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Pokémon; Un plan más grande.

Summary:

Tras una vida dedicada a la ambición corporativa y un final abrupto en un trágico accidente aéreo , un hombre despierta en un cuerpo joven y debilitado por una enfermedad misteriosa. Sin embargo, el mundo que lo rodea no es el que conocía: se encuentra en la región de Kanto, un lugar donde las criaturas conocidas como Pokémon no son simples mascotas, sino fuerzas de la naturaleza capaces de matar.

Ahora bajo el nombre de Red, el protagonista decide desechar la moralidad de su vida anterior. Con el conocimiento táctico de quien ha jugado con las reglas del sistema, se propone una meta clara: no volver a ser dominado por nadie. Para lograrlo, deberá navegar un entorno hostil donde las organizaciones criminales mueven los hilos del poder , mientras manipula a quienes lo rodean -desde su supuesta familia hasta los rostros conocidos del Laboratorio Oak- para asegurar su ascenso en una sociedad donde solo el más fuerte, o el más astuto, sobrevive.

En esta segunda oportunidad, las medallas de gimnasio son solo un medio y los Pokémon son armas de guerra

Notes:

Está es una historia llevada desde un punto de vista más serio de mi trabajo anterior. (Pensada en publicarse en otras plataformas sin llevarme el Ban) Agradezco su comprensión.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Capitulo 1: Comatoso

Chapter Text

Capítulo 1: Comatose

 

Introducción;

Volvía a ser de noche, un Joven se comenzaba a rebullir en sus sábanas, con un frío en la piel tan extremo que el invierno habría tenido envidia. Sin embargo, el sudor caía por su frente como si caminara un verano por el desierto, al mediodía en un momento particularmente caluroso.

Tuvo algunos espasmos e hizo un ademán de levantarse, buscar algo con que refrescarse, sin embargo, antes de conseguirlo, su consciencia se desvaneció en el aire, igual a una nube barrida por los fuertes vientos.

Se quedó profundamente dormido.

 

_____________

Los gritos ensordecedores del resto de pasajeros aturden sus oídos, eran tan agudos y estridentes que poco más y pensaba que sangraría de sus tímpanos. No podía culparlos, pero le fastidiaba muchísimo porque si eran sus últimos momentos le gustaría estar en paz.

Trabajó como un lunático desde que entró al mundo laboral a sus dieciséis años y ahora que tenía un puesto nuevo en otro país, su destino decidió jugarle una mala broma.

Miró por la ventana angosta del avión y se percató del fuego intenso que destruía el motor. Un segundo después, explotó.

Un vacío se le hizo en el estómago al ver eso, al perder esa sección, el avión comenzó a caer de ese lado en giros muy rápidos.

«Voy a morir, voy a morir, voy a morir» la máscara de oxígeno cayó frente a él, se la puso de inmediato a como dios le dió a entender. Pero aún respetaba con agitación.

Alguien salió disparado hacia el techo, probablemente no tenía su cinturón, el golpe fue tan brutal que el hombre se destrozó contra el techo del avión.

«¿A qué velocidad?» Se preguntó por un segundo, pero sabía que no importaba, estaban demasiado alto, moriría de todas maneras.

Pensó en un momento en las decisiones que lo llevaron ahí, en el momento en que decidió ser un gestor de conocimientos para las empresas, el momento en que manipuló los eventos a su alrededor para conseguir un ascenso, el momento en que le había dado la mano a uno de los Rockefeller por su buen desempeño. Y ahora, que había logrado comprar una farmacéutica….

«Ah, ya lo entiendo…» pensó él mientras comenzaba a luchar por no perder la consciencia, iban tan rápido en picada que su mente no podía resistir la fuerza de arrastre.

«Es mi culpa… Debí saberlo» se dijo así mismo, relajándose, preparándose para el impactó. «Si tan solo me hubiera metido en otra industria, quizás no habría llamado demasiado la atención»

Desvío la mirada a su izquierda, observando el mundo girar fuera del avión, podía ver una montaña, llegaban cada vez más a su base.

«No.» se espetó furioso y se quitó la máscara.

— ¡Si vuelvo a vivir voy a dominar este mundo! ¡No voy a dejar a ningún desgraciado sobre mí nunca más! — sintió que le faltaba el aire, contuvo la respiración y miró furioso hacia delante. — ¡Al diablo con la ley y las reglas!

Cayó hacia atrás en su asiento, sintió una arcada, pero la contuvo lo mejor que podía. Su mente se perdió en un momento lejano, cuando era un joven y ganó uno de los torneos regionales de Pokémon, luego recordó cuando su madre le regaló un paquete de cartas. Vio la mirada de su padre cuando terminó la universidad y luego volvió a ver a su madre en la cama del hospital.

«Los veré más tarde» pensó antes de perder el conocimiento.

El avión se precipitó con fuerza, colisionando con la base de la montaña, explotando en una bola de fuego que iluminó la noche.

No sobrevivió nadie.

 

______________ By Peroroncino's-fan_______________

 

Abrió los ojos muy despacio al sentir el sol de la tarde acariciando su rostro, sentía el cuerpo pegajoso y cansado, supuse que se había desmayado. Recordó el momento del aterrizaje, quizás habría caído sobre un bosque y ahora veía el sol a través de los árboles.

¿Quien sabe? Era un hecho que solo abrir los ojos le resultaba muy difícil, la sensación pegajosa se intensificó cuando tocó su pecho deslizando su mano.

— ¿Sangre? — preguntó con voz seca y apenas audible.

Carraspeó y usó su propia mano para abrir sus ojos, forzó la vista hasta que sus pupilas se acoplaron a la luz.

«¿Dónde estoy?» pensó mirando a su alrededor, parecía una habitación común más que una cama de hospital, aunque en ese momento no estaba seguro si era un hospital local.

Giró la vista y se encontró con fotografías en una repisa cercana.

Un joven de cabello negro y ojos rojos intensos, como el fuego o el rubí estaba abrazado a una mujer madura, mientras ambos se miraban alegres en la foto.

— ¿Ese no es…?

—¡Red! — gritó una voz femenina desde detrás de la puerta. — ¡Tienes que bajar! ¡No has comido nada desde anoche!

Deslizó las piernas por debajo de la cama, sentándose en el borde y se quedó allí, muy quieto.

«¿Pero qué…? ¿Red?» solo conocía a un tipo con ese nombre, no se repetía en ninguna otra historia que no fuera en su historia de infancia favorita. « Pokémon… »

Hizo un esfuerzo titánico por ponerse de pie, se miró por la ventana y sonrió al ver el atardecer. El cielo estaba despejado y agradable, una brisa fresca y limpia llenó sus pulmones que adoloridos, parecieron relajarse por el primer aire limpio de toda su vida.

Vio a un pequeño pajarillo posandose en el techo de la casa contigua. Era grande, quizás del tamaño de un cachorro de labrador, sus colores y su forma, lo reconocía.

«Un pidgey» pensó y sus ojos brillaron con fuerza «Ese es un maldito pidgey, es real»

Puso ambas manos en su cintura y comenzó a ver a su habitación, caminó hasta un espejo, y se miró atentamente. Por un segundo creyó que era una ventana, pero cuándo se dió cuenta de que ese no era el caso se cayó hacia atrás.

Tenía el cabello negro, algunos años menos y sus marcadas ojeras habían desaparecido. Solo vestía una camisa blanca y un pantalón de pijama de algodón que era muy suave. Aún parecía empapado en sudor.

— ¡Red! ¡Baja a comer en este instante! — ordenó la mujer una vez más.

El tuvo que usar ambas manos para ponerse de pie, tambaleante, se sujetó del borde de la pared y abrió la puerta.

La madera rechinó cuando abrió la puerta, extrañado se encaminó despacio a las escaleras del final del pasillo. Escuchó pasos acercarse a la escalera, por debajo. Dudo, pero apretó el paso.

— ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué no responder cuando te hablo? ¿Estás bien? — El hilo de preguntas cargadas de preocupaciones fue algo nuevo para él. Sin embargo, ella no parecía molesta.

Red se acercó más y comenzó a bajar las escaleras entonces la vio por fin.

 

Era una mujer madura y atractiva igual a la de la foto, no era su verdadera madre — Gracias al cielo porque ella tenía mucho de haber fallecido — tenía el cabello rubio opaco, un cuerpo esbelto con rasgos atléticos y parecía bastante joven, quizás más de lo que debería.

— Lo- lo siento. No me siento muy bien. — al verla se sintió mareado, algunos recuerdos extraños pasaron por su mente.

«¿Qué demonios?» pensó alarmado.

Recuerdos de la mujer en su cuarto, atendiendolo y cuidandolo, él tenía sangre por la nariz, fiebre, dolores por todas partes, solo a veces, alivio. Durante días y noches ella lo había cuidado muchísimo, aprendió algo de ese recuerdo, el cuerpo de Red estaba destrozado por la enfermedad.

— Te enfermaste otra vez, con mayor razón debes comer algo. Ven aquí.

La mujer subió y lo hizo bajar las escaleras con ella. Mientras lo estiraba, él sintió una preocupación real por él, apretó los dientes.

— No, no es eso, no creo que esté enfermo, creo que solo sude mucho por la noche. — interrumpió él y ella lo obligó a sentarse en el comedor.

«No puedo decirle que no soy Red» para él aquel sujeto que ella conocía como Red, murió de enfermedad desconocida, solo se preguntaba si él también la tenía.

Sin embargo, los recuerdos con la mujer que tenía delante eran difusos y extraños, quizás no era su madre, después de todo él la recordaba de forma distinta. ¿Quién era en realidad? En algunos recuerdos parecían muy cariñosos, pero casi todos los recuerdos eran interrumpidos por la enfermedad.

La mujer colocó un plato de comida frente a él y un vaso de jugó, apenas lo vio lo bebió hasta el fondo.

— ~Vaya vaya, de verdad tenías Sed. — masculló ella. Sirviendo más bebida.

— Si… — murmuró observándola con detenimiento. Era una bebida muy dulce desconocida hasta ese entonces para él. ¿Que era? ¿Una naranja? Era similar en color pero era tan dulce como una manzana.

«¿Quién eres?» se preguntó extrañado. «No. No eres su madre. ¿Porque tengo recuerdos tuyos desnuda?»

La mente de él comenzó a trabajar a toda prisa, desvío la atención a su plato de comida, parecía pescado, un filete grande del tamaño del plato. La piel tenía un rojo intenso en su color.

— Te notó extraño. — dijo ella de pronto.

Red sintió un sudor frío recorrer su espalda.

— Bueno he tenido una pesadilla. — su mente escupió una idea a través de eso. — Soñé que estábamos aquí enfrente y caminabas a la casa más rápido, ¿Puedes creer que te llamé Mamita? — se cubrió la boca con la mano y fingió una risa tensa. — Qué pena.

Ella sonrió con malicia y él pudo sentir una de sus piernas siendo acariciada por el pie de la mujer frente a el.

— Puedo ser tu mamita si quieres.

«No es mi madre. ¿Quién es?» pensó alarmado.

— Basta con eso, Si quieres que te llame de otra forma puedes decírmelo, pero no te diré Mamita. — sentenció Red dando un bocado a su pescado que tenía toda la pinta de ser un Magikarp.

Se sorprendió por el sabor, era más duro que el pescado que estaba acostumbrado a comer, casi como carne roja, pero aún así tenía ese aire a producto del mar que era refrescante.

— Siempre tan serio. — contestó ella arqueando su espalda. — Si puedo cambiar la forma en que me hablas, niñera pagada o Katherine estarían bien que dejaras de usarlas, quizás solo Kath esté bien.

— Hoy me siento bien, entonces puedo llamarte Kath, no me desagrada del todo decirte Mamita, pero es muy extraño. —contestó Red para calmarla, quizás así podría disminuir las sospechas, si le daba por su lado.

Ella sonrió con picardía.

— Bien dicho, mocoso… — contestó ella. — Desde que mamá se fue en cuidado de ti entonces es lo mínimo, ¿No crees?

Red desvío la mirada, fingiendo arrepentimiento y pena. No sabía que estaba pasando, pero era mejor no provocarla.

— De todas maneras, alégrate más, pues cuando fui por el pescado el profesor Oak dijo que los pokemons están listos. Podrás tener un compañero que te cuide mientras yo estoy trabajando. — afirmó ella cruzándose de brazos. — Una pena que no tengamos tanto tiempo para jugar, pero es como es.

El asintió y una sonrisa escapó por su rostro.

— Bien, iré apenas termine de comer. — contestó satisfecho. Recibir un Pokémon sería su boleto de salida inmediato, incluso si era uno débil, podría abrirse paso por ese mundo.

— ¿Piensas salir así todo apestoso? Ni siquiera yo te pondría una mano encima en ese estado. Ve a bañarte en cuanto termines, yo me tengo que ir.

Kath se puso de pie y se colocó una chaqueta que estaba detrás de ella, colgando en el respaldo de la silla. Era negra con una gran letra R en el frente.

«Es miembro del equipo Rocket» dedujo Red de inmediato.

Ella se marchó y lo dejó comiendo solo. Comenzó a meditar que implicaba ser miembro del Team Rocket, que relación tenía ella con él y al mismo tiempo, que relación tenía él con esa organización criminal. ¿Dónde estaba su madre y su padre?

Comenzó a sentirse presionando, bebió un poco más de jugo y decidió que buscaría pistas en la casa.

 

Después de terminar y lavar los platos, se encaminó al segundo piso a buscar ropa. Encontró la típica chaqueta del personaje y una muda de ropa completa. Se dió un largo baño donde revisó si tenía cicatrices o marcas, para su sorpresa se encontró una por las costillas, parecía un piquete de algo grande, como una puñalada. El impactó parecía tan grande que en su momento debió ser una pesadilla de tratar.

En el cajón de medicinas no encontró nada particularmente sospechoso, entonces fue al cuarto de Kath, una habitación amplia de colores negros y rosas.

Revisó los cajones y encontró una libreta con información financiera, una computadora con clave que no pudo descifrar y un álbum de fotos.

La mujer no era su madre… era su hermana.

Decidió no pensar demasiado en los recuerdos que invaden su mente, recuerdos donde ella estaba sobre él desnuda, dónde lo besaba. En particular, no le molestaba demasiado, después de todo él no era Red. Pero era muy extraño, su cuerpo temblaba al pensar en eso, como si rechazara la idea.

En su habitación encontró un dispositivo parecido a un teléfono celular, seguido de una identificación con su nombre y un estuche para medallas. Lo tomó y lo guardó en su chaqueta. La mochila estaba vacía, pero al revisar en su computadora — que tampoco pudo desbloquear al no tener un recuerdo claro de su contraseña — rebuscó hasta encontrar una pequeña botella morada con un corcho encima, una poción.

Por otro lado, él tenía sus propios planes, debía conseguir su propio Pokémon.

Se sentó en las escaleras un momento y se puso a pensar en lo que sabía de ese mundo, tratando de hacer recuerdo de cómo funcionan las cosas o podrían funcionar lejos de la serie y los juegos.

Llegó a varias conclusiones;

1.- Los Pokémon eran absurdamente peligrosos.
2.- Los adultos eran incompetentes o no tenían un sistema de gobierno bien establecido.
3.- Las organizaciones criminales y las corporaciones dominaban la política y la visión general de las masas.
4.- Los combates Pokémon podrían definirse como un medio rápido de hacer dinero.
5.- Hay cosas que pueden parecer fantásticas para otros, incluso en ese mundo, pero él había visto que eran posibles, cosas como la clonación, la vida eterna, la manipulación de la vida y la muerte.
6.- Los pokemons legendarios eran básicamente dioses, pero existía gente ahí afuera que tenía uno o dos de ellos.

Tenía que definir sus decisiones en base a esos seis principios del mundo y su objetivo en él, si bien, su cuerpo anterior había muerto quería evitar vivir con miedo. No dejaría que lo dominen está vez, iba a vivir al máximo, en su vida pasada se privó de todo tipo de placeres por trabajar tras un monitor lleno de números.

— Está vez, no. — afirmó y decidido salió por la puerta principal. — Esta vez será diferente.

 

Al cruzar el umbral de la puerta la luz del sol lo cegó durante un instante, se cubrió con su antebrazo y siguió caminando en busca del laboratorio. Solo había seis casas, vio en su mayoría ancianos y a un niño pequeño, pero si esa situación era igual al juego. Blue debería estar cerca y por lo tanto Daisy y el profesor Oak también.

Los Oak eran la columna vertebral del pueblo paleta, entró al laboratorio luego de sentir la puerta abierta y ahí encontró al profesor charlando con Blue en una mesa de madera. Contrastaba mucho con el laboratorio, pues este tenía equipos que él no logró entender de principio y superficies limpias y esterilizadas.

— Pero miren a quién tenemos aquí, el chico de cristal. — saludo Blue con una sonrisa detenerminada.

Tenía su misma altura pero parecía ligeramente más grande que él por los músculos.

— Un buenos días habría bastado. — contestó Red sin darle mucha importancia, acercándose al par.

El profesor Oak era tal cuál y cómo lo imaginaba. Un hombre mayor de sonrisa fácil y cabello blanco, tenía arrugas en su cara pero parecía muy depresivo.

— Buenos días, Red. — saludo cortés mientras se ponía de pie. — ¿Cómo sigues?

Él se sujetó del cuello, fingiendo un dolor.

— Estoy muy bien, solo que dormí un poco mal y mi cuello me está matando.

El profesor asintió, mientras se acercaba y lo tocaba del cuello, dando un pequeño masaje en su columna.

— La última vez que te revise tenían aquí una tensión muscular, dile a Katherine que no sea tan dura contigo. — señaló el profesor y Red arqueó una ceja.

«¿Qué tanto sabe él de nosotros?»

— Tenía que ayudarla a cargar unas cajas ayer. — contestó Red tajante evadiendo el tema.

Blue se puso de pie, su desplante sorprendió a ambos.

— venga ya, no me interesan. — Añadió mirando a Red con furia — Pero quiero elegir ya a mi maldito Pokémon.

El profesor Oak sonrió abochornado.

— No te recordaba tan mal hablado. — dijo sujetando su boca pensativo.

El joven se cruzó de brazos. Soltó un quejido y evitó mirar a Red, no sabía porque, pero sentía mucho malestar hacia él, un recuerdo vino a su mente de él empujándolo al lago y burlándose.

«Este es un bully» pensó Red, de cierta manera, ya se lo esperaba.

Recordó un rumor de internet donde todos elegían un nombre estúpido para ponerle al protagonista en el juego y llamarlo “vagina”. Red sonrió por la tontería, pero era verdad que no sabía su verdadero nombre y debía tener cuidado de cómo llamarlo.

— Es solo que soy demasiado impaciente y odio esperar.

Red afilo la mirada, sabía que el cabrón elegiría a un inicial al que él sería débil y no podía permitirlo, sin embargo, también podría elegir al mejor Pokémon según las estadísticas y tipo para Kanto.

Si ese era el mundo Pokémon podría conseguir a Squirtle y Charmander en otra parte. Sin estar limitado a un solo ejemplar de todas maneras.

— Venga entonces, ¿Porque no eliges primero? — señaló Red con aspereza

— Nah, venga ya. Elige tu. — contestó el chico con aspereza.

— ¿Estás seguro? — insistió Red. — Tan seguro como que te llamas…

— Si. Tan seguro como que me llamó Blue.

«De verdad esperaba que te llamaras Vagina» pensó Red con una sonrisa despreocupada y ligeramente decepcionada.

— Bien, Blue yo me encargo. — contestó él remarcando el nombre del chico.

Blue solo lo miró extrañado, como si sospechara de sus respuestas a sus insultos.

Se acercó a las pokeballs en fila y tomó la primera, Bulbasaur era un clásico incomprendido y estaba bien, en los juegos le ayudaría con los primeros gyms como Brock un bastardo muy fuerte. Quien de hecho estaba destinado a vencer ese mismo día.

— Bien veamos, sal, por favor. — utilizó la Pokéball apretando el botón pequeño en el centro y la pequeña esfera se expandió con un sonido divertido.

La extendió y de una luz emergió una pequeña rana con un capullo en la espalda, un Bulbasaur de verdad, verlo en la realidad le hizo sonreír emocionado.

— ¡Hola, pequeño! — saludo mirándolo, el Pokémon también pareció sonreír y sacó dos lianas de su espalda. Red las tomó y fingió saludarlo formalmente.

— En ese caso yo tomaré este. — Blue sin vacilar sujetó la Pokéball donde debería estar Charmander.

«Eso, estúpido, elige el débil x4 al tipo roca» la sonrisa malisiosa de Red hizo que el Pokémon lo imitara. «En cuando encuentre un aerodactyl, te voy a destrozar a base de tumbarocas»

— Bien profesor, le agradezco mucho por el Pokémon, este amiguito y yo nos vamos a divertir.

— ¡Wraah!— exclamó la pequeña criatura verde. Red sonrió por escucharlo.

No era su favorito, pero era el más útil de los tres.

— ¡Un momento! — advirtió Blue — ¡Espero que no trates de huir así nada más! ¡Tendremos un combate Pokémon y te voy a destrozar!

 

Red sonrió ante la amenaza.

 

Camino a casa de Blue por el mapa que daban en los juegos, sonrió mientras devolvía a su Pokéball a su Bulbasaur nivel 6, había vencido a Blue gracias a una combinación de Gruñido y una poción que tenía en su escritorio. Una estrategia simple, pero efectiva que cualquiera que haya jugado dos veces aplicaba.

Ahora su pequeño engendro verde tenía látigo cepa y podía lidiar con Brock más adelante. Simplemente tenía que saber cómo llegar a él.

«Si el evento de la intención del Pokémon inicial es igual al juego, probablemente obtener el mapa también sea algo igual» pensó Red caminando a la casa de Blue, que también era su vecino.

Cuando abrió la puerta de la casa encontró a una mujer en el comedor, era esbelta y con un cabello castaño largo, llevaba unas medias deportivas debajo de una falda verde y un pequeño suéter ligero. La ropa ajustada le iba bastante bien.

Daisy Oak, la hermana de Blue.

— Hola, buenos días. — saludo Red, reparando en las noticias del periódico local, algo sobre que alguien había muerto por un ataque de Ratata.

 

«¿Qué demonios?»

Ella bajó el periódico que estaba leyendo y lo miró con atención, luego se puso de pie alarmada.

— ¿¡Red!? ¿Qué haces aquí? — preguntó con los ojos bien abiertos corriendo hacia él. Eran de un café muy claro, casi como la miel— escuché que estos días has estado mal, deberías estar descansando, podrías hacerte daño.

— Oh pero si yo estoy perfecto, ¿No sé me nota? — contestó Red. Ella estuvo a punto de sujetarlo de la mano, Red la agarró primero y la hizo dar una vuelta de baile.

Los ojos de Daisy se quedaron en shock.

— ¿Q-que? — masculló pesadamente.

Ella no soltó su mano, sino que él la hizo girar de regreso despacio y la soltó.

— Estoy mejor que nunca, acabó de vencer a Blue en el laboratorio del profesor Oak. — afirmó Red sonriendo cerca del rostro de Daisy.

La chica sintió que su corazón latía con mucha fuerza, ese no era el chico enfermizo que recordaba, aquel que jugaba en casa y por los jardines — si bien jugar se podría decir a qué su hermano lo molestaba todo el tiempo — ahora parecía más acertivo.

— Estoy buscando a Blue, salió corriendo del laboratorio cuando lo venci, entonces pensé que querría salir del pueblo conmigo. ¿No está aquí? — preguntó Red arqueando una ceja y mirando a su alrededor.

Ella se cubrió la cara con sus manitas y negó rápidamente

— No, y- yo estoy sola por hoy. Iba a darle un mapa de Kanto antes de que se fuera, pero parece que no vino a despedirse. — Se lamentó con pesar, parece que intentaba congeniar con su hermano, pero este mismo no lo permitía.

Red se encogió de hombros, soltando un suspiro pesado.

— Supongo que preocupar a su linda hermana no le preocupa. — resopló Red con pesar.

Daisy se puso aún más ruborizada, sus mejillas se llenaron de un color rosado que parecía bastante adorable. Red sonrió con amabilidad ante eso, era tan fácil de leer como un libro.

Ella puso su mano en su mentón y comenzó a negar rápidamente con un dedo y las manos.

— no, no nada de eso, él es un buen hermano. Solo que es…ya sabes… impulsivo. — defendió ella desviando la mirada, claro que sabía que su hermano era así. El misma Red sufrió las consecuencias de eso.

Red ajustó su gorra hacia atrás, pensó en una línea tipo “pick up line” para contestar eso, aunque él mismo se ruborizó ligeramente, no desaprovecharía ninguna oportunidad que se le presentará de cortejar una dama, no mientas viva su segunda vida.

— ¿Y tú? — preguntó Red arqueando una ceja, se negaba a resistirse ninguno de sus impulsos. — ¿Eres impulsiva también?

La chica abrió mucho los ojos, su expresión era seria casi de confusión. — ¿Que estaba diciendo este chico? — se podía leer en su expresión, sin embargo, antes de darse cuenta, tomó su mano.

— Y-yo, puede que sí… — dijo ella y sus dedos se entrelazaron con los de Red.

— ¿Ah sí? — contestó Red con tranquilidad, interesado en ella como una serpiente que acaba de encontrar a un ratoncillo desafortunado. — ¿En qué eres impulsiva? Me encantaría ver eso.

Daisy sintió como su cabeza comenzaba a dar vueltas, se vio reflejada en los ojos rojos del chico, utilizó toda su fuerza de voluntad para encontrar una respuesta.

— Yo a veces estudio demasiado, término olvidando todo a mi alrededor. — añadió ella con vergüenza, apretó su puño que estaba libre, insatisfecha con su propia respuesta.

— Que casualidad, eso también me pasa. — afirmó Red sujetando la mano apretada de la chica con su mano libre, sin que Daisy lo esperara, ya estaba atrapada de sus dos manos. — Me encanta estudiar a los Pokémon.

A la chica le brillaron los ojos.

— ¿En serio? — murmuró esa pregunta con vergüenza — a mi también.

— Quién lo diría… parece que tenemos mucho en común. — señaló Red haciendo una pausa dejando que el silencio se acentuará entre ambos.

— Si… quieres ver…mis libros arriba? Escribí unas cosas sobre los pokemons…. — comentó ella con una media sonrisa.

— ¡Claro! ¡ Me encantaría!

Subieron las escaleras y él sintió el ambiente cálido de la habitación, la ventana estaba abierta por lo que un aire fresco movió el cabello de Daisy apenas entrando a la habitación. La chica entró y se sentó en el borde de la cama, ella misma lo había guiado ahí, si Red jugaba bien sus cartas — y amaba una buena partida de poker — podría obtener lo que quería de ese lugar.

Daisy se acomodo las ropas, tratando de verse pulcra, planchando con su mano extendida su falda verde.

— Y… ¿De qué deberíamos hablar primero? — preguntó Daisy observando al chico acercarse a su lado.

Parecía tranquila y relajada, pero jugaba con sus dedos, estaban golpeándose entre sí. Red ya no era un niño, por lo que había visto que pasaba en casa estaba muy lejos de eso, tanto física como mentalmente.

— Tu habitación es muy bonita. — señaló Red para distraer la mente de la chica un poco. Aliviar la tensión es lo menos que podría hacer por ella.

Ella miró sus pósters y sus libros. Parecía ligeramente apenada.

— Gracias, es la primera vez que traigo a un chico aquí. — afirmó acariciando su cabeza despacio. — No se porque estoy nerviosa, si soy mayor que tú.

«¿Será cierto? No recuerdo.» Meditó Red con tranquilidad. «Pero definitivamente ella no es tan mayor como Katherine, Red no debería tener problemas físicamente para manejar la tensión».

Red se dió cuenta rápido que sus pensamientos y sus reacciones corporales no estaban tan alineados, no de inmediato al menos.

— Bueno, definitivamente el nervioso soy yo, apenas puedo contar el latido de mi corazón, es fuerte solo por estar aquí. — comentó Red llevando una mano a su pecho.

Ella lo observó con los ojos de un felino atento, sin embargo, no notó ese nerviosismo que decía tener.

— Mentiroso. — murmuró ella señalandolo con el dedo.

— Es en serio. —Dijo red entre risas suaves y furtivas.

— Entonces, déjame…déjame escuchar. — Daisy lo miró con grandes ojos y al final, Red se acercó a la cama. Se mantuvo de pie y Daisy pegó su oído al pecho del chico.

Red puso una mano sobre su cabello, Daisy enrojeció aun más. La chica no se movió.