener domado su pelo y coge el paraguas, el viejo de siempre. De verdad tiene que comprar uno nuevo.
Al salir, con sus botas resonando por el pasillo, ve un pequeño perro en la puerta siguiente a la suya. Se agacha delante del perro, este lo mira con la cola dando bandazos de un lado a otro. Nunca ningún desconocido se había alegrado tanto de verlo. Yeosang no puede evitar sonreír ante la alegría del pequeño animal, lo acaricia con suavidad mientras le pregunta de dónde ha salido
—¿Vives aquí, amiguito? —obtiene un lametón de respuesta. Yeosang se lo quiere robar y mudarse para que nunca lo encuentren, pero terminaría muriendo de hambre por darle su comida.
Entonces la puerta se abre de golpe, Yeosang da un respingo por la sorpresa y se pone de pie de inmediato, mirando con los ojos muy abiertos a la chica que acaba de asomarse. Ella lo mira confundida y luego mira al animal, sonriendo de oreja a oreja.
—¡Goofy! ¿Dónde te habías metido? —la mujer se agacha para cargar al perro— ¿Lo has traído tú?
Yeosang se pone rígido por la repentina conversación con una desconocida, su vecina, supone. Ella lo mira esperando una respuesta, Yeosang hace una ligera reverencia hacia la chica.
—Oh no, solo lo vi en la puerta.
—Ah si, a veces se va y cuando quiere volver a casa raspa la puerta. Es un perrito muy aventurero. Gracias por cuidarlo —y con un sonrisa cierra la puerta ante un muy quieto Yeosang.
“¿El perro sale solo? ¿Pero eso no es peligroso?”
Sus dudas se mantienen un rato después en su camino hacia la cafetería. No sabe quién es esa chica ni la ha visto nunca. Se ha topado con algunos de sus vecinos, parece que viven cuatro ahí, pero a veces aparece alguien nuevo. Será que sus relaciones no duran mucho, o que vienen de paso. Yeosang cada vez más desea irse de ahí, aunque ahora quiere entrar por la ventana a buscar al perro. Pero le dan miedo las alturas, viven en un quinto.
Hongjoong le había avisado hacía un rato que ya estaba de camino, pero él vive más cerca asi que cogerá sitio para los dos antes de que su amigo llegue. Como esperaba, la cafetería está bastante llena, pero encuentra una mesa un poco apartada para dos personas cerca de la ventana. Saca sus apuntes y el portátil para ir repasando en lo que Hongjoong viene. Cinco minutos después, alguien se sienta delante de Yeosang, asustándolo claramente. Yeosang se queda de piedra al ver a un Hongjoong, con bufanda y su abrido negro grueso, y el pelo muy, muy rubio.
—¿En qué momento te has teñido el pelo?
Este chico un día se le queda calvo. Hongjoong lo mira y sonríe.
—Me gusta cambiar de vez en cuando, ¿no te gusta?
—Esa no era mi pregunta Joong, pero sí, te queda muy bien. —el rubio le acentúa mucho los rasgos y lo hace verse con un aura etérea. Ahora Yeosang quiere probar a ponerse rubio algún día, pero no se lo dice a Hongjoong, le teñiría el pelo esa misma tarde en su casa si dijera algo respecto a un cambio capilar. No, gracias.
—Voy a pedir los cafés, ¿quieres algo de comer? Estoy seguro que no has desayunado —lo dice levantando una ceja juzgadora quien decido no haber visto nada.
—Tal vez un bollito de crema. —Hongjoong empieza a alejarse, Yeosang recuerda que quería también un dulce para Seonghwa — ¡HONGJOONG! —el susodicho se gira, le ha parecido escuchar un murmullo — Uno de chocolate también, por favor —Yeosang un día de estos podría entrar en el guiness de los records por lo rojo que está. Aunque lo más probable es que nadie lo haya mirado, él se siente como si hubiera gritado en una sala totalmente en silencio. Hongjoong asiente y se marcha a por los pedidos.
No tarda mucho en volver con dos cafés, dos dulces, uno empaquetado y un sándwich para él.
—Bueno, ¿los exámenes que te quedan los llevas bien? Estabas bastante preocupado por eso. —Hongjoong se concentra en remover su café. Yeosang no pasa por alto que está más cabizbajo de lo normal, eso le preocupa.
—Sí, cuando estoy en la tienda o tengo un rato libre de estudio, no creo que me salgan mal —le da un un sorbo a su café con dos de azúcar. Le gusta lo dulce, que lo encierren— ¿Qué pasó con la canción? Querías contarme algo de eso.
Hongjoong hace una mueca sin levantar la vista, deja su café a un lado y coge el sándwich.
—Estaba muy motivado con ella, —su concentración al sándwich es envidiable— pero estoy frustrado, siento que no avanzo con el final. Nada me parece bien al oído, no suena homogéneo. Le falta algo.
—Podría escucharla, tal vez te ayudaría una opinión extraña —Yeosang sabe que a su amigo no le gusta enseñar las cosas sin acabar, pero no se le ocurre otra forma de ayudarlo.
Hongjoong lo mira un poco más animado, suelta una pequeña sonrisa. Punto para Yeosang.
—Tal vez, pero en mi casa, así te enseño otras anotaciones —a Yeosang le parece adorable lo pequeño que suena Hongjoong al dejarlo entrar a una parte tan privada de él. Sería la primera vez que escucharía música totalmente hecha por él. Y ver cómo lo hace le parece un regalo que no se puede perder.
Terminan hablando sobre el perro que se encontró Yeosang esta mañana, Hongjoong piensa que sería denunciable que robase un perro, pero que si Yeosang está dispuesto, él lo ayudaría. Terminan enfrascados en un debate sobre si es de buen gusto usar pantalones cortos en invierno o si la moda está por encima de la comodidad. Yeosang termina perdiendo contra su amigo, él nunca se pondría pantalones cortos en pleno invierno, pero los argumentos de Hongjoong son difíciles de tumbar.
Yeosang lo convence de acompañarlo a la tienda para entregarle el dulce a su jefe. Hongjoong no entiende porqué tendría que llevarle un dulce a un tipo que solo lo llama un día antes para pedirle favores. Nunca le ha parecido bien. Pero termina cediendo porque la cara de cachorro apaleado de Yeosang puede con su débil corazón.
Dentro de la tienda hace un agradable calor, obligando a Yeosang, incluso Hongjoong, a quitarse las chaquetas. Seonghwa no se ve por ningún lado, pero tuvo que haber oído la campana, piensa Yeosang. Deja sus cosas cerca de la entrada y le dice a Hongjoong que espere en el mostrador. Seonghwa debería estar en la trastienda.
Se escucha un murmullo mientras más se acerca. ¿Seonghwa está llorando? Se adentra más, el sonido es más agudo, como de gato son gastritis. Ve a Seonghwa, tiene una maceta en la mano y una pequeña bolsa en la otra. Entra del todo, y descubre que el sonido de gato con gastritis es Seonghwa raspando su voz para cantar de una forma totalmente sobrenatural. Enfrascado en su concierto malo personal, no se da cuenta de la presencia de Yeosang. Por fin el cantante de ópera se da la vuelta y abre tanto los ojos que Yeosang teme que se le salgan de las cuencas. Ahora se da cuenta de que su jefe hizo el amago de sacar algo de la espalda. ¿Le dolería por el susto?.
—Señor bendito, Yeosang, ¿no te enseñaron a anunciar que estás ahí? Casi me da un infarto —dice llevándose la mano al pecho, con la bolsita blanca.
—Vine a traerte una cosa. ¿Qué es eso? —señala la bolsa en el pecho de Seonghwa. Este lo mira y mira la bolsa, dos veces.
—Polvos pica pica. Me gustan. ¿Qué me has traído? —deja la bolsa en su bolsillo y se acerca con la maceta.
—Te traje un dulce. Ah, vine con mi amigo, espero que no te importe —Seonghwa lo mira mal, no le gusta la compañía, pero el dulce es una buena compensación.
—Vale, dame ese dulce.
—Lo tengo fuera, espera —se dispone a salir, pero Seonghwa lo sigue. Mejor, así no tendrá que volver a entrar, piensa.
Yeosang sale y ve a un Hongjoong aburrido con la cabeza apoyada en la mano. Su amigo los mira, su expresión se vuelve confundida. Yeosang siente a Seonghwa a su lado.
—Ah, él es…—Seonghwa se mueve abruptamente empujando la maceta al pecho de Yeosang, quien la mira sorprendido y la sostiene por inercia.
—Aparta, Yeosang —y con esto se dirige hacia Hongjoong, que lo mira con el ceño fruncido y la boca medio abierta, en una clara expresión de no saber qué le pasa al extraño jefe de Yeosang. Se acerca a Hongjoong, sonriente— Hola, me llamo Seonghwa. Yeosang me ha hablado mucho de ti, es un placer conocerte por fin —¿Mucho? Yeosang ha mencionado a Hongjoong pocas veces, pero deja a Seonghwa hacer sus presentaciones, o sea lo que sea lo que está haciendo— ¿Hongjoong, verdad? Que nombre tan bonito, te queda bien.
Hongjoong parece bastante sorprendido, abrumado por tanta atención, un poco tímido ante la repentina reacción de Seonghwa. Yeosang tampoco se lo esperaba para ser justos, a Seonghwa no le gusta que traiga gente, no pensó que con Hongjoong fuera distinto.
“Será que le da buena sensación, o que es mi amigo”
Yeosang le da el dulce a Seonghwa y mira a Hongjoong, quien no ha dicho ni una palabra todavía. Éste parece ganar fuerza con la mirada de su amigo, carraspea y se recompone un poco.
—Sí, Hongjoong, igualmente supongo. Y gracias. —Seonghwa le dedica la sonrisa más llena que Yeosang le había visto en lo que conoce a su jefe. Coge su dulce y le ofrece a Hongjoong, quien declina la oferta con la cabeza, sin apartar la vista de Seonghwa, que ahora se sienta en otro taburete cerca de Hongjoong.
—Entonces, —dice mientras traga— ¿habéis venido para alimentarme? Yeosang es tan bueno conmigo siempre~
Ahora es el turno de Yeosang de mirarlo mal. No sabe qué le pasa pero quiere irse antes de saber si esto es contagioso o no.
—Nos vamos, solo quería traerte eso —Yeosang va a recoger sus cosas y Hongjoong se levanta.
—Gracias Yeosangie, espero verlos pronto por aquí —canta Seonghwa con una sonrisa, más hacia Hongjoong que hacia Yeosang.
Salen de la tienda, con el frío de Noviembre dando la bienvenida. Yeosang le arregla la bufanda a Hongjoong.
—Lo siento si eso fué incómodo, no sé qué le pasa. Estará de buen humor —Yeosang no cree que vuelva a llevar a nadie a la tienda, hasta que su jefe tome alguna medicación.
—Tranquilo, es simpático —dice mientras caminan, con el atardecer de fondo— Y raro.
Dan un agradable paseo por las calles, mirando escaparates de ropa, hablando sobre posibles combinaciones y sobre hacer compras próximamente. Salir con Hongjoong siempre es muy agradable, un soplo de aire refrescante y renovador, le ayuda a desahogarse sin necesidad de hablar de nada. Siente que Hongjoong lo entiende con sus cosas, incluso escucha sus locuras y se ríe de sus chistes.
—Deberías hablarle a ese tipo —Es el peor amigo del mundo — Si tanto quieres conocerlo podrías enviarle un mensaje.
Yeosang solo sonríe, es incapaz de guardar esa reacción cuando habla de Yunho, lo recuerda o piensa en hablarle.
—Ni siquiera sabría qué decirle. ¿Y si le parece pasarse de la raya? —eso le quita la sonrisa, pensar que podría molestar a Yunho lo hace no querer abrir ese chat— ¿Y si él no espera que le hable para algo así? Solo quería cosas que tienen que ver con mi trabajo.
Hongjoong lo mira mal desde sus largas pestañas.
—Eso es una tontería, entonces no te habría dado su número —se frota la nariz congelada y roja— A mí eso me sonó a excusa. ¿Y si espera que le hables? ¿No has pensado que tal vez te ve de la misma forma que tú a él?
Para Yeosang eso es impensable, Yunho es un hombre hermoso y probablemente rico, podría tener a quien quisiera. Ni siquiera sabe si le gustan los hombres. Solo estaba siendo amable con él. ¿Por qué le gustaría alguien como él a alguien como Yunho? Suena absurdo. Pero la duda se instala en el pecho de Yeosang. Tampoco tiene mucho que perder. Podría inventarse cualquier excusa para hablarle.
—Préstame tu móvil, el mío está sin batería —Hongjoong lo saca de sus pensamientos. Le da el móvil y él lo desbloquea. Hace mucho que se saben la clave del otro— gracias, necesito enviarle un mensaje a mi hermano.
Yeosang piensa que hace mucho que no ve al hermano de Hongjoong, debería hablarle a ver cómo está. Tal vez aproveche el chat que abrió Hongjoong. Le devuelve su móvil, sin mirarlo lo guarda en el bolsillo y siguen su camino.
Cuando llega a casa ya es de noche cerrada, le duelen los pies y se siente bastante cansado. Tose un poco y el dolor en el pecho se le acentúa, un dolor que se da cuenta que tiene ahora. Hongjoong le prometió ponerle una canción esta noche, así que está de muy buen humor. Se pone a organizar un poco la sala, se hace la cena, fideos instantáneos con trocitos de carne que le regaló Hongjoong, y se sienta a disfrutar de su comida y su programa. Cuando ya tiene limpio todo lo que estaba en el fregadero va a la cama. Tiene sueño y sigue tosiendo de vez en cuando. Mañana tiene que ir a comprar algo de medicina, puede que se haya resfriado con el frío. Con un gran suspiro se tumba en la cama, mirando al techo y pensando en el día. Estuvo muy divertido y quiere volver a repetirlo, últimamente está más ocupado y no suele hacer este tipo de cosas.
Siente que se le van cerrando los ojos y sabe que es hora de la canción y dormir. Desbloquea su móvil para poner la música de Hongjoong cuando su alma se va lejos de su cuerpo y siente un frío recorrerle todos los huesos. Tiene un mensaje, bueno varios, pero tiene un mensaje. Yeosang no sabe si está viendo mal por cómo se encuentra, su cerebro debe estar gastándole una broma. La mano que sujeta el teléfono tiembla y se incorpora para agarrarlo con dos manos. No puede dejar de mirar la pantalla, y el mensaje. Lo abre.
Yunho: Hola, ¿Qué tal el día?
Notes:
No sabía que escribir es tan divertido
Socorro
Chapter 6: Capítulo Seis
Notes:
No sé si alguien lee esto, pero gracias igualmente. Parte de mi alma está en esta historia :'D
Chapter Text
Capítulo Seis
Yeosang no pudo dormir anoche. Los nervios lo comían, jugaban con sus entrañas, la traición de Hongjoong hizo que se replanteara el tener amigos. Gracias al mensaje había visto el que envió Hongjoong a sus espaldas, a su “hermano”. Le había puesto: “Hola Yunho, ¿qué tal estás?”. ¿Cómo se atreve? Semejante traición le había dado en el corazón. Hongjoong era un traidor, era un traidor de los peores. ¿Ahora qué va a hacer Yeosang? ¿Contestarle como si nada? Él no escribió ese mensaje. ¿Y si Yunho estaba ocupado? ¿Y si le molestó recibir un mensaje de “Yeosang”? ¿Y ahora qué va hacer? Está hecho un lío, su cabeza ahora mismo no rinde lo que debería, no ha dormido, y los pensamientos en bucle no lo dejan en paz.
Suena el despertador. Lleva toda la noche mirando las paredes, con el corazón en la garganta y un calor en el cuerpo horrible a pesar del frío. Se ha pasado parte de la noche tosiendo y otra parte como si tuviera una plancha de acero en el pecho, tiene que ir a la farmacia a por algo para los mocos. Con mucho pesar se levanta, tan despeinado que al pasarse los dedos por el pelo nota los nudos. Decide ir a la cocina, despacio, pensando en cada paso, intentando concentrarse en lo que hace en vez de en el mensaje que brilla en su teléfono, sin contestar. Porque lógicamente no sabe qué contestar. El café caliente ayuda a calmar sus nervios, solo un poco. Le pica la piel, le arden las palmas, se siente mareado. Espera que el desayuno logre terminar de calmar su mente, su rutina debería ayudar. Pero al empezar a vestirse se marea más. Esta vez nota su frente caliente y se teme lo peor. Un resfriado. No quiere quedarse en casa pero se siente muy cansado. Prepara un par de tostadas y otro café caliente.
Al poco tiempo se queda dormido en el sillón, el frío lo despierta y recoge la manta que había dejado abandonada a un lado. Mira la hora en el móvil, las 10:50. Intenta levantarse para ir a la universidad, estudiar y hacer algo productivo, pero las fuerzas parecen no acompañarlo hoy. Esta tarde tiene que ir a la tienda, así que se queda a descansar para poder ir después.
Vuelve a ver el mensaje, sigue sin saber qué hacer, solo quiere descansar un poco. La tos y el dolor en el pecho son más agudos, se levanta para tomar una medicina y volver al sillón.
Así está hasta las 17:00, cuando vuelve a mirar el móvil, tampoco siente hambre. Suena su teléfono anunciando un nuevo mensaje, y se le sube el corazón a la garganta. Es Seonghwa, tendría que haber estado a las 16:00 en la tienda y no ha aparecido, tampoco se despertó a tiempo para avisar. Así que le escribe un mensaje rápido.
Yeosang: Lo siento, me puse enfermo, iré ahora.
El mensaje no tarda en enviarse.
Seonghwa: Ohhh mi pobre Sangie, tranquilo, quédate descansando😙
Yeosang bloquea el móvil sintiendo cómo quiere volver atrás y no haber hablado con Seonghwa, su jefe siempre intenta fastidiarlo de alguna manera. Esta vez se quedó con el teléfono en la mano, pensando realmente qué debería contestar el mensaje para ser mínimamente amable. No se le ocurre el qué, debería simplemente contestar a su pregunta y ya. Vuelve a abrir la conversación, esta vez intentando llenarse de valor. Teclea varias respuestas, las borra, vuelve a intentarlo, y vuelve a borrarlo. Suspira y deja caer la cabeza en el respaldo. Está tan cansado que cualquier decisión lo termina por agotar del todo. No debería darle tantas vueltas, Yunho es muy simpático con él y ya han hablado otras veces, no tiene porqué ser tan difícil, ¿verdad?.
Yeosang: Ayer muy bien, tuve el día libre. —lo envía por fin, con miedo y vergüenza. Le parece un mensaje muy vago y seco. Vuelve a teclear.
Yeosang: ¿Has tenido un buen día?, espero no haberte molestado… —lo envía y traga la bola que le obstruía la garganta.
La respuesta no tarda ni dos minutos en llegar. Cuando escucha el sonido del mensaje da un brinco. Desbloquea el móvil tan rápido que la visión se le nubla. Abre el chat y se le dibuja una sonrisa.
Yunho: Nunca molestas, me gustó que me escribieras. Me alegro que hayas disfrutado de tu día.
Yeosang piensa en algo para contestarle, o si debería dejarlo así. Pero Yunho vuelve a escribir.
Yunho: ¿Hoy vas a trabajar?
Se debate si contarle su malestar, no quiere parecer pesado ni dar pena. Pero tampoco tiene sentido mentir en algo así. Yeosang nunca ha sido bueno en conversaciones, y menos empezando una amistad, pero aún así quiere intentarlo. Yunho le cae bien. Y hay algo en ese hombre que le atrae.
Yeosang: En realidad.. estoy un poco resfriado, y mi jefe me ha dejado descansar hoy🥲
Yeosang: Me siento un poco inútil ahora mismo, debería poder ir y hacer cosas, también necesito estudiar.
No sabe porqué le cuenta todo esto a Yunho, pero se siente bien al hacerlo y le ha salido sin pensar. Tal vez no esté tan mal. La respuesta de Yunho tarda más en llegar y Yeosang empieza a impacientarse y a ponerse cada vez más nervioso. Los pensamientos sobre si le molesta o si se ha excedido en la información asaltan su cabeza, todos a la vez. Quiere que el sofá se abra y se lo trague.
Por fin Yunho contesta y acaba con algo de los nervios que estaban asfixiando a Yeosang.
Yunho: Es mejor que descanses en casa, si necesitas algo me lo puedes pedir. Iré a llevarte lo que necesites.
Yunho: Creo que eres bastante responsable, no deberías sentirte así por un día que no te encuentres bien. Seguro que en poco tiempo vuelves a tener esa bonita sonrisa en la cara.
Yeosang se quema, arde, siente fuego después de leer esa última respuesta. Necesita agua fría porque siente que empezará a consumirse por las llamas. Le ha dicho que tiene una sonrisa bonita, Yunho es tan bueno. Siente que él también le cae bien a Yunho. Es una felicidad extraña, no lo conoce, están empezando a hablar, pero hay algo en ese chico que activa emociones bonitas en Yeosang, es adictivo. Solo sonríe mirando el móvil como un tonto, un adolescente con las hormonas disparatadas hablando con su primer interés romántico. Hacía mucho que no sentía algo tan bonito.
Sigue hablando con Yunho esporádicamente durante el resto de la tarde hasta entrada la noche, con mariposas en el estómago y dedos temblorosos. Yunho le insta a tomar sus medicinas y le pregunta si tiene comida suficiente. A Yeosang le da un mini infarto cada vez que escucha el sonido de un mensaje nuevo. Le contesta que por ahora tiene para sobrevivir. Preocupado, Yunho intenta convencerlo para llevarle comida mañana. Yeosang entra en pánico, quedar con él tan pronto y que vea su casa y estando enfermo lo pone demasiado nervioso. Yunho termina cediendo pero hablan para ir a comer un día juntos y poder hablar mejor. Eso provoca que un enfermo Yeosang quiera abrir la ventana y tirarse de cabeza por los nervios, que se lo están comiendo vivo sin compasión. Yeosang enseguida se emociona y salta de alegría al pensar en una cita con Yunho, aunque nadie a dicho cita. Tal vez debería verlo como una tarde normal sin hacerse tantas ilusiones. Pero igualmente fantasea con una tarde de cafés y risas, miradas furtivas y conversaciones. Se relaja tanto hablando con Yunho que su cansancio termina ganando la batalla, termina en la cama después de arrastrarse para estar más cómodo, y sucumbe a un dulce sueño lleno de palabras bonitas de Yunho.
Al día siguiente se despierta solo, bastante temprano. Siente que es la primera vez en mucho tiempo que ha dormido como un bebé. Su teléfono se cae de su pecho al levantarse, recuerda sus conversaciones con Yunho y sonríe como un bobo a las sábanas.
Se encuentra un poco mejor, pero todavía le duele el pecho, algo la cabeza y sigue con tos. Por lo menos esta vez cree que puede hacer algo más que estar tirado en casa. Necesita ponerse a estudiar para los últimos exámenes, uno de ellos es al día siguiente. Deja el móvil en el chat recordando el último mensaje de Yunho, pidiéndole que descansara y que era tarde, cuando sin querer se quedó dormido, haciéndole caso inconscientemente.
Después de ducharse y lavarse el pelo, se siente mucho mejor. Toma la medicina e intenta comer un poco. Un café siempre viene bien. Hoy le tocaba por la tarde en la tienda, quiere llevarse sus cosas para seguir mirando sus apuntes de química física. El día tiene buena pinta, el sol asoma entre algunas nubes y los pájaros cantan entre los edificios. Se pone un buen abrigo y una bufanda antes de salir. Sin olvidarse de su mascarilla.
El aire sigue siendo frío, Noviembre está llegando a su fin y pronto empezarán a caer los primeros copos de nieve. A Yeosang siempre le ha gustado la nieve y de pequeño le gustaba hacer pequeños muñequitos con el hielo, aunque nunca le quedaban como él quería, disfrutaba haciendo figuras. La vibración del teléfono lo saca de sus pensamientos, lo desbloquea y descubre un nuevo mensaje de Yunho.
Yunho: Hola, ¿qué tal estás hoy?
Yeosang sigue sonriendo al móvil mirando el mensaje. Acaba de alegrarle la mañana sin saberlo. Teclea rápido una respuesta, ya entrará en pánico después pensando que parece desesperado y pendiente de los mensajes de Yunho.
Yeosang: Hola, estoy mejor, aún me queda un poco de tos pero estaré bien. Gracias por preguntar.
Se muerde el labio pensando si decirle algo más. Una valentía desconocida se adueña de él y empieza a escribir otro mensaje.
Yeosang: ¿Tú cómo estás?, anoche me quedé dormido, perdona.
Lo bloquea antes de arrepentirse y borrarlo. Anoche le gustó tanto hablar con Yunho que quiere seguir con la conversación, pero tiene miedo de estar pasando un límite. Al final es un cliente de la tienda. Le da vergüenza solo de pensarlo. Después llamará a Hongjoong para contarle todo lo que ha pasado. Está deseando saber la opinión de su amigo.
Diciembre ya casi está ahí, debería comprarle a Hongjoong un regalo por navidad. Y tal vez uno a Seonghwa, le ha cogido cariño con el tiempo, y el hombre es bastante bueno con él. Raro a veces, pero bueno.
Yeosang entra a su cafetería de confianza para ponerse a estudiar. Siente que al perder un día necesita estudiar más para compensarlo. Con su café con bastante azúcar, su portátil y su lugar lo más alejado de la gente posible, se dispone a estudiar todo lo pueda hasta que sea la hora de almorzar, y volver a estudiar.
Se pega así unas cuantas horas, entre textos y textos de información sobre su próximo exámen. Hace una pequeña pausa para comer algo, habla con Hongjoong sobre el día de los dos, se estira un poco y vuelve a concentrarse. Después de unas horas vuelve a mirar el móvil por quinta vez, Yunho no ha contestado. ¿Tal vez está ocupado? no quiere entrar en pánico pensando en la posibilidad de que Yunho esté molesto por su mensaje. Bloquea el teléfono y vuelve a sus estudios. Suena la alarma avisando de la hora de empezar en la tienda, así que empieza a recoger sus cosas y lleva los platos sucios y el vaso al mostrador. La mujer le sonríe y le da las gracias con una reverencia. De camino a la tienda se detiene para ver una de las teles que se ven en la tienda de conveniencia. Sale la foto de un hombre, Yeosang entra para poder escuchar.
“Varias puñaladas han acabado con la vida del señor Lim Taeyong, quién vivía cerca de la escena del crimen”
Yeosang no hubiera creído que es el mismo hombre si su recuerdo no estuviera tan vívido en su mente.
“Se piensa que ha sido por un ajuste de cuentas entre bandas, ya que el hombre pertenecía a una banda callejera….”
Sigue en shock, es extraño ver a alguien en la tele donde te cuentan el final de su vida después de haberlo visto hace poco. Le parece que fue ayer cuando escuchaba los gritos del hombre en la floristería. Es una coincidencia tan rara que le cuesta apartar la vista.
—Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo? —el dependiente lo saca de su ensimismamiento, recobra el sentido y vuelve a donde estaba. Lo mira confundido, aún pensando en lo que acaba de ver y oír.
Lo piensa un poco, él sabe que estas cosas a veces pasan, pero que haya sido alguien con quien estuvo hace poco lo hace todo más real.
—¿Cuándo pasó eso? —lo dice señalando la televisión, donde estaban enseñando grupos criminales y la zona donde ocurrió. El dependiente mira las imágenes un poco confundido.
—Ah, pues ayer me parece —y vuelve a lo que estaba haciendo, apilar pequeñas cajas de zumos en el mostrador que están en oferta.
Yeosang vuelve a mirar a la pantalla, traga saliva y sale. No sabe por qué esto le afecta, siempre ha sido un poco aprensivo para este tipo de cosas, pero normalmente intenta ignorarlo y ya está. Pero esta vez se siente extraño. Decide quitarle importancia, no puede hacer nada al respecto, y lamentarse por ello tampoco ayudará en nada. Camina a paso lento hacia la tienda, se le hace un poco tarde así que prefiere llegar cuanto antes.
La tienda está cálida y le da una sensación de protección que, parece ser, necesitaba. Seonghwa no está por ningún lado, tal vez esté haciendo algo en la trastienda. Deja sus cosas y se pone el delantal. Su jefe sale de la trastienda como él pensaba, lleva las manos manchadas de tierra y parece cansado. Seonghwa lo mira con las cejas levantadas.
—No te oí llegar, ¿cuánto llevas ahí? —se acerca a Yeosang arreglándose la camisa, que está toda arrugada.
—Ahm, unos minutos nada más —dice volviendo su atención al portátil.
Seonghwa se queda callado un momento. Yeosang nota que vuelve a la trastienda, escucha el agua del fregadero y emerge nuevamente de la trastienda con las manos limpias. Se vuelve a acercar a Yeosang y se apoya en los codos para mirar lo que hace.
—¿Estás mejor del resfriado? Te escucho la voz rara —lo dice con voz baja, como si intentara no asustar a Yeosang— No tenías que venir si sigues mal, podías descansar en casa.
Yeosang sigue leyendo algo en su portátil y no mira a Seonghwa. Se lleva la mano a la boca por una tos repentina. Sus orejas están un poco rosadas.
—Estoy mejor, además me viene bien salir. —si su jefe nota algo raro en Yeosang no lo menciona, lo deja en su espacio y hacer sus cosas. Mientras él vuelve a la trastienda, supone que para seguir con lo que estaba.
Pasa bastante tiempo enfrascado en sus estudios, ningún cliente entra, Seognhwa se mantiene en la trastienda, y está todo tan tranquilo que Yeosang consigue relajar su mente por fin. Cierra su portátil y saca la libreta para intentar apuntar lo que sabe hasta ahora. Seonghwa sale en ese momento, pasa por su lado y coge la chaqueta.
—¿A dónde vas? —Yeosang lo suelta antes de pensarlo, su voz un poco rasposa.
Seonghwa gira la cabeza para mirarlo, con la chaqueta en la mano y la otra en el bolsillo.
—Tengo hambre, voy a traer algo para cenar, para los dos —Yeosang no tiene mucha hambre, y tampoco quiere que Seonghwa le esté pagando cosas, le da mucha vergüenza.
—No te preocupes, es un regalo para ti —parece que su jefe puede leer en su cara sus pensamientos— Pórtate bien y limpia algo —y se marcha guiñándole un ojo.
Después de limpiar el suelo, las macetas, los expositores y el mostrador, Yeosang se sienta en el taburete, un poco asfixiado por el ejercicio. Ha pasado una hora y Seognhwa no ha dado señales. Así que decide ponerse a ordenar los pedidos. Mientras se pone a pensar en Yunho. Aún no le ha contestado y ya es tarde, eso le pone un poco triste, esperaba poder hablar con él un poco más. Pero también debería darle tiempo, no sabe cómo es el trabajo de Yunho ni lo que puede estar haciendo. Debería no sentirse así sólo por un extraño, por muy amable, guapo y bueno que sea.
Seonghwa entra en ese momento, con dos bolsas en las manos, las cuales deja en el mostrador fingiendo que pesan una tonelada. Yeosang sonríe por su exageración y resopla mirándolo. Seonghwa tiene expresión de hacer una fuerza infinita.
—Eres un exagerado —suelta Yeosang con una risita.
Seonghwa se pasa una mano por la frente, limpiando un sudor imaginario— Tendrías que haberlo cogido tú, pesa muchísimo, necesito un masaje Sangie~
Yeosang se ríe de su jefe y sus ocurrencias. Siempre tan dramático. Seonghwa se quita la chaqueta y la deja en la percha cerca de la entrada. Yeosang aprovecha para echar un ojo tímido a lo que Seonghwa trajo. Es arroz con setas, carne, la salsa que le gusta y una sopa agriopicante. A Yeosang se le ilumina la mirada. Ahora sí tiene hambre, está empezando a salivar, mira a Seonghwa emocionado, pero este ya lo estaba mirando con una sonrisa tierna.
—Estás mejor cuando sonríes —y se sienta delante de él. Yeosang entonces se da cuenta de que la tienda sigue abierta a clientes. Como si Seonghwa pudiera de verdad leerle la mente, lo mira y resopla— Acabo de poner el cartel de cerrado, come tranquilo. Porque cierre una hora antes no va a pasar nada.
Yeosang se siente tímido y agradecido con su jefe, parece siempre intentar cuidarlo sin que se note mucho. Eso calienta el pecho de Yeosang y lo hace sentir agradecido con Seonghwa. Comen en un agradable silencio, interrumpido de vez en cuando por chistes de Seonghwa sobre la manera de comer de Yeosang, este se inventa historias donde gigantes vagan la tierra y regalan caramelos a la gente, Seonghwa se horroriza y hace reír a Yeosang. Pasan así la hora que queda, entre risas y chistes, comida y la compañía de uno con el otro. A Yeosang se le pasa el tiempo volando, se olvida del hombre de las noticias, de sus exámenes, de Yunho. Se siente bien, con la barriga y el pecho llenos.
Un día nuevo y un examen nuevo. Yeosang se siente listo para su penúltimo examen del año. El resfriado ya casi ha desaparecido y sus ganas de comer han vuelto por Navidad. Intenta no pensar en el mensaje no contestado de Yunho, sigue intentando pensar que está ocupado y no que algo le ha molestado de la conversación. La inseguridad desde hace tiempo ha sido su fuerte. Se trata de distraer con sus apuntes, pero su mente no para de molestarlo trayendo imágenes de Yunho, pensando en su sonrisa, en sus grandes manos. El móvil sigue sin sonar.
Después de más de dos horas de estudio, interrumpido por él mismo, decide que es momento de ir a la universidad. Espera que el exámen le salga bien. Caminar siempre le ayuda a despejar la mente, pensar en otras cosas menos agobiantes. El día es agradable, pocas nubes y rayos de sol entre ellas, brisa fresca y pájaros cantando. Piensa en preguntarle a Seungmin cómo le fué en el suyo ayer, se olvidó por completo y el recuerdo llegó hace dos minutos. Buscar su contacto en el móvil le vuelve a enseñar el chat de Yunho. Se maldice por ser tan idiota y seguir prestando atención a eso. Encuentra a su amigo y le envía un mensaje.
Yeosang: Min, ¿cómo te fué el exámen de ayer?
Guarda el teléfono y llega al campus. Hay pocos alumnos a esta hora, está llegando casi media hora antes. Es un obseso de la puntualidad. Llega al aula vacía y se sienta en un extremo, sacando sus cosas para los últimos repasos. Solo le queda este exámen y el siguiente sería en dos días, y ya sería libre por fin. Vacaciones de Navidad. Su teléfono vibra en su bolsillo, da un pequeño respingo y lo coge. Seungmin debió haber salido hace poco de casa.
El que me asusta: Me salió bastante bien, ahora céntrate en el tuyo que ya tu materia gris no es la misma que con 20.
Nota mental de no volver a hablarle a Seungmin.
En ese momento entra el profesor, y se da cuenta de que la clase ya está casi llena. Guarda el móvil y sus apuntes y se desea a sí mismo buena suerte. Después de casi dos horas, el exámen termina. Yeosang entrega los papeles contento, ha hecho un buen trabajo. Se quiere dar un capricho y va a la panadería donde su jefe compra los dulces, esta vez será él quien le dé la sorpresa. Todavía le queda más de una hora para entrar a trabajar, pero puede hablar con Seonghwa, y de todas formas, no tiene nada que hacer. La panadería está impregnada con olores de todo tipo y todos le dan hambre a Yeosang. Todavía tiene un poco de tos a veces, pero por lo menos puede saborear un poco más la comida. Se decide por dos bollos de crema de leche. A Seonghwa le gustan especialmente, sobre todo si tienen fresas por encima.
Llega a la tienda y suena la campana con su llegada. Nada más entrar ve a Seonghwa enfrascado en una conversación que parece fijar toda su atención, delante de él hay un hombre. Espalda ancha, abrigo largo, pelo negro. Yeosang se congela en la entrada, no entiende cómo es capaz de reconocer esa espalda con tan pocas veces de verlo. Yunho se da la vuelta, cómo si hubiera notado su presencia. Sus ojos se agrandan un poco, pero enseguida vuelve a componer su expresión con una sonrisa agradable. Seonghwa por su parte está con el ceño fruncido, mirando por encima del hombro de Yunho. Pero cuando ve quién es enseguida sonríe también.
—Sangie~ -canta desde el otro lado del mostrador. Yunho deja de mirar a Yeosang para dirigir su mirada a Seonghwa, quien lo mira de reojo— No te esperaba tan temprano.
—Ah, no quería interrumpir —reunir las fuerzas para decir algo tan simple nunca le había resultado tan complicado. Seonghwa niega con la cabeza y se levanta.
—No te preocupes, ven, te voy a presentar a mi jefe.
En ese momento el mundo de Yeosang se abre en dos, se encoge, se quiebra y se congela, todo al mismo tiempo. ¿Acaba de escuchar bien? ¿O sigue enfermo y entendió algo muy distinto? No sabe a dónde ni a quién mirar. De repente todo le parece surrealista y se siente como si hubiera entrado en otro planeta.
—Yeosang, sal de tus pensamientos y vuelve con nosotros— Su jefe, bueno, Seonghwa, parece divertirse mucho.
Yunho lo mira, con una mirada que Yeosang no sabe expresar, ni sabe si quiere. Camina hacia ellos, pone la bolsa en el mostrador y enseguida Seonghwa la coge.
—¡Dulces! Qué bonito eres —y saca uno— Este es Yunho, es el dueño de la tienda, Yunho, este es Yeosang, mi empleado.
Yunho mira a Yeosang con una sonrisa dulce, un poco tímida podría decir. Le hace una reverencia y Yeosang lo imita, saludándolo con voz tan bajita que lo más probable es que nadie lo haya escuchado. Hasta hacía dos minutos pensaba que su jefe, Seonghwa, era el dueño de la tienda. ¿Acaso lo había entendido mal? Seonghwa lo mira, comiéndose el bollo.
—Yo soy el que lleva la tienda, pero la compró Yunho, y me la dejó a mí —dice encogiéndose de hombros, como si hubiera entendido las preguntas no formuladas de Yeosang
Por su parte, Yunho sigue callado, mirando a Yeosang de vez en cuando. Suspira y se dirige a Seonghwa.
—Me voy Hwa, espero verte allí —Seonghwa asiente. Yunho se gira hacia Yeosang, quien no deja de mirar la madera pulida del mostrador— Yeosang, ¿te gustaría acompañarme un momento? —su voz suena con un ligero temblor, de nervios tal vez.
Chapter 7: Capítulo Siete
Notes:
Hola, nunca sé qué decir aquí. Pero hoy, quiero expresar lo contenta y feliz que estoy de escribir. He descubierto lo relajante que me resulta y la paz que me da, así que, estoy feliz. <3
Si alguien lee esto, que tengas un buen día tú también.
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Chapter Text
Capítulo Siete
El aire es frío, los músculos de sus brazos y piernas están entumecidos. Sigue a Yunho por inercia, cómo si su cuerpo respondiera, su mente en un letargo del que no consigue despertar. Yunho mueve su brazo, intentando llevar a Yeosang por los hombros, pero se detiene a medio camino y lo baja. Yeosang lo agradece, no cree que sea buena idea sentir el contacto del hombre ahora mismo.
— ¿Podrías venir conmigo a dar una vuelta? —Mira con súplica en sus ojos a Yeosang— Me gustaría hablar contigo un rato.
Yeosang lo mira por fin a los ojos, observando la expresión cansada de Yunho, se fija en sus ojeras y los bonitos rasgos ahora sin el brillo que había visto antes. Asiente y camina junto a Yunho.
— Tengo el coche aquí, quiero ir a un sitio contigo.
Yeosang duda, no sabe si es buena idea. Se acaba de dar cuenta que lo poco que conoce a Yunho, nada en absoluto. Quiere escucharlo, pero subirse a su coche no le parece bien.
— Si no te importa, preferiría ir caminando —Yunho parece abatido, pero asiente con una sonrisa que no le llega a los ojos.
Caminan un poco, cruzando algunas calles, hasta que llegan a un parque. Hay poca gente, está atardeciendo y empieza a refrescar más. Yunho se sienta en un banco cerca de unos árboles, se ve el pequeño río que recorre el parque y un puente más lejos. Yeosang se sienta a su lado, poniendo cierta distancia entre ambos. El hombre suspira y apoya los codos en sus rodillas.
— Sé que no esperabas que fuera tu jefe. Lo siento por no decírtelo —Vuelve a suspirar— no pretendía mentirte, pero quería conocerte sin que te sintieras cohibido por quién soy.
Yunho suena cansado, como si esto fuera algo recurrente en su vida. Que lo traten como otra cosa, que no pueda hablar normal con la gente sin tener algún tipo de estigma sobre él. Yeosang puede entenderlo, pero no le gustan las mentiras. Prefiere que le digan lo malo de una vez, y así poder seguir, seguir con esa parte y con lo que tenga que enfrentar por ello. Cómo tenga que comportarse o pensar, prefiere tener esa oportunidad. Algo que Yunho al pensar egoístamente no ha hecho.
Pero hay algo en cómo lo dice y cómo se ve que ablanda a Yeosang. Suelta un gran suspiro, como si hubiera estado conteniendo el aliento durante todo el camino.
— Preferiría que no me mintieras —Se frota las manos con nerviosismo— pero puedo entender por qué lo hiciste.
No sabría decir si él mismo hubiera actuado de la misma manera con un desconocido al que desea conocer, no lo cree. Pero no se atreve a negar algo que no sabe al cien por ciento. La vida a veces te hace hacer cosas raras.
Yunho lo mira, su mano se extiende hacia Yeosang, pero la aleja a mitad de camino otra vez.
— Me caes bien Yeosang, me gusta hablar contigo. —Lo dice bajo, como si tuviera miedo de alejar a Yeosang— Me gustaría poder conocerte de verdad.
Una pequeña y tímida sonrisa se dibuja en la boca de Yeosang. Aunque no le gusta que le oculte cosas importantes, Yunho sigue gustándole. Sigue sintiéndose atraído por él y con mariposas en el estómago cada vez que lo ve o piensa en él, que parecen reaparecer con una frase tan simple y a la vez con tanto significado.
Le toma un momento tener la valentía y recuperar la voz para poder contestar.
— A… a mí también me gustaría. —Mira hacia otro lado, incapaz de tener contacto visual con el hombre a su lado— Conocerte, digo.
Escucha la risa baja de Yunho, y un suspiro.
—Menos mal. Pensaba que la había jodido. —Yeosang lo mira, descubriendo una sonrisa en su cara, que le curva los ojos y unas orejas rosadas —¿Seguimos dando un paseo? El parque es bonito.
Recorre con su mirada el parque, bañado por el rojo y naranja del atardecer, el pelo se le mueve con la brisa. Yeosang no puede apartar la vista del perfil de Yunho, es tan hermoso que le duele. Le hace cosquillas en el pecho, quiere tocar el pelo del chico, saber cuán suave es su textura, y separar los mechones con sus dedos. Sentir cada detalle de su hermoso rostro.
—Sí, —Es lo único que logra articular— es bonito, y el parque también.
Yunho suelta un bufido y empieza a reírse. Yeosang pone los ojos como platos al darse cuenta de que lo acaba de decir en voz alta. El horror se apodera de él, el pánico y la vergüenza ahora son parte de su ser y quiere que la tierra se lo trague en ese mismo instante. Siente que la cara le arde y probablemente está tan rojo que podría rivalizar con los tomates más jugosos. Se tapa la cara con ambas manos, tan avergonzado que cree que nunca podrá mirar a Yunho.
De repente siente unas manos calientes en las suyas, apartando sus manos suavemente. La cara del hombre aparece en la visión de Yeosang, con esa sonrisa que le gusta tanto.
— Tranquilo, está bien. —Parece que Yunho no puede contener su sonrisa, una alegría que se refleja en su cara— Tú también eres bonito.
Yeosang vuelve a abrir mucho los ojos. Mira a todas partes menos a Yunho, que sigue aferrando las manos de Yeosang. Él puede quitarlas en cualquier momento, el hombre no está haciendo fuerza, pero se siente incapaz de apartarse de ese cálido contacto.
— Sigamos caminando —Yeosang intenta escapar del embrujo de Yunho poniéndose de pie. Guiando el camino a cualquier parte. Le molesta la pérdida del calor del otro, pero sigue adelante. Yunho lo sigue, en dos pasos se pone a su lado y caminan en silencio.
— ¿Vives cerca? —Es Yunho quien rompe el silencio. Yeosang sigue sin poder mirarlo.
— Más o menos —Le gustaría poder decir más, pero nunca ha sido bueno con las palabras. Entablar conversaciones es algo que siempre le cuesta. A Yunho no parece importarle, recoge los pequeños restos de información que le da y sigue hablando. — Mi casa está a media hora de la tienda caminando.
Quiere intentarlo, hacer el esfuerzo de poder hablar un poco más allá de solo responder con dos palabras. Yunho se ve conforme con lo que le dice, asiente y se pega un poco más a Yeosang, que se pone rígido al sentir como acorta la distancia entre ellos. Pero él hombre no parece hacer nada más, como si estuviera tanteando a Yeosang, lo cerca que puede llegar.
Hablan sobre el parque, la gente, el trabajo de Yeosang y su extraño otro jefe, Seonghwa. Yunho parece interesarse por cualquier cosa que diga Yeosang. Sigue preguntando sobre la universidad y sus estudios, sobre su examen y cómo le va en general ahí. Yeosang intenta hablar todo lo que puede, nervioso y con los cachetes colorados, espera que Yunho piense que es por el frío. Pasada una hora, Yeosang recuerda que tiene que ir a la floristería a trabajar. Ante la realización de sus responsabilidades, se para en seco y mira a Yunho.
— Lo siento, debería irme a trabajar ya. — Le dice, un poco triste por tener que marcharse. Yunho le sonríe y asiente.
— Claro, te he entretenido mucho tiempo. Te acompaño.
Vuelven a caminar pegados, cuando sus manos se rozan al seguir el camino. Yeosang aparta la mano nervioso, sin saber qué decir o qué hacer. No sabe si debería pedir disculpas o simplemente dejarlo así y hacer como que no ha pasado nada. Yunho parece tranquilo y sin darse cuenta del pánico interno de Yeosang. Ve como se mete las manos en los bolsillos del abrigo, Yeosang decide imitarlo. Preguntando a sí mismo si tal vez el hombre se siente incómodo.
— Por cierto, siento no haberte contestado en este tiempo. —Yeosang había olvidado por un momento el silencio del chat entre los dos— Mi trabajo a veces me absorbe.
— No te preocupes, no tienes que contestarme siempre. —Mentira, le gustaría que siempre le hablase.
A Yunho parece divertido al escucharlo.
— No, me gusta hablar contigo. Pero no quiero caer en la etiqueta de pesado.
Yeosang solo baja la cabeza, sonriendo. Recordando sus mismos pensamientos llamándose pesado a sí mismo. Le parece gracioso y algo surrealista que Yunho también lo pensase. Por su cabeza no pasó esa idea. Solo que él podía ser el que estuviera molestando al otro. Algo aparentemente erróneo.
Cuando llegan a la tienda Yunho se despide en la entrada. Lo nota un poco inseguro sobre qué decir. Hasta que lo mira y ve un brillo en sus ojos oscuros, seguido por una sonrisa de medio lado.
— Te hablaré mañana, tal vez podría compensarte por este pequeño error. —Mira un poco esperanzado a Yeosang, o eso quiere pensar él.
— Ah, sí, está bien. —No quiere pensar en una futura compensación sea la que sea. Solo le provoca querer tirarse por el puente más cercano para acabar con la vergüenza.
Yunho le sonríe, le desea buena tarde y se marcha. Yeosang entra a la tienda con una sonrisa bobalicona en la cara, que se le borra enseguida al pensar en las preguntas que le hará Seonghwa en cuanto lo vea. Pero su jefe no está por ningún lado. Se quita la chaqueta, se viste y empieza a limpiar el polvo.
No sabe muy bien en qué momento empezó a atraerle tanto Yunho. Si es cierto que cuando lo vió lo impactó lo guapo que es, pero de eso a querer hablar con él todo el rato hay una línea, o eso piensa. No entiende cómo ha surgido toda esta situación, pero tampoco se piensa quejar. Consiguió lo que quería, en parte. Conocerlo es ya bastante y se siente contento. Poder estar un rato a solas con el chico y conocerlo, es algo que solo se había imaginado. Su voz es suave y agradable, él es agradable, amable y alegre, incluso divertido.
Un silbido interrumpe sus pensamientos halagando a Yunho. Se gira para mirar en la dirección de donde proviene el sonido. Seonghwa, muy sonriente, lo mira apoyado en el marco de la puerta.
— Te veo muy concentrado abrillantando esa maceta. Le vas a borrar el color.
Yeosang no entiende lo que dice. No sabe si lleva mucho tiempo con la misma maceta, pero decide dejarla tranquila y guardar el paño.
— De vez en cuando hay que limpiar. —Lo mira entrecerrando los ojos. Orgulloso del estado de la floristería gracias a su manía de limpiar a conciencia. Su jefe debería sentirse agradecido.
Seonghwa se quita el abrigo y entra del todo. Aún con esa sonrisa condescendiente.
— Exacto, de vez en cuando. No cada cinco minutos. —Yeosang suelta un bufido por sus palabras, siempre le divierte meterse con él— Pero puedes hacer lo que quieras, me gusta verte animado.
Las orejas de Yeosang adquieren una tonalidad rosada de nuevo, parece que su color natural va a ser ese. Ignora a su jefe y sigue con sus cosas.
Es tarde cuando llega a su casa, tiene hambre y quiere quitarse ya la bufanda. Hoy no se ha encontrado tan mal, ha ido mejorando a lo largo del día. Se desviste rápido para ponerse cómodo, y se dispone a prepararse la cena. Pero antes coje el móvil para hablar con Hongjoong. Tenía ganas de contarle sus últimas aventuras… ¿románticas? Lo que sea.
Yeosang: ¿Estás despierto?
El mensaje llega poco después. Mientras va hirviendo el agua.
Joong: ¿Qué pregunta es esa?, sabes dónde trabajo.
Cierto.
Yeosang: Hoy vi a Yunho.
Yeosang: Resulta que es el dueño de la tienda.
Casi se quema por estar pendiente del móvil. Con cuidado mete las verduras en el agua. Su teléfono suena varias veces.
Joong: ¿Perdón?
Joong: Qué dices
Joong: ¿Cómo te enteraste?
Joong: Pero dime ya
Se ríe por la impaciencia de su amigo. Le cuenta un poco por encima cómo sucedió todo.
Joong: Pues no me gusta, tenía que haber sido sincero desde el principio.
Joong: Y ese Seonghwa tampoco me gusta.
Yeosang no cree que no le guste. A Hongjoong le cuesta conocer gente, es tan rarito como él y también tímido. Pero si no le hubiera gustado Seonghwa no habría dejado que se acercara tanto la otra vez.
Yeosang: No me pareció que no te gustase cuando te estaba hablando tan cerca.
Hongjoong escribe, pero lo borra. Repite esto por lo menos tres veces. Yeosang no entiende que tanto borra, cuando a él nunca le ha costado contarle cosas.
Yeosang: No te preocupes, sé que pudo ser incómodo. No tendrás que ir más, te protegeré de mi jefe alienígena 🤣
Deja los fideos hervir junto con la verdura y va a prepararse un vaso con agua. En unos minutos ya tiene su cena, y Hongjoong sigue sin contestar. Está pensando si pedirle una canción esta noche. Le apetece mucho y quiere relajarse. Le encanta esta parte del día. Su móvil suena de repente.
Joong: No, no me molesta.
Yeosang se había olvidado de lo qué había escrito antes, tuvo que volver a leer la conversación. Parece que podrá tener compañía próximamente si se siente solo en la tienda. Eso lo pone contento, da mentalmente las gracias a Seonghwa por no asustar demasiado a su amigo. Pero intentará que no esté cuando lleve a Hongjoong.
Yeosang: Perfecto.
Yeosang: ¿Podrías… hoy?
Yeosang: ¿Poner una canción? ¿o tienes el cupo lleno?
Hongjoong esta vez le contesta al momento.
Joong: Claro, tengo un hueco para eso.
Con una sonrisa en la cara y la alegría del final del día en el pecho, se va a cenar. Lava los platos, se relaja en el sofá y más tarde se tumba en la cama. Deseando que sea el momento donde suena la canción que Hongjoong eligió esta vez para él.
Con dos cuadernos abiertos y el portátil quedándose sin batería, porque olvidó traer el cargador, y un café a medias, Yeosang está pensando si descansar un rato de sus estudios. Hay veces que tiene que recordar por qué está estudiando química. Pero le gusta, así que esos pensamientos duran poco. Solo está cansado de tantos exámenes. Piensa en estar un rato más y dar un paseo hasta tener que ir a la floristería. Hace días que la señora Cha no va por ahí, lo que le hace preguntarse si estará bien.
Después de poco más de una hora, su agotamiento mental llega a su punto más alto. Necesita descansar de tanto texto y fórmulas. Recoge sus cosas y decide marcharse. El tiempo es bastante agradable, puede ir con una camisa de manga larga fina sin tener frío, hay rayos de sol y se escucha el barullo de la gente por la calle.
Todavía se asfixia un poco al hacer mucho esfuerzo, así que intenta ir tranquilamente, disfrutando del paseo. La brisa le mueve los mechones de pelo y siente el agradable frío en las mejillas. Le encanta caminar así. Su teléfono empieza a sonar con una llamada. Mira la pantalla extrañado, nadie suele llamarlo, solo sus padres y es muy raro que lo hagan. Pero como se imaginaba, es su madre la que llama. Su pecho se contrae un poco, y tarda unos segundos en contestar.
—Hol-...
—Yeosang, hace más de dos meses que no llamas, ¿por qué no has llamado? —Nada más descolgar lo interrumpe su madre, con su voz autoritaria y sin dejar de hablar.
Suspira derrotado, ya se arrepiente de haber cogido la llamada.
—He estado muy ocupado con la universidad y e-...
—No entiendo porqué te empeñas en ir a la universidad, a tu edad. Deberías haberlo hecho en su momento. —Vuelve a cortarlo— Desde que se te metió esa tontería en la cabeza has estado avergonzado a todo el mundo en el pueblo, con tu edad ya deberías estar casado y con un trabajo normal y estable ¿sabes? —Suena irritada, pero el que se está irritando ahora es Yeosang.
No echaba nada de menos hablar con su madre, le hubiera gustado tener una comprensiva y que se preocupara por su hijo. Pero no le gusta estar pensando así, al final es su madre y se imagina que en su mente sus preocupaciones tienen sentido. Nunca entendió cómo podía ser posible que volver a estudiar fuera algo mal visto, y tampoco es que Yeosang tuviera 50 años. ¿Y si así fuera? ¿Tendría que sentirse avergonzado solo por querer hacer algo que le gusta? Quiere terminar con la llamada en ese momento.
—Ya estoy terminando, sería imprudente dejarlo ahora. —Sabe que es imposible intentar razonar con ella, así que solo le da alguna explicación sencilla y espera que se dé por satisfecha.
—Esperemos que termines pronto —Suspira resignada— ¿Has encontrado novia? Deberías casarte pronto.
Y ahí está. No podía faltar que en su llamada trimestral surgiera un comentario sobre su vida amorosa. Su madre sabe perfectamente que a Yeosang le gustan los hombres, desde que era adolescente y descubrió su orientación. Pero ella siempre lo ha ignorado y hace como si no lo fuera. Empieza a frustrarse y sentirse incómodo. Aunque se sentía así desde que aceptó la llamada.
—Mamá, no estoy con nadie ahora mismo. Estoy ocupado con las clases…
Yeosang sabe que el silencio de su madre sólo significa decepción. Pero él no quiere casarse, nunca le llamó la atención ni le atrajo la idea del matrimonio. Ha hecho muchas cosas para complacer a su madre, pero esta es una de la que no se ve capaz. No es que no crea en el amor, pero sabe que los cuentos de hadas solo son cuentos, y lo aprendió muy joven. No espera que le aparezca un hombre perfecto delante y sean almas gemelas desde que se miran por primera vez.
Sin darse cuenta se acuerda de Yunho, pero como él mismo le recordó con sus acciones, no es perfecto. Y lo prefiere así, todo el mundo tiene sus fallos, y eso está bien. Yeosang aprieta su agarre en el teléfono. La falta de habla en ese momento por parte de su madre se siente como una losa en el pecho.
—Mamá, tengo que colgar. Espero que estén bien.
Escucha el suspiro frustrado de ella por la línea.
— Solo espero que sientes la cabeza algún día. —Y cuelga. Dejando a Yeosang con el móvil aún pegado a la oreja, y sin poder responder.
Su madre nunca ha sido cariñosa, ni se ha interesado en los gustos de Yeosang. Desde pequeño tenía que ser y hacer todo lo que ella quería, y pensaba para él. Pero con la personalidad del niño, se convirtió en una gran decepción para ella.
Cuando por fin se acaba la llamada, guarda su teléfono y sigue caminando. Siente que su alegría se ha ido un poco con la llamada de su madre. Se pasa la mano por el pelo, en un intento de calmar su agitada mente. Sus pasos son más rápidos y su respiración se acelera levemente. Sin saberlo se dirige a un lugar que siempre le trae esa paz que tanto necesita en ese instante.
Se encuentra en un parque apartado, subiendo una pequeña colina. Solo hay un banco solitario al lado de un árbol. Parece haber visto mil cosas en silencio, observando el paso del tiempo sin poder moverse. Desde ahí se ve toda la ciudad, los edificios y otros parques. Calles llenas de gente que se dirige a sus casas o van de camino al trabajo. Personas que simplemente pasean ajenas a su alrededor, enfrascadas en conversaciones con otras personas o simplemente solas.
Se siente más cerca de las nubes y hay un silencio acogedor en esa pequeña colina. Nunca ve a nadie allí, como poco alguna persona caminando por el sendero que está detrás. Este lugar le recuerda lo solo que se siente a veces, pero está bien. Hay calma en su soledad, tranquilidad y una aceptación silenciosa.
Le ha costado mucho tiempo y experiencias el aceptar cómo es, y saber qué hay cosas que no puede cambiar. Su timidez y su poca habilidad social es algo que le ha acompañado desde niño, nunca sabe qué está bien decir, o qué es lo que “debería” hacer. Hacía mucho que no le daba atención a este tipo de pensamientos. El sentir que debería ser de otra forma o que su personalidad y su carácter están mal, que son algo defectuoso. Le han dado envidia personas con un carácter natural. Donde su forma de ser es algo de lo que sentirse orgulloso.
Le encantaría ser así, pero ¿seguiría siendo él? ¿Sería el Yeosang que Hongjoong conoce si fuera de otra forma? O sus experiencias, ¿hubieran sido iguales?¿Hubiera sentido lo mismo?¿Expresado lo mismo? Una parte de él no quiere que algunas cosas cambien, pero si él fuera diferente, esas cosas tal vez hubieran cambiado.
La ira y la rabia son emociones que no suele sentir, o más bien no se permite sentir. Si dejara salir esas emociones podrían consumirlo, dejarlo hecho pedazos, vandalizar su ser, dejarlo en un estado que no aceptaría. Ser engullido por una emoción negativa no es algo que desee. Solo tuvo una pequeña experiencia cerca de eso y se asustó por la intensidad de la emoción. No quiere volver a sentir algo así jamás.
Él quiere sentirse bien y expresar cosas buenas. El mundo ya tiene bastante negatividad como para seguir alimentando ese tipo de emociones.
No sabe cuánto tiempo pasa en la colina, pero sabe que no es suficiente. Sin embargo, la hora de empezar con su trabajo se acerca inevitablemente. Quiere poder dedicarle sonrisas amables y sinceras a los clientes. Aunque hoy su mente no parece cooperar. Se levanta desanimado, esperaba poder reconstruir su estado de ánimo aquí. Pero al parecer, esta vez le cuesta un poco más. Coge su bolsa y oculta parte de su cara en la bufanda.
La calidez de la tienda le da la bienvenida. En el mostrador Seonghwa está atendiendo a un cliente, que lleva la maceta Lorena, envuelta en un papel con pequeñas estrellas. Intenta dejar sus cosas en silencio y ponerse el delantal.
—Ten cuidado no la muevas mucho. Esta planta es delicada, no le gusta mucho el traqueteo— explica Seonghwa con seriedad.
Yeosang lo ha visto pocas veces interactuar con clientes, pero siempre parece serio y poco expresivo. Cómo ha sobrevivido la floristería así, es un misterio para él. Espera a que termine y va colocando bien algunas macetas que estaban mal puestas. Cuando el señor paga y se va, se acerca a Seonghwa. El mayor lo mira con expresión seria, y Yeosang se pone nervioso. Seonghwa no suele estar tan serio.
—Necesito que te quedes mañana todo el día, tengo algo importante. —Empieza a coger sus cosas para irse.
Yeosang asiente, pensando si debería decir algo. Pero no le sale nada, así que se queda mirando la espalda de Seonghwa mientras se va. Se queda en la tienda, solo y sin ánimos de nada. Tenía la vaga esperanza de que Seognhwa hablase un poco con él y distraerse, pero parece que su jefe hoy tampoco está de humor.
Pasa el tiempo fantaseando mientras mira por las ventanas, a veces algún cliente casual entra en busca de un pequeño ramo. Se va a la trastienda para buscar los arreglos de navidad, debería ir poniéndolos ya, ya que dentro de poco son las fiestas. Seonghwa le dirá qué ramos serán los nuevos y los adornos para cada uno. Es una época donde todo el mundo se siente feliz, o debería sentirse así, en casa y rodeados de familiares. Este año será como los anteriores para Yeosang. Solo en casa o como alguno que otro, Hongjoong le dirá de ir a su casa para cenar y ver los fuegos.
Ir a ver los fuegos artificiales siempre le hace un poco de ilusión, si este año Hongjoong no puede ir, irá solo. No le importa, pero quiere verlos. Solo le quedan dos años más de universidad y logrará graduarse. No sabe qué hará después, si encuentra trabajo en la misma ciudad o se irá a otra. No quiere irse lejos de su amigo, pero la promesa de nuevos aires suena bien. O tal vez es que no tiene ganas de estar aquí hoy. El sonido del móvil lo saca de sus pensamientos. Por un momento piensa si debería mirar, aunque sabe que su madre no envía mensajes, la sensación agria sigue en la boca de su estómago. Con un suspiro saca el teléfono del mostrador.
Enseguida se le dibuja una pequeña sonrisa al ver en la pantalla quién le ha escrito.
Yunho: ¿Qué tal estás hoy?
La distracción es más que bienvenida, y aún más si es de Yunho. Vuelve a sentir un poco de calor en el pecho. Su madre había logrado que se olvidara por un momento del hombre, y de sus ilusiones por muy tontas que sean. Piensa un poco qué contestar, no quiere sonar desesperado por haber recibido por fin un mensaje, pero tampoco quiere esperar. Aunque Yunho no está físicamente ahí, los mofletes y orejas de Yeosang adquieren un tono rojizo. Con dedos torpes escribe una respuesta.
Yeosang: Hola
Yeosang: Estaba aburrido hace un momento
Yeosang casi tira el móvil al darse cuenta de lo que acaba de escribir y enviar. Intenta borrarlo, pero llama sin querer a Yunho. En un acto reflejo, tira el móvil al suelo en un ataque de pánico. No solo le acaba de decir a su JEFE que está aburrido en su trabajo, si no que le ha dicho que ahora al hablar con él no se aburre. Muy bien Yeosang. Así no suena desesperado.
Coge rápido el teléfono caído y reza por no haber roto la pantalla. No puede permitirse uno nuevo. Al cogerlo el pequeño aparato empieza a vibrar y sonar. Los ojos de Yeosang están a segundos de ser libres de sus cuencas. Yunho lo está llamando. Siente la necesidad imperiosa de volver a tirar lo más lejos posible el móvil. Coge con más fuerza el teléfono y acepta la llamada, aguantando la respiración.
Se escucha la risa de Yunho del otro lado.
—No pensé que fueras a llamarme —Todavía se escucha una risita en su voz.
La vergüenza se apodera de él. De verdad no sabe qué decir, fué sin querer, pero le gusta escuchar la voz de Yunho, que de alguna forma logra calmarlo. Aunque haya estado a punto de quedarse sin móvil por los nervios. Su voz es profunda y suave, y entra directamente al pecho de Yeosang. Después de unos momentos de silencio, donde Yeosang se debate qué decir y piensa en Yunho, este vuelve a hablar.
—..¿Estás bien? ¿Pasa algo? —Su voz se nota preocupada de repente, ya serio— ¿Hay alguien molestandote Yeosang? Haz algún sonido para decirmelo, iré enseguida.
Yeosang quiere derretirse ahí mismo de ternura. Este hombre va a acabar con él en algún momento. La preocupación de Yunho lo conmueve, soltando un suspiro y por fin habla.
—No, no, estoy bien, es solo que me sorprendiste. —Sus mejillas están aún más rojas que antes, y su agarre en el móvil es tan férreo que se podría volver uno con su mano.
Escucha a Yunho suspirar, de alivio, imagina, y suelta una risita.
—Debí haberlo imaginado, eres muy fácil de leer.
No sabe cómo tomarse eso. ¿Tan fácil es? No importa, eso ya lo pensará después. Prefiere intentar centrarse en su conversación con Yunho. Es la primera vez que lo llama, y los nervios lo están consumiendo lentamente. Piensa qué puede decir, qué puede preguntar o que se le ocurra algo para no ser un aburrido en la conversación. Pero Yunho se le adelanta.
—¿Por qué no me cuentas un poco más sobre las flores? —Su pregunta parece sacar a Yeosang de su agujero negro de preguntas— Me gustó la historia que me contaste la última vez, ¿qué otras flores tienen más historias?
Yeosang no esperaba que le preguntara algo así. Sabía cosas de las flores aunque no era ningún experto, trabajaba con ellas y algo tenía que saber. Pero le encanta curiosear sobre todo y saber sobre lo que está haciendo. Enseguida su sonrisa se ensancha y empieza a pensar, recordando algunos cuentos por dónde podría empezar.
—Hay muchas flores con historias, bonitas, tristes, alegres… Me sé algunas, pero tal vez no te gusten. —La inseguridad le hace dudar sobre sus conocimientos, temiendo poder equivocarse en algún dato.
Del otro lado de la línea se escucha movimiento, como si Yunho se estuviera acomodando en algún lugar. A Yeosang se le calienta el pecho al pensar que se está poniendo cómodo para escuchar lo que tenga que decir. Es bonito saber que alguien quiere poner su atención en tus tonterias. Le hace sentir algo muy bonito emerger de dentro, una emoción cálida y relajante.
—Cuéntame algunas, me gustaría saber más.
Mira el techo de la tienda, lleno de macetas colgantes con sus ramas hacia abajo y enrollándose por las vigas, lámparas de techo que hacen la estancia aún más hogareña. Piensa en alguna de las historias.
—Ehm, bueno, están las Anémonas, es para los corazones rotos, o un mal amor. Se dice que cuando Adonis, el mayor amor de Afrodita murió, ella empezó a llorar y de sus lágrimas brotaron estas flores. También simbolizan la delicadeza y la intensidad al amar. Son muy bonitas.
Yunho se mantiene en silencio durante un segundo, Yeosang escucha su respiración del otro lado.
—Qué triste, y bonito al mismo tiempo. Tu voz se vuelve más suave cuando hablas de lo que te gusta. Me gusta escucharte. —Su tono se escucha más bajo con la última frase.
A Yeosang le tiembla la mano, escuchar halagos siempre le ha resultado difícil, y más viniendo de alguien que le gusta. No pensó ni por un segundo que a pesar de sus nervios y su timidez pudiera seguir hablando. Pero lo hizo. Le contó la historia de las rosas y sus significados, sobre los Lirios, sobre la Adelfa. Mencionó muchas flores que siempre le han gustado.
Yunho lo escuchaba en silencio y de vez en cuando hacía algún comentario sobre las historias o algún halago hacia la manera de relatarlo de Yeosang. Se sentía bien y cómodo hablando. La flor que más le gustó a Yunho fué la Peonía. Con su significado sobre la timidez y la delicadeza entre ellos, romance y prosperidad. Yeosang explicaba su leyenda, donde las ninfas se convertían en Peonías para evitar ser vistas por los humanos. Unas criaturas tímidas que no les gustaba la exposición. Por eso se decía que los pétalos son así, para proteger su centro, donde ellas se sentían a salvo.Esta flor también significa en su cultura, tomar desafíos y aceptar riesgos.
La conversación siguió por mucho más tiempo. Las preguntas de Yunho iban desde su universidad hacia sus amigos y familia. Yeosang le habló sobre Hongjoong, sobre su costumbre de pedir una canción y lo mucho que eso lo ayudaba, sobre sus vecinos y le contó el día que vió al perrito en la puerta. Cuando no quiso hablar mucho sobre su familia, Yunho lo respetó y cambió de tema, atento a cualquier molestia que pudiera sentir Yeosang.
Yunho era amable y divertido, de vez en cuando soltaba comentarios que le hacían reír. Comentó lo poco que dormía a veces también, lo extenuante que era ser el CEO de una gran empresa. Ser un jefe y llevar responsabilidades de las que Yeosang ni se imaginaba. El hombre le contó más sobre él, tenía un hermano menor al que veía muy poco, su madre había muerto hace años y su padre estaba retirado. A Yunho no parecía hacerle mucha ilusión hablar sobre su pasado, lo que dijo fué muy a grandes rasgos y Yeosang tampoco quería presionar más. Con lo que tenía le bastaba.
Pasaron así casi dos horas, entre historias y risas. Conocer a alguien nunca había sido tan entretenido. Yunho lo hacía todo fácil, hablaba con naturalidad y tenía un carisma especial para hacerte sentir cómodo.
—Tengo que irme, necesito terminar unas cosas antes de volver a casa —Yunho parecía reticente a tener que colgar. Alargando las sílabas con voz ronroneante.
Escuchar ese sonido del hombre provocó cosas extrañas en su estómago. Yeosang se dió cuenta de que había pasado mucho tiempo sin atender la tienda, aunque no había entrado nadie. Sorprendido por lo rápido que había pasado el tiempo, se da cuenta de que ya es la hora de cerrar.
—Claro, siento haberte entretenido tanto.
Yunho se ríe.
—Para nada, se me ha pasado volando. Me gusta escucharte. —Se queda un momento en silencio, como pensando si agregar algo más. Finalmente lo hace.— ¿Puedo pedirte un favor?
Yeosang sonríe, apretando el móvil en su mano.
—Sí, claro.
—¿Podrías avisarme cuando estés en casa?
El corazón de Yeosang se salta un latido. Da-on nunca le había dicho algo así, se da cuenta de que encuentra el acto tierno. Se muerde el labio inferior reprimiendo una sonrisa tonta, las orejas rojas de la vergüenza y el calor de tanto tiempo por tener el móvil pegado.
—Lo haré. —Dice con timidez.
Yunho suspira, se lo imagina sonriendo en su despacho.
—Hasta pronto Yeosang.
—Adiós Yunho.
Se siente como si fuera un pétalo movido por una brisa muy suave, en una cálida tarde de verano. El sentimiento es tan bonito que lo recorre por dentro. El final del día es perfecto.
Notes:
Esta época es de bastante trabajo, así que espero poder subir más capítulos más a menudo u-u
Esta historia ya está terminada, pero falta revisar y corregir los demás capítulos. En eso tengo ayuda <3 así que, maravilloso.
Gracias por leer, Iloveu.
Chapter 8
Notes:
¡Hola!
En este capítulo hay una escena sexy, si no te sientes cómoda/o leyendo algo así, salta desde que leas "No puede parar de imaginar al hombre mirarlo" y vuelve a leer en "La sensación dura un rato".
Espero que disfrutes de la lectura <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Capítulo Ocho
La tarde del martes es fría, como de costumbre en estas fechas. Las calles empiezan a llenarse de gente buscando regalos para sus seres queridos. Simples detalles que esperan continúen manteniendo una relación que muy probablemente sea superficial. A Yeosang no le apasiona demasiado la fecha, nunca lo ha hecho, ni siquiera de niño. Esperar regalos no era algo normal en su casa, pero al menos cenaban en familia. Sus padres hablaban del futuro. El árbol iluminaba la estancia, como un faro que te guía a casa.
Hasta conocer a Hongjoong, Da-on o Seungmin no pensó en que podría hacerle ilusión ver la cara de felicidad de alguien al recibir un regalo. Pero esta vez le apetece, quiere hacer algo por Hongjoong, siempre le da mucho y Yeosang siente que no le devuelve lo suficiente. Tener su amistad ha sido un regalo muy preciado, un bonito detalle que tuvo la vida.
Pensar qué podría darle a Hongjoong le da un poco de dolor de cabeza, se le ocurren demasiadas cosas y pocas opciones viables para su inestable economía. Pero de verdad quiere hacer el esfuerzo, comer fideos puede ser una buena alternativa durante un mes. Hongjoong ya tiene un buen equipo para componer, de eso no le hará falta nada. Entonces se le ocurre una idea, tiene un buen presentimiento sobre el regalo. Lo apunta rápido en su teléfono para no olvidarse de los detalles. El siguiente en su lista es Seungmin, el chico lo ayuda mucho y a pesar de su humor agrio, siempre tiene detalles amables hacia Yeosang.
A Seungmin le gusta mucho escuchar música y escribir. Quiere ir a mirar una libreta bonita para él, con algunos utensilios para su afición. Que pueda contar más sobre sus días y recuerdos. Se le amplía la sonrisa al pensar en el chico enfrascado en sus memorias de pocos años, aún siendo tan joven. Yeosang quiere verlo hacer lo que le gusta.
Sigue pensando si debería llevarle algo a Seonghwa, pero no sabe nada de la vida privada del hombre. Lo que más parece gustarle es comer y organizar cosas. ¿Tal vez podría sonsacarle algo?, de todas formas no sabe si tienen ese nivel de confianza todavía. Pero no pierde nada en intentarlo. Bueno, su dignidad porque probablemente haga el ridículo. Como suele pasar.
Por último intenta no pensar, pero su mente lo traiciona con imágenes de Yunho. Cree que es demasiado pronto para pensar en comprarle algo por Navidad. Le gustaría tener el detalle con el hombre. Siempre es muy amable y bueno con él, pero se llena de vergüenza solo de pensarlo. Podría ser demasiado invasivo regalarle algo. Le duele la cabeza con todas las dudas que tiene en la cabeza. Así que decide dejar eso para lo último, primero Hongjoong.
Camina por varias calles, mirando y buscando algo que le recuerde a sus amigos. Regalos que les puedan gustar. Entra en locales y pregunta intentando averiguar si tienen lo que busca. Su presupuesto no da para tanto, ya que las opciones son bastante elevadas. Tendrá que pedirle a Seonghwa un adelanto u horas extra. Puede con ello.
Después de varias vueltas por distintas tiendas y a veces volver a otras, ya tiene suficiente. Para Seungmin eligió unos cascos azules con negro, con muchas cosas extra que no entiendió bien, pero según el dependiente eran muy buenos. Ahora el chico podrá jubilar los viejos que siempre usa. Aparte de eso, compró un pequeño cuaderno negro con algunos dibujos de perrito, perfecto para escribir lo que le apetezca. El de Hongjoong lo tiene a medias, necesita un poco más para completarlo, pero lo tendrá para el día siguiente de Navidad.
Ya le duelen los pies de caminar durante varias horas, le agobia tanta gente y siente la necesidad de alejarse un rato y relajarse. Saca el móvil para enviarle un mensaje a Hongjoong.
Yeosang: Joong! ¿Estás ocupado?
Se frota el brazo con la mano, intentando entrar un poco en calor. Hongjoong no tarda mucho en empezar a escribir.
Joong: Estoy terminando de redactar un vlog.
Joong: ¿Por qué? ¿Quieres que nos veamos?
Yeosang a veces se asusta de lo mucho que Hongjoong lo conoce. Le tiene tanto cariño a su amigo que no se imagina estar sin él en algún momento. Siempre lo escucha, sea lo que sea lo que Yeosang tenga o quiera decirle, siempre tiene tiempo para él aunque sea una tontería, o si no lo tiene no tarda mucho en volver con él para saber qué ocurre. Cada vez que Yeosang necesita compañía aunque no lo diga, Hongjoong sabe leerlo y se queda a su lado. Su pecho se llena de tanto cariño por el mayor que lo cubre de calidez.
Yeosang: Si te apetece, estoy cerca de la plaza grande, al lado de la estación.
Joong: ¿Qué haces allí? Suele estar lleno de gente.
Yeosang: Quería dar una vuelta.
Joong: Ajá.
No hay manera de que pueda esquivar a Hongjoong. O es que él no sabe mentir, que también, o su amigo de verdad puede leerle las intenciones a distancia. Su móvil vuelve a iluminarse.
Joong: Enseguida voy, déjame coger la chaqueta.
Su sonrisa se ensancha mientras piensa en Hongjoong levantándose para ponerse su chaqueta más gorda y la bufanda azul que siempre usa. Pasa un rato apoyado en la pared de un establecimiento medio vacío. Cada vez siente más frío por estar quieto así que va a un banco cercano para sentarse. Una pareja pasa por delante de él, llevan sus manos unidas y el chico no para de reír de algo que le ha dicho la chica. Se acercan y él le da un beso en la cabeza, tan tierno que Yeosang piensa que debería dejar de mirar, sintiéndose tímido. Se ven felices, disfrutando del tiempo juntos, como si no existiera nadie más.
A Yeosang le encantaría tener algún día algo así. Con su ex pareja le iba muy bien, pero nunca sintió algo tan especial. Se querían mucho, eran mejores amigos y algo más, pero a Yeosang le faltaba algo, y siempre pensó que a Da-on también. Igualmente, el cariño que se tenían era especial a su manera. ¿Qué se sentirá al tener a alguien que para ti sea tu mundo? ¿Con quien puedes ser tú mismo?, sin miedo a que te miren raro, a que se vayan, a que te juzguen, a que se rían. Alguien que te ame tal y como eres, que no intente ni quiera que seas otra cosa más allá de tus propios deseos. Que te anime a hacer las cosas que quieres, a cumplir los sueños que tienes y tendrás. Que esté siempre ahí para ti aunque no pueda estar físicamente ahí. Alguien en quien puedas confíar con tu vida, que te demuestre lo mucho que le importas.
Yeosang quiere algo así, pero no cree que sea para él. No piensa que eso pueda existir, o por lo menos no siente que sea su destino. Tal vez no debería pedir tanto, ya tiene cosas hermosas en su vida. Se siente agradecido por ellas, pero a veces, algunas veces, desearía tanto tener a alguien así a su lado.
—Tierra llamando a Yeosang.
Sorprendido por la voz, Yeosang levanta la cabeza, terminando con su ensoñación. Hongjoong está de pie delante de él. Efectivamente con una chaqueta enorme y su bufanda azul de confianza. Hay pequeñas motitas en el pelo de Hongjoong, en su abrigo oscuro y en el suelo. La realización de que está empezando a nevar lo golpea. Se levanta con los ojos muy abiertos, y su sonrisa se va ensanchando a medida que la imagen toma sentido en su cabeza.
—¡Está nevando Hongjoong! —Su voz suena más alta por la emoción. Hongjoong sonríe, se le cierran casi del todo los ojos. Unos dientes perfectos se pueden ver en su amplia sonrisa. Parece disfrutar de la alegría y sorpresa de Yeosang.
—No me digas. —No deja de sonreír mirando a su amigo— Me creo que no te hayas dado cuenta. —Agarra el brazo de Yeosang, tirando hacia él— Vamos, necesito algo caliente.
Yeosang lo sigue por inercia, sin dejar de mirar al cielo y abrir la palma de la mano, donde le caen algunos copos. su sonrisa no se va en ningún momento, y Hongjoong no pierde detalle de las reacciones de Yeosang.
—Siempre que nieva pareces un niño —Se ríe su amigo, abriendo también la palma de la mano junto a la de Yeosang.
Caminan juntos, parándose de vez en cuando porque Yeosang se tropieza con cosas por estar mirando al cielo. Tiene las pestañas con motas blancas, el pelo húmedo y una sonrisa que parece tatuada en su cara. Hongjoong se ríe a cada rato, guiandolo para que no se golpee con nada o se caiga.
Por fin consiguen llegar a una cafetería poco concurrida. Hongjoong le limpia el abrigo de nieve, se quita el suyo y van a sentarse. El ambiente es cálido y huele a café recién hecho. Piden los cafés favoritos de cada uno, Yeosang uno con caramelo, leche y dos de azúcar y Hongjoong uno americano.
—¿Vas a decirme qué tal te va con el ejecutivo super alto que te tiene en las nubes? —Hongjoong lo mira intensamente mientras bebé su café.
Yeosang se pone nervioso, imágenes del hombre invaden su cabeza. Le da vergüenza hablar sobre Yunho. Pero tal vez es un buen momento para pedirle a Hongjoong consejo sobre si debería hacerle un regalo por Navidad o no.
—Bueno.. estuvimos hablando por teléfono el otro día… —Su café se vuelve lo más interesante del lugar, removiendolo todo el tiempo.
Hongjoong lo mira, parece intentar meterse en su cabeza para saber qué hablaron.
—¿Cómo es? —Termina preguntando.
—Pues, es amable, se interesa por las cosas que me gustan, es divertido. —Sonríe recordando sus conversaciones con Yunho y como este le ha hecho reír con sus ocurrencias— Me gusta hablar con él, lo hace sentir muy natural. No me presiona para conversar de nada que yo no quiera. —Mira al techo, imaginando la cara de Yunho. Recordando su risa a través del móvil— También me cuenta cosas sobre él, pocas, pero no he querido preguntar mucho.
Hongjoong bebe de su vaso caliente, prestando atención a lo que dice Yeosang. Parece inmerso en sus pensamientos, como si estuviera decidiendo si Yunho era bueno para su amigo o no. Él sabe que Hongjoong desconfía un poco, pero lo anima a conocerlo porque sabe que a Yeosang le gusta, y tal vez tiene un mínimo de esperanza en que el hombre sea bueno para su amigo. Hongjoong suspira, dejando su café a un lado.
—Hacía mucho que no hablabas tanto de alguien. —Lo dice apoyando su mejilla en la mano, mirando a Yeosang— Pareces animado con esto. Solo espero que sea un buen hombre.
Yeosang le sonríe a su amigo, conmovido por la preocupación de Hongjoong.
—Pero, prometeme que si pasa algo, me lo dirás. —Hongjoong se incorpora, agarrando su vaso medio vacío— Sabes que me tienes aquí. Y recordando lo de Da-on… Solo quiero que no te aisles.
Yeosang se abraza los codos y mira la mesa, sintiendo el peso de las palabras sobre los hombros, recordando su última relación. Cuando decidieron terminar, lo hicieron bien, pero estuvo triste durante meses. Queriendo olvidar el tema y no hablar por miedo. Miedo a preocupar a su amigo, a que sus emociones fueran más allá de lo que él pensaba. No estaba enamorado de Da-on, pero llegó a pensar que sí. Quería que así fuera. Fue una relación significativa para él, quería al chico. Se habían vuelto mejores amigos, y aunque no funcionó, cada día echaba de menos la rutina con él.
Pero contarle todo eso a Hongjoong le parecía demasiado, no sabía por dónde empezar ni tampoco lo que sentía de verdad. Todo era confuso para él y su mente no ayudaba. Lo que sentía hacia Da-on era algo cálido, pero nunca fué amor. Solo fué con el tiempo que consiguió darle un poco de forma a esos sentimientos, y entender que no estaba enamorado. Hacía mucho que no hablaba con él, y este tampoco le escribía. Aunque conociéndolo, seguramente le dejaba espacio a Yeosang para no presionarlo, y que fuera él el que diera el paso cuando se sintiera bien con la idea.
—Lo intentaré —Es lo único que puede decirle a Hongjoong, y se odia un poco a sí mismo por poder darle tan poco. Pero no quiere mentirle, y prometerle algo que no sabe si podrá cumplir. Prefiere que se sepa lo cobarde que es a que guarde esperanzas y ver la decepción en su cara.
Hongjoong le sonríe, probablemente sabe perfectamente lo que piensa Yeosang. Aún así, asiente y le aprieta la mano. Un gesto suave, pero que significa tanto para los dos, como si se hubiera levantado y lo hubiera abrazado por diez minutos. Se siente agradecido de tener a su amigo. Espera poder contarle siempre todo, aunque sabe que algunas veces le costará hacerlo. Aún piensa en hablarle algún día sobre el hombre aquel en la tienda, y sobre la noticia. Pero nada más pensarlo se cierra, tiene miedo y la inseguridad le gana la batalla. Decide guardarlo para él por ahora. Por lo menos pudo contárselo a Yunho, eso alivió algo su ansiedad. Entonces recuerda su duda sobre Yunho.
—Joong… ¿Tú crees que sería buena idea comprarle un detalle a Yunho por Navidad? —Solo decirlo hace que se lo coma la vergüenza, pero necesita consejo sobre esto.
Hongjoong lo mira, dejando su café a un lado.
—Creo que es muy pronto, apenas lo conoces.
Tal vez tiene razón, pero el hombre ha sido tan amable con él que piensa que regalarle algo pequeño podría aliviar esa picazón en su cabeza.
—Lo pensé, pero ha sido tan agradable conmigo que no sé…
Hongjoong se rasca la barbilla pensativo. Sus cejas perfectamente depiladas juntándose.
—Bueno, invitalo a comer. Así le compensas y no es tan rápido, ¿te sientes cómodo con eso? —La pregunta es suave, intentando animar a Yeosang a pensar sobre eso.
—Podría intentarlo, pero no sé si lograré preguntarle. —Entonces duda, recordando algo— De hecho, Yunho me dijo que quería invitarme a cenar.
Hongjoong sonríe, probablemente la timidez de Yeosang le conmueva. Reposa su cabeza sobre una mano, sin dejar de mirar a Yeosang.
—Entonces ya lo tienes, espera a que te invite, y cuando te sientas preparado hazlo tú. Recuerda que no tienes porqué presionarte. Ve a tu ritmo.
Yeosang se siente mejor después de hablar con él. Siempre tiene buenos consejos, pero que él sea capaz de seguirlos es algo muy distinto. Aunque sea lo intenta.
Se quedan hablando un rato, sobre la música y los planes de Hongjoong por Navidad. Hongjoong le despeja su agenda super apretada de rey de la radio para quedar con él el día 25. Es el único que puede por la tarde hasta la noche. A Yeosang le parece bien, pero tiene que pensar en rehacer su plan, para poder llevar a cabo su regalo necesita algo muy importante. Una habitación de Karaoke.
Toma nota mental de buscar precios y horarios. Por ahora se centra en su amigo y sus preocupaciones sobre la canción con la que estaba frustrado, y las demás que parecen ser más fáciles de producir. Hongjoong le cuenta que por ahora se le da mejor componer, pero que las otras dos canciones han sido más fácil en la etapa de producción. Su canción principal y su favorita, por mucho que le traiga por un camino difícil, es suave, con una melodía preciosa. El mayor le dice que le revelará el nombre de la canción cuando esté terminada.
Después de un rato en la cafetería, salen al frío de la noche. Ha nevado más y las calles tienen una suave capa blanca. A Yeosang enseguida se le escapa un grito de júbilo y Hongjoong se ríe de él. Caminan por las calles, cogidos del brazo para no resbalar en algunas ocasiones, aunque no se sueltan hasta que llegan a la tienda.
El calor de la floristería los acoge a ambos junto con el olor a flores.
Seonghwa está en el mostrador, con aspecto aburrido y un suéter de reno con pequeños árboles de Navidad. Al verlo Yeosang empieza a reírse intentando taparse la boca. Le parece adorablemente ridículo verlo así.
—¿Cómo te atreves a reírte de mí? —Reclama Seonghwa muy ofendido, con un ceño muy fruncido— Además, ¿de qué te ríes?
Hongjoong suelta un bufido, y es entonces cuando Seonghwa se da cuenta de la presencia del otro hombre. Se incorpora para verse más erguido y se alisa el suéter sin apartar la mirada, con su expresión ofendidisima, de Hongjoong.
—Será porque tienes un suéter muy llamativo —Hongjoong se cruza de brazos mirando al jefe de Yeosang.
Seonghwa cambia su expresión a una más ofendida, si se puede. Mirando a Yeosang, señalando con un dedo acusador.
—Como si tú fueras el rey de la moda, muéstrame algo de respeto niño.
—¿Niño? Tiene veintinueve años —Hongjoong sonríe, encontrando las palabras de Seonghwa divertidas.
Seonghwa concentra su atención repentinamente en Hongjoong, mientras Yeosang recobra un poco la compostura y se seca las lágrimas.
—¿Y tú? —Le muestra una bonita sonrisa ladeada, con un tono de voz más meloso. Hongjoong de repente se tensa, pareciendo confuso— ¿Qué edad tienes?
Las orejas de Hongjoong toman un tono de rojo más intenso. Desvía su mirada hacia las flores del expositor mientras disimula una tos discretamente.
—Tiene treinta y uno, es mi Hyung —Yeosang lo dice con orgullo, como si quisiera fardar de Hongjoong.
La mirada de Seonghwa brilla ligeramente, sin apartar sus negros ojos de un Hongjoong cada vez más nervioso.
—Buena edad —Es lo único que dice antes de levantarse y mirar su precioso suéter. Mira a Yeosang y vuelve a mirar su ropa— Y es muy bonito, perfecto para esta época del año y que los clientes se sientan inmersos en la Navidad.
Yeosang vuelve a reírse al ver a Seonghwa mostrar con suficiencia su estupendo abrigo.
—Me parece bien —Logra articular— Te queda bien.
Hongjoong se aclara la garganta en ese momento, colocándose mejor la bufanda.
—Me voy Yeo, te hablaré después.
Yeosang asiente y se despide de su amigo. Deja sus cosas donde siempre y se coloca el delantal. Entonces se da cuenta con sorpresa de que Seonghwa, que ahora mira hacia cualquier parte menos a Yeosang, ha cambiado el delantal por uno que simula ser un árbol de Navidad. Siente el impulso de estrangular a Seonghwa, pero le muestra la sonrisa más falsa y tensa de su existencia.
—¿También para crear ambiente? —Dice señalando el hermoso delantal.
Lo ve mirarse las uñas muy concentrado, soltando un “Ajá”. Yeosang suspira y empieza sus tareas de colocar macetas y rellenar el agua de los cubos. El resto de las horas de trabajo pasan tranquilas, pocos clientes y Seonghwa relajado. Se dedicó a hacer inventario, limpiar y organizar. Seonghwa se sentó en el mostrador, observando todo lo que hacía su empleado. De vez en cuando le decía cosas como “vas a acabar con la pintura de la maceta de tanto frotar”, o “el suelo va a reflejar cual espejo”. Yeosang piensa que solo se está desquitando por lo del suéter, que sigue mostrando con orgullo.
Termina preguntando al último cliente qué le parece su elección de ropa. Yeosang suspira con cansancio, la pobre mujer lo mira y sonríe incómoda. Le dedica un demasiado alegre “es precioso”, y se marcha. Lo cual Seonghwa aprovecha para decirle a Yeosang que él tenía razón. Lo deja vivir en su mundo, si le gusta el suéter es lo importante, pero no deja de hacerle gracia las reacciones de su jefe. Parece que hirió su lindo orgullo. Y eso le encanta. A veces es agradable obtener una pequeña venganza.
Entre los dos empiezan a última hora a sacar decoraciones de Navidad, no muy exageradas, pero que le dan un toque navideño a la tienda muy acogedor. La elección de Seonghwa de algunos muñecos para vender horroriza a Yeosang. Les falta pelo, no tienen ojos y parecen más bien pedir ayuda. Yeosang con dulzura y tacto le explica que eso no será agradable para los clientes ni pega con la tienda. Seonghwa mira confundido sus muñecos, pero accede y promete llamar a un distribuidor distinto para que le consiga unos más “agradables”.
Después de cerrar y llegar a casa, se pone cómodo y prepara la cena. Piensa si debería preguntarle a Yunho qué tal su día. No habla con él desde ayer, y no sabe si será muy pesado hablándole ya que Yunho no lo ha hecho. Pero también recuerda lo que le dijo de que tampoco quería ser pesado. Eso le hace sentirse valiente, deja el cucharón con el que estaba removiendo los fideos y recoge el móvil de la encimera. Busca el contacto de Yunho, su foto de perfil le encanta. Él a contraluz con los edificios de fondo, y el vaho del frío saliendo de su hermosa boca. Escribe rápido un saludo antes de arrepentirse.
Yeosang: Hola, ¿qué tal tu día?
Va a dejar el teléfono en la encimera de nuevo, pero el sonido lo detiene. Le sorprende lo rápido que contesta Yunho a veces. Se pregunta si de verdad se aburre tanto en su oficina. Se lo imagina mirando el techo, intentando encontrar algo de diversión o distracción entre esas cuatro paredes. Siente pena por el hombre. Vuelve a la conversación.
Yunho: Hola!
Yunho: Justo estaba pensando en escribirte
Yunho: Aburrido, si te soy sincero, espero que el tuyo haya sido mejor.
Yeosang le sonríe a la pantalla. Hablar con Yunho le hace sentir el estómago lleno de mariposas. Le gusta. Este hombre le llama mucho la atención. Recuerda su cara, sus expresiones, sus ojos oscuros, aún más que los de Seonghwa, su boca, sus dientes perfectos. Le gusta mucho. Siente su cara arder de repente.
Yeosang: Estuve comprando regalos de Navidad…
Yeosang: Pero todavía no he conseguido el de mi amigo Hongjoong
Siente que quiere desahogarse con Yunho. Con él es fácil, se siente fácil.
Yunho: ¿Qué tenías pensado?
Yeosang: Él hace música, siempre le ha gustado. Pero cantarla es algo que le da mucha vergüenza. Quiero llevarlo conmigo a un karaoke y que cante sus nuevas canciones ahí
Yeosang: Pero no sé si podré permitírmelo, tengo que ir a preguntar
Ve como Yunho escribe, borra y vuelve a escribir. Se muerde el labio, pensando si tal vez ha dicho demasiado. Aunque esas dudas lo atormentan, siente que hablar con Yunho puede relajar su caótica mente. Finalmente, recibe el mensaje de Yunho.
Yunho: Tengo un amigo que trabaja en un local, podría pedirle el favor
Yunho: Seguro me dice que sí, ¿qué te parece?
A Yeosang se le abren los ojos por la sorpresa. Sabe que Yunho trabaja en una empresa importante según le ha dicho, pero no se imaginaba que tuviera esos contactos. Aunque tal vez para él no es para tanto. Se debate en si aceptar la ayuda, no le gusta sentirse en deuda con nadie, pero quiere tanto darle este momento a Hongjoong… Se pondría tan contento. La sola idea de imaginar la cara de su amigo le hace tomar la decisión. Termina suspirando mientras escribe.
Yeosang: Yo… Bueno, le podría dar lo que falta el mes siguiente, ¿podría?
Yunho contesta enseguida. Realmente se lo imagina como Yeosang ahora mismo, solo mirando el móvil pendiente de la respuesta del otro.
Yunho: Por eso no te preocupes. Te mandaré la ubicación, solo dime el día y la hora y lo tendrás para ti
Yeosang se queda sin palabras. Claramente pondrá el resto del dinero, pero el detalle le llena el corazón de alegría y calor. Aunque una parte de él no se siente bien por aceptar algo así, quiere hacer esto para Hongjoong. Empieza a escuchar un chisporroteo detrás de él.
—MIERDA YEOSANG, LA CENA —Grita mirando como el agua se derrama por fuera de la olla.
Limpia el desastre intentando no quemarse y termina de preparar la cena. Después terminará de organizar la cocina. Finaliza sentándose en el sofá con el plato delante de él en una pequeña mesita coja y el móvil en la otra mano. Le escribe una respuesta rápida a Yunho.
Yeosang: Es para el día 25, por la tarde
Yeosang: De verdad, muchas gracias, no sé cómo podré agradecerte esto
Por el tiempo que tardó con su desastre y la cena piensa que Yunho dejó el móvil a un lado. Además de la hora que es probablemente esté saliendo de trabajar. Yunho le había dicho que siempre trabajaba hasta tarde. Lo que no sabe aún es donde. Pero parece cerca de la floristería por lo que comentó en el paseo por el parque. Decía que podía ver ese parque desde su oficina, en una sexta planta. Intenta imaginar el edificio, la oficina. Le da mucha curiosidad cómo será Yunho en su trabajo, seguramente igual de amable y atento que lo es por fuera. Su móvil vibra en ese momento, provocando que Yeosang se sobresalte. Lo desbloquea y abre el chat.
Yunho: Ven a cenar conmigo mañana
Se atraganta con los fideos que se estaba metiendo en la boca. Empieza a toser y siente cómo se asfixia. Agarra rápido el vaso con agua y bebe, tosiendo también. Un poco del caldo cayó sobre el suelo, sus pantalones cortos se salvaron por suerte. El mensaje es tan directo y contundente que Yeosang se queda en blanco. Solo sabe mirar la pantalla leyendo las palabras en bucle. Ir a cenar. Sí quiere. Pero qué directo es este hombre a veces. El pequeño corazón de Yeosang no soporta tanto de repente. Con dedos temblorosos e indecisos intenta armar una respuesta que no lo deje en ridículo.
Escribe, borra, escribe, borra, hasta que se pone demasiado nervioso y decide mandarle lo primero que logre escribir.
Yeosang: Me gustan los fideos
De verdad piensa en abrir la ventana y dejarse caer. Aceptar su destino nunca fué tan fácil como ahora. Podía haber escrito muchas cosas. Pero así es Yeosang. Con un largo y profundo suspiro de frustración consigo mismo, vuelve a mirar la conversación. Genial, seguro Yunho piensa que es idiota.
Yunho: jajaja entonces vamos a comer fideos
Yunho: A mí también me gustan😄
Yeosang se ríe solo, pensando que Yunho es demasiado amable. No entiende cómo sigue hablando con él. Con lo raro que es Yeosang debería haberlo espantado ya. O eso piensa él. Se tranquiliza un poco y contesta, esta vez más tranquilo.
Yeosang: Eso es genial☺️
Se muerde el labio pensativo. Pero se decide rápido, o lo hace así o no lo hace nunca.
Yeosang: ¿Ya saliste de trabajar?
Yeosang: No sé a qué hora terminas y no quiero estar molestandote
Yunho escribe en el momento de recibir el mensaje. Parece igual de interesado en la conversación que Yeosang, quien se da cuenta que su cena se está enfriando. Pero Yunho lo tiene atrapado como un hechizo del que no puede ni quiere escapar.
Yunho: Sí, ahora estoy saliendo
Yunho: Nunca me molestas
Yeosang ve como vuelve a escribir pero borra. Hace lo mismo un par de veces. Yeosang se lleva otra cucharada, ya tibia, a la boca, aprovechando para comer mientras Yunho se decide a escribir. El sonido de un mensaje nuevo lo devuelve al chat. Ve como le acaba de enviar una foto.
[Imagen]
UNA FOTO. TIENE UNA FOTO DE YUNHO. Abre la foto tan rápido que se le resbala el móvil, pero consigue atraparlo antes de que caiga. Aún con las manos sudorosas.
La foto es por fuera de un edificio. Una selfie. De Yunho. Mira a la cámara con una pequeña sonrisa, el pelo hacia atrás, bien peinado. Se le ven esos ojos tan hermosos, esos ojos negros, no sabe cuanto tiempo mira los ojos de Yunho. Su boca un poco abierta por la sonrisa, los labios tan bonitos. Le dan ganas de saber a qué saben, qué textura tienen. Esa foto ahora es oro en su móvil. Vuelve a dejar la foto para mirar el chat, mientras se lleva otra cucharada a la boca. Debajo hay un mensaje.
Yunho: Estoy deseando verte
Nunca se había atragantado dos veces en tan poco tiempo. Nunca había estado a punto de morir en tan poco espacio de tiempo. El cielo no se había sentido tan bien y tan cerca a la vez. La tos casi acaba con él pero Yunho fué más rápido. ¿Cómo puede ser que con los ojos cerrados y asfixiándose pueda seguir viendo esa foto?. Vuelve a tomar agua. No va a comer más mientras hable con Yunho. No sabe qué contestar a eso, pero igualmente, ya puede morir en paz. Envía algo rápido.
Yeosang: Yo también.
Deja el móvil a un lado y mira su plato de fideos. La audacia nunca se había sentido tan bien. Le tiemblan las manos por lo que acaba de hacer. ¿Alguna vez había sido tan directo con alguien? No. Por lo menos no sin ser pareja, y aún así le cuesta. ¿Qué le pasa con este hombre?, saca cada parte escondida del valor de Yeosang hacia fuera. Se siente valiente con estas cosas, a pesar de los nervios, las ganas de lanzarse de un avión, o de cambiar de país. Lo hace. Y lo que lo hace sentir más nervioso es que se siente bien, quiere seguir. Se acuerda de los consejos de Hongjoong, cómo lo anima a hacer lo que siente, con precaución pero que lo haga. Sonríe tanto que le duelen las mejillas, aún ardientes.
Todavía no es capaz de procesar que mañana va a ir a cenar con Yunho. No le ha dicho a qué hora ni a donde tiene que ir, pero pensar en volver a abrir el chat después de lo que escribió le da ansiedad. Decide centrarse en terminar de comer su plato de fideos.
Después de un rato, donde consiguió algo de relajación viendo un programa de televisión mientras cenaba, se va a la cama. Vuelve a coger su móvil. Tiene dos mensajes, uno de Hongjoong y otro de Yunho. Abre primero el de Hongjoong, es más fácil.
Joong: A las once tienes una canción, duerme bien😉
Adora a ese hombre. Siente la necesidad de abrazarlo en ese mismo instante. Hongjoong sin que Yeosang se lo haya pedido también hace la rutina de ponerle una canción, es su manera de cuidarlo aunque no se lo demuestre físicamente. A Hongjoong nunca le ha gustado el contacto físico, pero a Yeosang no le importa, sabe que su amigo se preocupa por él y se lo demuestra con este tipo de actos. Actos que llenan el corazón ahora hinchado de Yeosang.
Llena sus pulmones de aire, y lo suelta despacio, tomando control para poder abrir el chat de Yunho. Se recuesta en la cama y presiona la pantalla. Sus dedos tiemblan ligeramente.
Yunho: ¿Ya estás en la cama?
El momento de decirlo ha sido demasiado perfecto, ¿tendrá cámaras en su casa?. Solo de pensarlo su cara se enrojece, se pone nervioso. Pero hay algo en eso que le atrae, ¿si tuviera cámaras, lo estaría mirando ahora mismo?. No sabe porqué, pero ese pensamiento lo enciende. Siente calor en el cuerpo, imaginando a Yunho mirando por una cámara, donde se le ve a él en la cama. Empieza a dar vueltas sin control en las sábanas, enredándolas con su cuerpo.
“¿Qué estás pensando Yeosang?” Mira el techo “Parezco un pervertido”. Vuelve a centrar su atención en el chat. Ahora que no tiene delante a Yunho, se siente valiente, coqueto. Sonríe al móvil mientras escribe.
Yeosang: ¿Me estás espiando Yunho?
Yeosang: Estoy ya tumbado en la cama
¿Pensará Yunho que es un bicho raro?¿Que va demasiado rápido?¿Que está siendo muy confianzudo?¿Demasiado atrevido?. Son muchas dudas, tiene la sensación de que mañana los nervios y la ansiedad lo consumirá. Pero ya que va a pasar, hoy quiere disfrutar de este Yeosang. Parece un hombre muy distinto a él, quiere sentirse ese hombre un rato más. Quiere ser atrevido, valiente, decidido y seguro de sí mismo. Su móvil suena, anunciando el esperado mensaje de Yunho. No tarda en mirar de nuevo su centro de diversión.
Yunho: Si así fuera, ¿te parecería mal?
Yunho: Eres muy bonito, cualquiera querría espiarte, ¿sabes?
Yunho: Debería hacerlo yo primero
Los mensajes siguen calentando el cuerpo de Yeosang, no espera nada de lo que Yunho dice, le sorprende. Siempre le asombra que este hombre muestre interés en él. Lo hace sentir deseable. En estos momentos piensa que podría gustarle a Yunho, le gusta pensar que podría sentirse atraído por él. Vuelve a leer esos mensajes, vuelve a imaginarse a Yunho espiando, justo como en la foto que le envió. Después de trabajar, en su habitación, con ese traje ceñido con el que lo vió por primera vez, con un vaso de algo de alcohol en la mano, las piernas abiertas, fijando su mirada en un monitor que muestra a Yeosang en su cama. Empieza a retorcerse, sin poder evitarlo. Siente su erección cada vez más dura en sus pantalones de pijama. La tela fina no hace mucho para frenarlo, ¿lo verá Yunho?, ¿le gustará verlo así por él?.
No puede parar de imaginar al hombre mirarlo, sus ojos son algo que vuelve loco a Yeosang. Son tan profundos, dicen tanto, pero no lo sabe descifrar. Se le escapa lo que esos dos ónices quieren expresar. Abre la foto de Yunho antes de sobrepensarlo mucho, necesita ver su cara, sus ojos, su boca. Su mano libre viaja por su pecho, pensando en si Yunho disfrutaría de la vista, tanto como Yeosang lo hace de su foto. Un débil gemido escapa de su boca. Se levanta un poco la camisa para poder tocar su abdomen, suave, terso al tacto. Baja por su ombligo, imaginando la cara de Yunho al verlo. ¿Le gustará?, quiere saberlo. Sigue bajando hasta rozar la protuberancia con sus dedos. Sus piernas parecen tener vida propia, incapaces de estar quietas, levantándolas y bajándolas como si necesitara esa fricción como respirar.
Su mano toma más poder y acaricia por encima de sus delgados pantalones su miembro. Cada caricia suya lo enciende aún más. La cara de Yunho no sale de su imaginación, sonriendo al ver a Yeosang tan ido, centrándose en la pantalla. ¿Qué haría Yunho entonces?, ¿sentirá lo mucho que lo desea en estos momentos?. Yeosang mete la mano por fin dentro de su ropa, deseando darse ya algo de placer. Quiere que Yunho lo vea, que observe lo que le hace a su cuerpo. Siente cómo el sudor empieza a crear una fina capa en su frente. Concentrado en seguir, finalmente se toca, acariciando el endurecimiento entre sus piernas. Está tan duro que el agarre lo siente en el alma.
Yunho sigue mirando sin perderse detalle de lo que hace, y eso provoca que Yeosang empiece a mover su mano. Despacio prolongando su sufrimiento, solo desea ver esa cara de Yunho. Quiere saber cómo lo mirará, qué estará pensando de Yeosang en esos momentos. ¿Pensará que es un chico fácil?, o pero él quiere ser fácil con Yunho, ¿pensará que Yeosang es demasiado sensible?, pero él quiere ser sensible para Yunho. Empieza a acariciarse más rápido, ¿pensará que Yeosang es bonito?, quiere que lo piense, ¿pensará que Yeosang se calienta muy rápido?, pero es por Yunho que lo hace, ¿pensará en atravesar la pantalla e ir con Yeosang?, pero él anhela que eso ocurra.
La velocidad de su mano provoca gemidos cada vez más altos, se siente más descontrolado a medida que sigue. No es capaz ni de bajarse los pantalones para estar más cómodo. Necesita alivio ya, necesita a Yunho. Sus enormes manos, ¿cómo se sentirán en vez de la suya?. Sus pensamientos solo aceleran su ascenso al cielo, quiere sentir a Yunho, pensar que de verdad lo está observando.
Yunho no sale de su mente en ningún momento, mientras sigue dándose placer su cara no se borra de su cabeza. Más gemidos desesperados salen de él. Recorren su garganta. Ve la boca de Yunho ensanchándose en una sonrisa, muestra los dientes, le encantan sus dientes, ¿lo besaría?, ¿o le alargaría el sufrimiento?, ¿le gustaría verlo así de desesperado por él?. Siente que ya está llegando a su punto máximo. En su mente Yunho solo sonríe, y lo observa, con esa mirada oscurecida, depredadora, solo para Yeosang. El movimiento de su mano se hace errático, le duele la muñeca implorando por un descanso. Yunho sigue mirándolo. Le dice buen chico, que no pare. Con esos ojos afilados y llenos de deseo. Yeosang gime todavía más fuerte. Solo ve a Yunho, solo puede ver a Yunho, todo en su mente es Yunho… Yunho, Yunho, Yunho, Yunho, Yunho, Yunho, Yunho, Yunho….
Llega al clímax con un gruñido gutural, su cuerpo tiembla y se empieza a volver pesado. Intenta que su respiración vuelva a la normalidad. El sudor le corre por la cara, se siente pegajoso debajo de su ropa. Sabe que tiene que levantarse para lavarse, pero necesita disfrutar un poco más de su ascenso al cielo. Se siente como si estuviera flotando en una nube, ligero, relajado, incluso feliz.
La sensación dura un rato, disfruta de cada mínima brisa que llega a su piel hipersensible. Su mente vuelve poco a poco a su habitación, en su presente de post-éxtasis. El móvil queda olvidado a un lado, con la foto de Yunho abierta. Se pasa la mano por la cara, quitándose un poco de humedad. Su sonrisa se ve por debajo de su mano, tapándose los ojos como si de verdad Yunho lo hubiera visto.
Toma fuerzas después de un rato para levantarse, lavarse y volver a la cama. Deja el móvil, ya mañana enfrentará su vergüenza por lo que acaba de hacer. Mientras tanto, enciende la radio y llega a tiempo para su canción, el orgasmo y la canción de Hongjoong provocan que entre en un sueño casi instantáneo, lleno de imágenes de manos grandes, oficinas y trajes negros.
Notes:
Gracias por leer u-u
Escribir me hace insegura pero quiero intentarlo de verdad :3

Naranjita on Chapter 1 Tue 30 Sep 2025 08:33PM UTC
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Last Edited Tue 25 Nov 2025 03:47PM UTC
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